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Hamlet y La Tempestad. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo.   
Viernes, 26 de Marzo de 2010 10:52

HAMLET/LA TEMPESTAD
DE LA VENGANZA AL PERDÓN

PROYECTO SHAKESPEARE:
Título: Hamlet
Versión adaptada: Lluís Pasqual

Título: La Tempestad
Traducción: Patricia Zángano
Versión adaptada: Lluís Pasqual

Producción: Teatro Arriaga
Coproducción: Teatro Español, Teatre lliure
Diseño de Producción: Concha Busto
Producción ejecutiva: Marta Berraondo
Escenografía: Paco Azorín
Música: José María Arrizabalaga
Iluminación: Wolfgang Von Zoubek
Vestuario: Isidre Prunés - Cesar Olivar
Intérprete Musical: Andoni Sampil
Voz grabada: Marta G. Ubieta
Maquillaje: Alicia Suárez
Peluquería: Zas Unión Peluqueros
Realización de escenografía: Eskenitek S.A., P.Q.C. Temática
Realización vestuario: Teatro Arriaga, Cornejo, Goretti, Sastrería Modelo.
Maestro de Esgrima: José Ignacio Anguísola
Esgrima dramática: Nacho Fernández
Preparación Física Actores-Pilates: Begoña Krego, Amparo Badiola, María Martín y Edurne Martínez.
Ayudante de Escenógrafo: Jordi Soler
Ayudante de dirección: Maribel Belastegui
Fotografía: Ros Ribas
Diseño Gráfico: Aurman

Intérpretes:
HAMLET:
Joseba Apaolaza (Reinaldo, policía y sepulturero 2), Alberto Berzal (Guildenstern/ compañero de Hamlet) , Jesús Castejón (Polonio/ consejero de estado), Itxaso Corral (Cómico/prólogo), Eduard Fernández (Hamlet), Iván Hermes (Laertes/hijo de Polonio), Alberto Iglesias (Marcelo/soldado) , Lander Iglesias (Voltimad/cortesano y sepulturero 1), Anna Lizaran (Cómica/directora de la compañía), Aitor Mazo (la sombra/del rey Hamlet y cómico/actor rey), Francesc Orella (Luciano), Marisa Paredes (Gertrudis/reinadedinamarca), Helio Pedregal (Claudo, rey de Dinamarca), David Pinilla (Horacio/amigo de Hamlet), Luis Rallo (Francisco/soldado, Fortinbrás/príncipe de Noruega y Cómico/tramoyista), Javier Ruiz de Alegría (Rosencrantz/compañero de Hamlet y sacerdote), Antonio Rupérez (Osric/cortesano), Jorge Santos (Capitán/del ejército Noruego), Rebeca Valls (Ofelia/hija de Polonio), Pablo Viar (Bernardo/soldado y Cómico/actriz reina).

LA TEMPESTAD:
Joseba Apaolaza (Antonio, hermano de Próspero), Alberto Berzal (Adrián, noble, Marinero y ariel), Jesús Castejón (Esteban, cocinero), Itxaso Corral (Ariel, ninfa), Eduard Fernández (El capitán), Iván Hermes (Fernando, hijo del rey de Nápoles y Marinero), Alberto Iglesias (Marinero y Ariel), Lander Iglesias (Sebastián, hermano del rey de Nápoles), Anna Lizaran (Ariel), Aitor Mazo (Calibán, salvaje), Francesc Orella (Próspero, legítimo duque de Milán), Helio Pedregal (Alonso, rey de Nápoles), David Pinilla (El Contramaestre), Luis Rallo (Ariel), Javier Ruiz de Alegría (un noble, marinero y Ariel), Antonio Rupérez (Gonzalo, consejero anciano), Jorge Santos (Tríncalo, bufón), Rebeca Valls (Miranda, hija de Próspero), Pablo Viar Francisco, noble y marinero).
Dirección: Lluís Pasqual
Duración:
Hamlet: 2 horas 30 minutos
La Tempestad: 1 hora 45 minutos
Estreno en Madrid: Teatro Español
Hamlet, 2–06–2006
La Tempestad, 3–06-2006

HAMLET
MARISA PAREDES/E. FERNÁNDEZ

LA TEMPESTAD
FRANCESC ORELLA/ ANNA LIZARÁN

HAMLET
MARISA PAREDES/HELIO PEDREGAL

LA TEMPESTAD
REBECA VALLS/FRANCES ORELLA

HAMLET
REBECA VALLS/JESÚS CASTEJÓN
FOTOS: ROS RIBAS


HAMLET
EDUARD FERNÁNDEZ
FOTO: ROS RIBAS
¿Qué se puede decir a estas alturas de obras como Hamlet, La tempestad o cualquier otra de las del dramaturgo inglés que no se haya dicho ya? ¿Qué aporta cada nueva puesta en escena a lo ya expresado en las precedentes, varios cientos sólo en los últimos años? ¿Qué busca el espectador en cada una de ellas? Son preguntas con muchas respuestas. Dejando a un lado los casos, cada vez menos frecuentes, de que se trate de ofrecer tales obras sólo por el interés de su contenido y la belleza de su lenguaje, detrás de cada montaje está la propuesta de una nueva lectura. Puede consistir en acercar el texto a la actualidad, estableciendo paralelismos entre la época actual y la de su escritura. Puede ser el pretexto para mostrar las obras bajo perspectivas estéticas novedosas y, en general, rompedoras. Cuando no se trata de representaciones canónicas, el espacio para la originalidad va siendo cada vez más escaso. De ahí que cada vez se alumbren más recreaciones shakespearianas sin pies ni cabeza.

Luis Pasqual también ha buscado cierta originalidad, pero no ha seguido la vía de los excesos, tan habitual, sino otra más serena en la que la reflexión se impone a la espectacularidad. Para ello ha reunido dos obras de Shakespeare: Hamlet y La tempestad. Pueden verse como dos piezas independientes, pero también reunidas en una sola sesión. Son, pues, dos piezas de un mismo juego. Por ello, ambas tienen muchos elementos comunes. Paco Azorín firma las escenografías, Isidro Prunes y Cesar Olivar han diseñado el vestuario y en los dos repartos, con excepción de Marisa Paredes, los nombres se repiten, con la particularidad de que, como es costumbre en las más prestigiosas compañías europeas de repertorio, asumen papeles de distinta categoría. En este caso, Eduard Fernández, el protagonista de Hamlet, es, en La tempestad, un capitán de barco cuya intervención es poco relevante. Lo mismo sucede con Francesc Orella, que, de miembro de la compañía de cómicos que acude a Elsinor, pasa a ser Próspero, el legítimo duque de Milan de La tempestad.
 

El espectáculo gira en torno a la violencia. No al terrorismo, como ha apuntado el propio Pasqual, y mucho menos al terrorismo en el País Vasco, al que parecen remitir algunas referencias de la puesta en escena. Por otra parte, se ha dicho que las obras representadas son las dos caras de una misma moneda. Es cierto que se parte de dos situaciones parecidas en las que el poder legítimo ha sido borrado mediante la conspiración y el crimen. En Hamlet el desenlace es trágico: víctimas y verdugos resuelven su enfrentamiento en una ceremonia que siembra el escenario de cadáveres.
LA TEMPESTAD
FOTO: ROS RIBAS

En La tempestad hay motivos para que se desencadene otra orgía de sangre, pero se produce un final feliz, como en las mejores comedias. No me parece, sin embargo, que estemos ante las dos caras de una moneda, sino ante dos monedas diferentes acuñadas, eso sí, por una misma persona en momentos muy distintos de su vida. En su juventud, apuesta por la violencia para combatir la violencia, por la justicia implacable, aunque suponga la autoinmolación del que la ejerce. En la segunda, última obra que escribió Shakespeare, es la hora de anteponer el perdón a la venganza. Sean una o dos las monedas, tanto da, porque, en cualquier caso, la reflexión que se propone sobre la venganza como instrumento para resolver los conflictos que enfrentan a los seres humanos es interesante.
 


HAMLET
E. FERNÁNDEZ/ M. PAREDES
FOTO: ROS RIBAS
Lluis Paqual ha optado por la sencillez en su puesta en escena. Sencillez en la adaptación del texto, que ha reducido sensiblemente hasta ajustarlo al discurso que quería ofrecer, y en la adecuación de su lenguaje barroco a otro más próximo a la sensibilidad y comprensión del público actual. Sencillez también en la escenografía, de sobrio diseño, que roba espacio a la platea, introduciéndose en ella y apropiándose de elementos que no forman parte del decorado, como los palcos más próximos al escenario. Los actores acceden a la sala con naturalidad, algo que no es nuevo en los espectáculos dirigidos por Pasqual. Esta ruptura de la cuarta pared se hace más evidente en Hamlet gracias a unas lámparas suspendidas del techo que iluminan el espacio fronterizo entre escenario y sala. Sencillez, en fin, en el vestuario, en el que las ropas actuales y mantos antiguos se superponen hasta hacerle intemporal.

 


HAMLET
MARISA PAREDES
FOTO: ROS RIBAS
El reparto es excelente. Anna Lizaran, que, en Hamlet, es la directora de la compañía de cómicos, en La tempestad es una sorprendente y juguetona Ariel que parece escapada de una película de dibujos animados. Marisa Paredes, en este retorno a los escenarios tras una larga ausencia, impone su serena belleza en el papel de una Gertrudis hierática. Francesc Orella es un Próspero cargado de dignidad. Helio Pedregal asume con solvencia los dos papeles que simbolizan el poder y la traición: el de Claudio, rey de Dinamarca, en Hamlet y el de Alonso, rey de Nápoles, en La tempestad. Rebeca Valls es, sucesivamente, la atormentada Ofelia que camina hacia la muerte y la Miranda decidida a alcanzar la felicidad, y, ambos trayectos los recorre de acuerdo con las exigencias de los personajes. Los elogios alcanzan al resto de la compañía. Mención aparte merece Eduard Fernández, que hace un Hamlet poco habitual. Aquí es un ser enfermizo, de gesto desmayado, poco brillante en su expresión, reducida a un titubeante hilo de voz. Un ser que entra y sale de escena como si fuera un intruso, pero que se agiganta cuando va tejiendo su venganza. Es un Hamlet que, aun conservando algunos rasgos de los que le han precedido, se aleja de ellos. Su trabajo no es mejor o peor que el realizado por otros actores que han interpretado al personaje, sino distinto. Ser distinto significa asumir algunos riesgos de cara a los espectadores. Hace muchos años, en 1961, Marsillach rompió la rutina y se ganó el rechazo del público y de la crítica. El entonces joven actor fue acusado de frío y desapasionado. Por fortuna para Eduard Fernández, y para actores como José Pedro Carrión o Carlos Hipólito, los tiempos han cambiado y ya no se les exige que conviertan a las criaturas que recrean en seres temperamentales y gritones.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

Última actualización el Domingo, 31 de Mayo de 2020 16:15
 
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