THE BLUE DRAGON
El triunfo de los técnicos
No debería ser necesario recordar que la escenografía no es el único ni el principal elemento de la puesta en escena. Está, como todos los demás, al servicio de la representación. Esto no sucede en The blue dragon. algo que viene siendo habitual en trabajos anteriores del todopoderoso Lepage, gestados en ese gigantesco laboratorio dedicado al desarrollo de las artes escénicas llamado ExMachina. Todo el talento del creador quebequés y el de sus colaboradores está puesto al servicio de un teatro que se sirve de los más modernos medios de expresión artística para responder a las exigencias del público actual. |
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FOTO: FESTIVAL DE OTOÑO |
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Lo que sucede es que en ese proceso hacia la espectacularidad, pues al cabo no es otra cosa lo busca Lepage, los ingredientes más antiguos del hecho teatral, como el texto y la interpretación, van siendo relegados a un segundo plano, mientras otros, como la escenografía, se erigen en protagonistas indiscutibles del espectáculo gracias a un uso inteligente y excesivo de los avances tecnológicos. Así, el texto de The blue dragon, del que el propio Lepage es coautor, es una nadería que difícilmente hubiera llegado a los escenarios sin el aval de este famoso gurú del teatro internacional.
Un personaje que ya aparecía en Trilogía de los dragones, ha cumplido su deseo, expresado entonces, de viajar en alguna ocasión a China. Lo hace para dedicarse a tareas de ayuda humanitaria, pero pronto aparece convertido en director de una galería de arte de Shangai. Dos mujeres irrumpen en su vida: una joven artista oriental que expone sus obras en la galería y una antigua amiga que acude al país asiático para adoptar un niño. Asegura Lepage, en relación al protagonista, que su recuperación al cabo de cinco lustros de haberle creado, le ha permitido reflexionar sobre su propia trayectoria personal y otras interesantes cuestiones, como los cambios político-económicos experimentados por China en los últimos años Es posible, pero el resultado de su reflexión no llega al espectador. Es más, las peripecias del trío apenas interesan. Su vertiginoso recorrido por los más diversos lugares de la ciudad parece un pretexto para mostrarnos los múltiples escenarios creados para situar la acción. Cada uno de ellos es, en sí, una obra de arte. y, el escenario, el espacio en el que se exponen. Si nos consideramos visitantes de una sala de exposiciones, nos rendimos ante el virtuosismo del artista plástico que las ha creado, pero como asistentes a una representación teatral nos sentimos defraudados ante un espectáculo gélido incapaz de provocar emociones Ni siquiera la presencia de los actores, todos ellos magníficos, pero al servicio de un texto vacío, logra elevar la temperatura. No es extraño que, la hora de los aplausos, los más intensos se produjeran cuando los técnicos salieron al escenario.
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Título: The blue dragon (El dragón azul).
Autores: Marie Michaud y Robert Lepage.
Dirección: Robert Lepage.
Escenografía: Michel Gauthier.
Iluminación: Louis Xavier Gagnon-Lebrun.
Coreografía: Tai Wei Foo.
Sonido: Jean Sebastien Côte.
Intérpretes: Marie Michaud, Henri Chasse y Tai Wei Foo.
Estreno en Madrid: Teatro de Madrid, 20-XI-2009 (Festival de Otoño)
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JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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