THE WINTER´S TALE
(EL CUENTO DE INVIERNO)
de
WILLIAM SHAKESPEARE

DERROCHE EXPRESIVO DE LOS ACTORES.

LOS ESPECTADORES
ENTRAN EN LA OBRA DESDE EL PRINCIPIO





FOTOS: ALASTAIR MUIR

Título: The Winter’s Tale (El Cuento de invierno)
Autor: William Shakespeare
Edición de textos: Edgard Hall y Ropger Warren
Escenografía: Michael Pacelka
Iluminación: Ben Ormerod
Música: Tony Bell, Dugald Bruce-Lockhart y Jules Werner.
Intérpretes: Cince Leigh, Simon Scardifield, Tam Williams, Matt Flynn, Bob Barret, Bill Buckhurst, Jamie Beamish, Jason Baughan, James Tucker, Alasdir Craig, Adam Levy, y Chris Myles.
Compañía: Propeller/The Watermill Theatre
Dirección: Edward Hall.
País: Reino Unido.
Idioma: inglés (sobretítulos en estpañol)
Duración aproximada: 2 horas y 50 minutos (con intermedio)
Estreno en Madrid: Centro Dramático Nacional T. María Guerrero, 26–X-2005



La compañía Propeller bajo la dirección de Edward Hall ofreció en el Centro Dramático Nacional, Teatro Maria Guerrero, El Cuento de invierno de William Shakespeare. Esta obra, escrita hacia 1610, es una de las últimas del dramaturgo, poeta y actor inglés junto a La tempestad o Cymbeline. La trama de la historia tiene su origen en Pandosto, obra que Robert Greeen publicó en 1588.

El hilo conductor de la historia son los celos, pero además, con motivo de ellos, se tratan temas tan vitales como el bien y el mal, el perdón y la culpabilidad, la piedad y el orgullo, el poder y la vulnerabilidad, y todos ellos redimensionados desde la perspectiva del tiempo que transcurre y actúa como bálsamo que cicatriza las heridas más profundas de los hombres.
 


RICHARD CLOTHIER (LEONTES)
Los celos son uno de los temas shakesperianos por excelencia, en este caso son los celos sexuales. Esta temática fue magistralmente analizada por el autor, adentrándose en los distintos perfiles sicológicos que sufren de celos. Así, lo vemos desde el comportamiento virulento e irrespetuoso de Claudio en Mucho ruido y pocas nueces, pasando por Othello, Posthumus en Cymbeline y en este caso Leontes en El cuento de invierno. Aquí los celos son injustificados y autogestados por el propio protagonista: Leontes rey de Sicilia. Este monarca recibe la visita de su viejo amigo Polixenes, rey de Bohemia. La esposa del rey siciliano le recibe con gran hospitalidad lo que provoca el despertar de una fiera rugiente celosa de rabia e inseguridad en su interior, que le lleva a intentar envenenar a su amigo y a condenar a la prisión a su mujer en un ataque de furia y agresividad. Ella, la reina Hermione, muy embarazada, obedece a su marido y es llevada a la cárcel. El rey niega que el hijo/a que espera sea suyo... Así las cosas, una de las damas de la reina Paulina, aparece ante el rey con la ya niña de los celos. El rey inmisericorde ordena que abandonen a la niña en el campo y que la madre sea sometida a juicio. Ante tanto descalabro, se consulta el oráculo de Apolo en Delfos, donde se dice que el rey es un celoso empedernido y la reina inocente. Aun así el monarca continua con su amalgama celotipíca, consecuencia de ello es el suicidio de su hijo mayor Mamilo príncipe de Sicilia. La reina muere de la impresión y la niña ya estaba abandonada en el campo... con lo que el rey y su reino queda a la deriva en un mar de celos.
 

TONY BELL (LORD de SICILIA)
Después de dieciséis años vemos como la niña perdida en el campo ha crecido en una simpática familia de pastores, y además es hermosa y bella. Ella cautivará el corazón de Florisel, príncipe de Bohemia e hijo de Polixenes rey de Bohemia. Ella una campesina (reina) se enamora perdidamente (se llama Perdita) del príncipe que simula su identidad, hasta que aparece su padre, el rey de Bohemia y descubre los propósitos conyugales de su hijo. Finalmente, se descubre la verdadera identidad de Perdita, hija del rey de Sicilia y la reina Hermione y por tanto suficientemente apta para el matrimonio con Florisel. Después de esto todos visitan el castillo de Paulina donde hay una estatua de carne y hueso de la reina Hermione, que sorprende a propios y extraños, ya que es la mismísima reina Hermione que no había muerto...a partir de aquí el desenlace, como el de todo cuento que se precie es: la felicidad y la perdiz.

La compañía Propeller de Edward Hall (experimentadísimo director que ha llevado a los escenarios la mayoría de las obras de Shakespeare) está íntegramente formada por actores que como en tiempos del autor hacen las veces de los personajes femeninos. Si bien, esto puede tener el riesgo de convertir la obra en travestismo, en este caso no sucede, ya que los personajes femeninos están realmente conseguidos y la expresividad que ellos consiguen en ningún momento cae en un fácil y tópico afeminamiento, realmente son hombres que hacen de creíbles mujeres.

Toda la obra transcurre en el mismo escenario, un salón antiguo con pared de cuadritos de cristal que dan cobijo en su interior a luces de velas que se encienden y se apagan, un piano, una columna y poco más... pero a pesar de esto, nunca hay sensación de inmovilidad, de estancamiento todo lo contrario, la obra fluye con gran celeridad y ligereza. La iluminación juega mucho con los contrastes, lo que hace que muchas veces se perciba el escenario como diferente aunque lo único que cambie sea la luz, ella nos transporta a momentos negros de celos y a momentos de bucólica alegría (que recuerda a Sueño de una noche de verano), a la severidad de un juicio, a un campo abandonado, a una celda, a un palacio, a la madera crujiente de un barco...y todo con el mismo escenario. En todo esto, la iluminación es acompañada por la ambientación musical que expresa los momentos más alegres de la obra, y que corre a cargo también de los actores. Especial mención merece, el toque musical, humorístico e irónico del Vagabundo (Jasón Baughan). En definitiva música hecha en directo con sencillos instrumentos.
 

SIMONE SCARDFIELD
(HERMIONE)
Los personajes son bastante creíbles, salen entran, corren, cantan, lloran... todo el escenario derrocha imaginación, sorpresa y contraste de felicidad- alegría, oscuridad-luz, amor-celos, cordura-locura, sobriedad-derroche...casi todos los actores pasan de hombre a mujer, bailan y saltan con gran facilidad de la comedia al drama... Todo ellos con espléndidas voces, llenas de pasión y vigor, sin micro....por lo que destacan especialmente las interpretaciones de Vince Leigh (rey de Sicilia) y Adam Levy (Paulina).

El atuendo de los personajes es moderno, trajes negros de chaqueta para nobles, y atuendo pastoril para la plebe. Los reyes se distinguen por una estrecha cinta plateada en la cabeza. Vestidos desgarbados para ellos en sus papeles femeninos, pero de gran capacidad efectista. Todo esta muy elaborado, la estética de la obra se presenta homogénea formando un todo armónico.

La representación que se desarrolla íntegramente en lengua inglesa, cuenta con la ayuda de los sobre títulos en español. Pero, creo que aunque esta obra sea vista por un público no angloparlante, éste puede captar el sentido de la misma por el derroche expresivo de sus actores.

El público se ve implicado directamente en momentos de la representación, como en el del juicio, donde con una luz en medio del patio de butacas se inicia el interrogatorio. En otras ocasiones los personajes aparecen por sorpresa desde atrás, o bailan con algún espectador atónito. Esto hace que los asistentes entren desde el principio en la obra, y que el público se conciba como parte del espectáculo.

 

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Francisco Javier Caballero
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