FEDRA

La voz de las estatuas

Título: Fedra
Autor: Jean Racine
Traducción: Rosa Chacel
Adaptación para la escena: Eduardo Mendoza y Pere Gimferrer
Dirección: Joan Ollé
Escenografía: Llorenç Corbella
Iluminación: Albert Faura
Sonido: Roc Mateu
Vestuario: Miriam Compte
Intérpretes: Rosa Novell, Joaquín Hinojosa, Lluis Homar, Angels Poch, Gonzalo Cunill, Maria Molins, Andrea Montero y Xenia Sevillano
Producción: Bito Produccions, Festival Grec-2002, Les Estivales de Persignan y Festival Internacional de Teatre Temporada Alta
Estreno en Madrid: Teatro Pavón (CNTC), 19-III-2004

No suelen frecuentar las tragedias de Racine los escenarios madrileños, de modo que hay que celebrar la llegada de la mejor de todas ellas, Fedra, al de la CNTC. Y más aún que haya sido en esta puesta en escena de Joan Ollé. Enseguida diremos por qué. Esta obra de madurez, escrita en alejandrino, viene a ser un monumento a la palabra dramática. Todo se expresa a través de ella: los sentimientos de los personajes y la acción, que nunca tiene lugar en la escena, sino que nos es contada para que nosotros, público, la recreemos en nuestra imaginación. Así lo quiso el autor y a ello se refirió Roland Barthes en un ensayo en el que reconoce que, lo que en este caso llega al teatro, es el ser mismo de la palabra. En estos tiempos en que la palabra asusta por la creencia de que sin otros ingredientes aburre, es digno de alabanza que un director de escena acepte un texto desnudo carente de apoyos extraliterarios y, más aún, que no caiga en la tentación de arroparlo, como harían muchos de sus colegas, con inventos que conviertan la tragedia narrada en espectáculo sangriento. Ollé ha ido más lejos, pues no sólo no se ha dejado tentar por la trampa de la espectacularidad, sino que, desafiando los gustos del público de hoy, ha subrayado el inmenso valor de la palabra y, para ello, ha limitado al máximo el movimiento de los actores. Avanzando lentamente desde el fondo del escenario, tienen algo de suave oleaje que va depositando al borde del proscenio los versos que contienen las palabras terribles que con tanto acierto tradujo, reproduciendo la musicalidad del original francés, Rosa Chacel, y han adaptado con mínimas intervenciones Pere Gimferrer y Eduardo Mendoza.
Para llevar adelante un proyecto de tal envergadura se requieren actores con gran dominio de la voz. Ha de tener la contención del oratorio y de lo narrado, y, al tiempo, mostrar el desgarro interior que sufren los personajes. Los de esta compañía mantienen el difícil equilibrio entre ambas formas de expresión y, aunque sus papeles no son de igual calado, sería injusto establecer categorías. Sin embargo, hay que destacar, por la complejidad del personaje, el trabajo de Rosa Novell. La lucha que mantiene Fedra por superar una pasión que la espanta, su tentación por hacer a Hipólito responsable, o la de dejar que otros lo hagan por ella, y el caos en el que se debate entre mantener el engaño o confesar la verdad, tienen fiel reflejo en su actuación. Destacable es, por otra parte, la interpretación que de Teseo hace Joaquín Hinojosa, la más vibrante de todas y, por ello, la más proclive a romper la sobriedad del conjunto. Otras cualidades que injustamente pudieran pasar desapercibidas poseen los actores, como es el dominio de unos cuerpos que, desde la quietud, subrayan el horror de su discurso. El equilibrio entre la voz y el gesto alcanzado por actores como Angels Poch, en Enone, y Lluis Homar, en el preceptor de Hipólito, es admirable. Un escenario vaciado por Llorenç Corbella para acoger a los actores y a sus palabras, sin más escenografía que la luz poderosa que sobre ellos derrama Albert Faura, completa este soberbio ejercicio de austeridad teatral.


Jerónimo López Mozo
Copyright©lópezmozo

 


Teatro Pavón
(Compañía Nacional de Teatro Clásico)
Director:
José Luis Alonso
Embajadores 9 (Plaza Cascorro)
Metro Latina. Madrid
Tf. 91 5282819


 

 

 

volver

arriba