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La vida es sueño. Caldron-Pimenta. Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla   
Jueves, 15 de Noviembre de 2012 09:09

LA VIDA ES SUEÑO
BLANCA PORTILLO ES SEGISMUNDO
 
 
 BLANCA PORTILLO
Se esperaba con ansiedad el estreno en Madrid de  La vida es sueño, de Calderón de la Barca y había razones para ello. Su condición de texto emblemático del repertorio teatral y del canon literario español es la más evidente, pero a esta se sumaba la circunstancia de ser el primer espectáculo firmado por Helena Pimenta desde que asumió la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y se añadía también la más llamativa de que el personaje de Segismundo fuera interpretado por una actriz emblemática como Blanca Portillo. No es de extrañar que el asunto haya despertado expectación y que el cartel de “no hay billetes” se haya colocado de manera definitiva muchos días antes de que terminara la temporada prevista.
 
La escenificación de La vida es sueño probablemente no necesite justificaciones adicionales. Sus valores parecen suponerse, como les sucedía a quienes eran reclutados para el servicio militar en el pasado siglo. Sin embargo, tal vez conviniera reflexionar acerca de las razones específicas que empujan a la decisión de montar este texto aquí y ahora, más allá del prestigio académico y teatral de la obra calderoniana y por encima – o por debajo - del inusitado ejercicio de virtuosismo que supone para una actriz encarnar a Segismundo o el reto que plantea a los actores la eventualidad de  interpretar a los personajes de un drama que concede a cinco de ellos – SegismundoRosaura, Basilio, Clotaldo y Clarín - la siempre atractiva oportunidad del monólogo, y a dos más – Astolfo y Estrella - relevantes escenas en las que la intensidad del conflicto les permite el lucimiento.
 
La contemplación del trabajo de Helena Pimenta sobre una versión de Juan Mayorga me suscita, en primer lugar, una sensación de pulcritud. Y no solo porque el espectáculo sea austero, sino porque la acción dramática transcurre ante nuestros ojos - y oídos - con fluidez. Si la expresión no estuviera tan gastada, habría que hablar de un montaje al servicio del texto, lo que debe de querer decir que la dirección de escena ha renunciado a una construcción en la que se advierta un sello demasiado original y ha preferido mostrar un espectáculo de contornos firmes, eso sí, pero que permiten al espectador aventurar su propia lectura. Tampoco es, sin embargo, una propuesta impersonal o desvaída, como ha sucedido en otras ocasiones con La vida es sueño. Mucho menos es una versión retórica o altisonante, al antiguo estilo. Por el contrario, los personajes revelan, ante todo, su condición profundamente humana, y, singularmente en el caso de Segismundo, su desvalimiento. Era natural que el espectáculo girara en torno a la interpretación que Blanca Portillo hacía de Segismundo, aunque lo hace de modo discreto, escapando de la tentación de la estridencia o del exceso de personalismo. Pero los tiempos se demoran ligeramente cuando es la actriz la que está en escena, los signos materiales – arnés, cadenas - subrayan sus apariciones y sus presencias y, sobre todo, su interpretación, delicada y precisa, experimentada y consciente de que lo más adecuado era en este caso llevar a Segismundo   hacia el territorio del desconcierto y de la fragilidad. Así, la lectura del texto se apoya en esta mirada sobre un Segismundo arrojado a un mundo cuyas reglas de conducta desconoce.
 
Las interpretaciones que se han hecho de La vida es sueño son innumerables, pero, como decía más arriba, no advierto  que en esta ocasión se ofrezca una lectura radicalmente nueva o que la dirección del espectáculo opte por demostrar alguna lectura particular, un enfoque ideológico concreto. Las notas que la directora ofrece en el programa de mano, que hablan de ejercicio de humildad a la hora de abordar la escenificación, parecen corroborar esta ausencia de condicionamiento previo.  Si acaso, y como también se apunta en dichas notas, se atiende a esa dimensión humana de Segismundo y Rosaura – sobre todo de ellos dos, aunque también de Clarín - que deben luchar por una identidad que se les ha arrebatado injustamente, por una libertad amputada. Y aunque tras ese despojamiento se encuentran personas concretas, la responsabilidad última habría que relacionarla con un mecanismo de poder deshumanizado e implacable, fanático y, ahora sí, ideológico.
 
El desenlace al que llega Calderón – tal vez lo más decepcionante, o lo más inquietante, según se vea, del magnífico texto - tiene mucho de conciliador en cuanto que restablece un equilibrio y perpetúa un orden social y moral. Y, si de este modo Rosaura recupera su honor y su dignidad y Segismundo, tras su arduo y doloroso aprendizaje moral, retorna al lugar que debió ocupar desde el principio, el sistema de valores y el poder que lo sustenta, responsables últimos del desorden y del desequilibrio que genera, no solo no sufren sanción alguna sino que resultan fortalecidos. La versión de Mayorga ha suprimido la parte más incómoda del desenlace, la que parece más alejada de nuestra sensibilidad actual, aquella en la que el soldado que encabezó la rebelión para liberar a Segismundo de la torre es condenado a perpetuidad al encierro en esa misma torre. Y, si esta decisión hace más llevadero el desenlace y prescinde de una decisión del ya moralmente ejemplar Segismundo que puede resultarnos irritante o que puede desconcertarnos, por otro lado, aboca el desenlace a una conclusión excesivamente feliz y, a mi modo de ver, plantea algunos problemas, pues, aunque los espectadores actuales podamos alegrarnos de que el soldado que ha contribuido decisivamente a la restauración de una causa justa no sea castigado a perpetuidad, la lógica interna del drama – y no solo el pensamiento o el prejuicio calderoniano - parece exigir un juicio moral para la acción del soldado, que Calderón ofrece, por polémico que pueda parecer, y que aquí no ha sido sustituido por ningún otro. No obstante, lo decidido por el responsable de la versión no tiene por qué resultar desacertado y, en cualquier caso, supone una intervención valiente sobre el texto. El hecho de que impulse a la reflexión constituye ya un valor de esta versión.
 
El trabajo interpretativo de un elenco veterano en su mayoría es solvente en su conjunto, aunque con algunas desigualdades. Brilla la labor de Blanca Portillo y de Joaquín Notario y hacen un buen trabajo Pepa Pedroche y David Lorente. Marta Poveda, la más joven del reparto, es un actriz prometedora y va de menos a más en el espectáculo. Fernando Sansegundo realiza una labor correcta, aunque hemos visto trabajos mejores de este notable actor. Rafa Castejón está desentonado, parece ajeno a su personaje y a la labor de sus compañeros. Y los actores que interpretan los papeles secundarios realizan una más que aceptable labor.
 
Título: La vida es sueño.
Autor: Pedro Calderón de la Barca.
Versión: Juan Mayorga.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo. 
Escenografía: Alejandro Andújar, Esmeralda Díaz.
Vestuario: Alejandro Andújar, Carmen Mancebo.
Selección y adaptación musical: Ignacio García.
Coreografía: Nuria Castejón.
Músicos: Daniel Garay/Mauricio Leseto (Percusión), Juan Carlos de Mulder/ Manuel Minguillón (Guitarra barroca), Anna Margules/Daniel Bernaza (Flauta de pico), Calia Álvarez/Ana Álvarez (Viola de gamba).
Intérpretes: Marta Poveda (Rosaura), David Lorente (Clarín), Blanca Portillo (Segismundo), Fernando Sansegundo (Clotaldo), Rafa Castejón (Astolfo), Pepa Pedroche (Estrella), Joaquín Notario (Basilio), Pedro Almagro (Criado 1), Ángel Castilla (Tenor/criado 2), Óscar Zafra (Criado 1), Alberto Gómez (soldado 2), Anabel Maurín (Dama, pueblo), Mónica Buiza (Dama, pueblo), Damián Donado (Caballero, criado, soldado), Luis Romero (Caballero, criado, soldado).
Dirección: Helena Pimenta.
Estreno en Madrid: Teatro Pavón, CNTC, 20 -IX - 2012.
 

Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla


Teatro Pavón
(Compañía Nacional de teatro Clásico)
Director: Helena Pimenta
C/ Embajadores, 9 (Plaza de Cascorro)
28012- Madrid
Tf. 91 528 28 19
Metro: La Latina
Entradas: ServiCaixa 902 332211
Precios especiales grupos: Tf. 91 521 45 33
 
                                                       

 

Última actualización el Jueves, 15 de Noviembre de 2012 09:52
 
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