|
SOBRE
DE LA MISMA PASTA
 |
| ÓSCAR SANZ CABRERA |
El pasado 25 de febrero, tuvo lugar en la ciudad de San Sebastián el fallo del LII Premio de Teatro KUTXA Ciudad de San Sebastián. El jurado, integrado por Emilio Gutiérrez Caba, Jerónimo López Mozo, Andrés Sorel, Romualdo Salcedo y Mikel Azpiazu, designó ganadora, entre las 244 obras presentadas al concurso procedentes de 27 países, la titulada De la misma pasta. Abierta la correspondiente plica, resultó ser su autor Oscar Sanz Cabrera. (CLIKEAR)
La acción de De la misma pasta se desarrolla en 1991 en un piso antiguo en lamentable estado de conservación del barrio de San Antoni, en el centro de Barcelona. Los personajes, una madre viuda y bebedora y sus tres hijos. El primogénito, Esteban, de cuarenta y cuatro años, es homosexual y vive a costa de un zapatero remendón. Su pasión son los tebeos, de los que conserva pequeños tesoros, como los primeros números de El capitán Trueno. En su pasado hay un hecho del que nunca habla, pero que a veces le es recordado: fue víctima del acaso sexual de su padre. Lucas, cuatro años menor, es el mediano. Un vago de tomo y lomo, sin trabajo ni ganas de buscarlo, alcohólico, hombre alérgico al aseo y a cambiarse de ropa, vive con su madre y a su costa. Tiene una hija adolescente a la que no ha vuelto a ver desde que murió su mujer. María, de veinticinco años, es la menor. Buscando mejor vida que la que llevan sus hermanos, dejó pronto el techo familiar y encontró trabajo como dependienta de una pastelería.
No es la armonía la que preside las relaciones familiares. Los tres hermanos se llevan a la greña, aunque nunca llega la sangre al río. Tampoco, cuando se dan cita en la casa, en la que, rompiendo con lo habitual, rivalizan en atenciones con la madre, las cuales se intensifican a raíz de que, tras un pequeño accidente, la detecten un tumor, dándole dos meses de vida. Todos quieren cuidarla y difícilmente logran disimular que, a ello, les mueve su interés por hacerse con los bienes, apenas unos pequeños ahorros, de la anciana. El empeño de cada uno por hacerse con el pírrico botín les lleva a disputarse el favor de la madre a base de prodigarle sus mimos. Surge la desconfianza entre ellos y los enfrentamientos a varias bandas, que propician alianzas delirantes. A lo que asistimos es a un romance de lobos de dimensiones menos trágicas que el protagonizado por los herederos del Juan Manuel Montenegro valleinclanesco, entre otras cosas, porque la maldad de los personajes que nos ocupan, es de andar por casa y algo cómica. Y es que en esta comedia hay ingeniosos golpes de humor que alivian la gravedad del tema. En un momento determinado salen a relucir acontecimientos pasados sobre los que existía un tácito pacto de silencio, entre ellos la causa de la muerte del padre, asesinado por el hijo mediano. Sobre el desenlace, que no desvelaremos, basta decir que resulta un fiasco para el singular trío, aunque como no hay mal que por bien no venga, les brinda la oportunidad de encarrilar sus vidas.
De la misma pasta es una obra bien escrita y de sólida construcción. Siendo dramático el asunto que trata, abundan, como hemos señalado, las situaciones que mueven a risa, lo que la sitúa en los aledaños del humor negro. Es un teatro que, de alguna manera, nos remite al que, en los años 60 del pasado siglo, dio a conocer el dramaturgo inglés Joe Orton, cuyas comedias ácidas y un tanto macabras escandalizaban al público.
|
