TRILOGIA DE LA JUVENTUD III
LAS MANOS, IMAGINA Y 24/7
UNA DE LAS MUESTRAS MÁS RELEVANTES
DEL TEATRO ESPAÑOL EN DEMOCRACIA
24/7
VEINTICUATROHORASSIETEDÍASALASEMANA
Título:
24/7 (veinticuatrohorassietesdíasalasemana)
Autores: Yolanda Pallín, José Ramón Fernández y Javier Yagüe.
Espacio Escénico: José Luis Raymond.
Vestuario: Cuarta pared.
Iluminación: Isabel Vega
Vídeo: Sonia Cruz, Fernando Guerra
Fotografía: Alberto Soler
Diseño Gráfico: Gag Comunicación
Coordinación Técnica en Gira: Eduardo Vizuete
Producción, Comunicación y Distribución: Cuarta Pared
Colaboraciones: Consejería de las Artes de la Comunidad de
Madrid y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte - INAEM
Ayudante de dirección: Elvira Sorolla
Dirección: Javier G. Yagüe
Compañía: Cuarta Pared.
Intérpretes en el estreno: Audrey Amigo, Jesús Asensi, Esperanza
Elipe, Eugenio Gómez, Asu Rivero y José A. Ruiz
Intérpretes en la reposición: Audrey Amigo es sustituida por
Marta Poveda.
Estreno en Madrid: Sala Cuarta Pared, 12-XI-2002 (Reposición 2-IX-2004)
Una
juventud sin alicientes por los que luchar. De eso trata 24/7.
Los autores nos la muestran a través de varios personajes que
apenas superan los veinte años de edad. La única relación entre
ellos es que trabajan en una empresa de servicios. No
representan, desde luego, a toda una generación, pero sus
problemas son los de buena parte de ella: las dificultades para
acceder a un mercado laboral que sólo ofrece trabajos inestables
regulados por contratos que, con toda lógica, son llamados
“basura”; la inseguridad respecto al futuro que esa situación
genera; el vértigo que rodea sus vidas, estrechamente ligadas al
funcionamiento de los ordenadores, nuevos dioses de la
comunicación que han reducido a la nada las relaciones
personales; la falta de un tiempo y un espacio para la
intimidad; y un largo etcétera que apenas permite, en el tiempo
de la representación, ir más allá de su enunciado. Hubiera sido
deseable mayor hondura en el análisis de las cuestiones que se
plantean y una mejor trabazón entre las distintas historias que
se cuentan.
El espacio común que acoge a todos los personajes, que tiene más
de frío laboratorio o de laberinto tecnológico que de lugar de
encuentro, no ayuda a crear una línea argumental menos
fragmentaria. Con todo, estos son reparos menores, algunos
subsanables durante las representaciones que sigan, que no
restan méritos al ambicioso proyecto emprendido hace algunos
años por Yolanda Pallín, José Ramón Fernández y Javier Yagüe,
que culmina con esta tercera y última entrega. Porque lo que hay
que juzgar, llegados al final de la andadura, es la Trilogía de
la juventud en su conjunto. Iniciada con Las manos y continuada
con Imagina, nos ofrece un retablo histórico en el que se
muestra la evolución de la juventud española a lo largo de medio
siglo, desde los años lejanos en que se inició el éxodo del
campo, empujados por la creciente mecanización de las labores
agrícolas y la búsqueda de nuevos horizontes, hasta el actual
estado de desconcierto ante el olvido de las raíces y la
dificultad para avanzar hacia un futuro que se presenta poco
prometedor. Entre ambos momentos, aquellos otros convulsos, en
los que, en la periferia de las grandes ciudades, los hijos de
aquellos emigrantes fueron forjándose en batallas sindicales
llenas de luces y de sombras y alumbrando una nueva sociedad.
Es interesante y ajustada a la realidad la visión que se ofrece
en la trilogía, a través de la mirada de sus protagonistas más
jóvenes, de la reciente historia de España. Y es encomiable que
sus autores hayan cumplido su compromiso de concluirla a pesar
de los problemas a los que, sin duda, se han enfrentado a medida
que el proceso avanzaba. Si el arrollador éxito de la primera
entrega ponía el listón muy alto para las sucesivas, era
evidente que la falta de perspectiva a la hora de abordar
situaciones recientes suponía una dificultad añadida. Pero lo
más importante, en definitiva, es el alcance de un trabajo que
se inscribe entre los más relevantes llevados a cabo en el
teatro español en los veinticinco años que llevamos vividos en
democracia.
Si la recuperación de la memoria histórica es tarea
imprescindible, el teatro debe jugar en ello un papel
determinante. Que el compromiso haya sido asumido por
profesionales jóvenes desde presupuestos materiales tan modestos
como los que maneja el teatro alternativo, invita a una profunda
reflexión sobre el estado actual de nuestra escena. Que además,
el resultado sea satisfactorio confirma la idea de que no es
disparatado pensar que su renovación no pasará por las manos de
quiénes, hoy por hoy, deciden cuál es el teatro que conviene.
Naturalmente, a sus intereses. (Crítica publicada en Reseña, nº
345, Enero 2003, pp38, y reproducida en nuestra página
www.madridteatro.net con consentimiento del autor.)
Jerónimo López Mozo
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