DOS
CABALLEROS DE VERONA
Un
guiño a Nora
Título:
2 Caballero de Verona
Autor: William Shakespeare
Versión: Helena Pimenta
Escenografía:
José Tomé/Pedro Galván
Iluminación:
Miguel Ángel Camacho
Vestuario:
Ana Garay
Coreografía:
Nuria Castejón
Espacio Sonoro:
Eduardo Vasco
Dirección de Producción:
Daniel Pascual
Ayt. de Escenografía: Maite Onetti
Ayt. de Vestuario:
Teresa Rodrigo
Ayt. de Coreografía:
Marina Claudio
Diseño Gráfico: Pedro Galván
Realización escenografía: Ateconsa, Mailrotven
Realización atrezzo:
Mundo Prieto
Realización vestuario: Cornejo
Imprenta:
Cromotes
Gestoría:
Abate
Gerente cita:
Sus Domínguez
Jefe Técnico:
Pepe Martín
Técnico audiovisuales: Iñigo Laacasa
Sastra:
África García
Prensa:
Huata Comunicación
Distribución:
Metrópolis Teatro
Ayt. de Dirección:
Cristina Lozoya
Ayt. de Producción:
Sus Domínguez
Intérpretes:
Gabriel Garbisu (Valentín),
Sergio Otegui (Proteo), Miriam Montilla (Julia),
Saturna Barrio (Lucía), Jesús Berenguer (Antonio
y duque de Milán), José Tomé (Lanza y Pantino),
Jorge Basanta (Relámpago), Natalie Pinot (Silvia),
Jorge Muñoz (Turio), Illun (el perro Crab)
Dirección:
Helena Pimenta
Estreno en Madrid:
Teatro Fernán Gómez
(Centro Cultural de
la Villa, Sala Guirau),
31 – I - 2008 |
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Shakespeare está en el
origen y en la historia de UR Teatro.
No es extraño que para recordar el veinte aniversario de la creación de
la compañía,
Helena Pimenta, su
creadora y directora, haya elegido una vez más una obra del dramaturgo inglés.
En esta ocasión, se trata de Dos
caballeros de Verona, comedia temprana, poco conocida por el público
español, que cuenta una historia de amor y celos en la que se ven
envueltos dos hidalgos de Verona a quienes une una estrecha amistad. Uno de
ellos, Valentín, deja la ciudad para instalarse en Milán, donde se
enamora de Silvia, la hija de un duque. Poco después, el otro, Proteo,
sigue sus pasos, no sin antes haberse comprometido en matrimonio con
la joven Julia.
Sin embargo, atraído por la belleza de Silvia, no duda en traicionar
a su amigo para conquistarla y olvidar a Julia. Ésta llega a Milán disfrazada
de varón en busca de Proteo, entrando a su servicio como
paje, lo que le permite conocer de primera mano la innoble conducta del hombre
al que ama. Tras una serie de episodios propios del género, las aguas vuelven a
su cauce: Proteo, arrepentido de lo que ha hecho, pide y obtiene el perdón de
Valentín, quien, tras vencer la resistencia del duque, que prefería otro esposo
para su hija, obtiene su beneplácito para casarse con ella. Más no acaba ahí la
cosa, pues Proteo, admirado por la tenacidad de Julia, vuelve a quererla
y ella – pelillos a la mar - acepta sus disculpas.
Tal
vez la profunda relación de Pimenta
con el teatro de Shakespeare y el
hecho de
que éste ya no viva para impedírselo, sea la razón de que nuestra directora se
haya tomado ciertas libertades, entre ellas, una vez más, el traslado de la
acción a los años veinte del pasado siglo, época en la que la frivolidad
campaba a sus anchas, lo que proporciona, en su opinión, un marco ideal para
esta historia protagonizada por dos jóvenes desocupados y de relajada moral que
convierten los juegos de seducción amorosa en su principal actividad. Pero la
alteración de mayor calado y que, sin embargo, pasa desapercibida para quienes
no conozcan la obra, es su desenlace. En el texto de Shakespeare, tras la reconciliación de Proteo y Julia, ambos se funden en un abrazo
y, acto seguido, Valentín anuncia que los casamientos de ambas parejas se
celebrarán al mismo tiempo. En el final ideado por Helena Pimenta, las
mujeres, en un gesto de rebeldía ante una decisión que
los hombres han tomado sin contar con su parecer, les dejan plantados. Es
verdad que el paso de los personajes isabelinos al bando de las Noras
teatrales tiene su lógica una vez que la acción se ha trasladado del
siglo XVII al XX, pero no hubiera estado de más que en algún lugar del programa
se hubiera señalado que la versión ofrecida por UR difiere en algunos
aspectos de la propuesta original.
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La puesta en escena de Dos caballeros de Verona es sencilla y
alegre. Pimenta ha situado el
diálogo que inicia la acción, aquel en el que Valentín anuncia a Proteo
que ha tomado la firme decisión de irse a Milán para huir de la monotonía de
Verona y contemplar las maravillas del mundo, en un ring en el que ambos amigos
se ejercitan en el arte del boxeo, anunciando que lo que sigue es el largo
combate que van a mantener, dominado por las trampas y las traiciones que
caracterizan a este deporte tan proclive al juego sucio. En un escenario casi
desnudo que deja a la imaginación del espectador la localización de los lugares en que se desarrolla la
comedia, la representación adquiere un tono dinámico y circense, bien subrayado
por el bello vestuario diseñado por Ana
Garay y por una red de circo suspendida sobre las cabezas de los
personajes. En un trabajo actoral digno, destacan Miriam Montilla (Julia), Natalia Pinot (Silvia), Sergio Otegui (Proteo) y Gabriel Garbisu (Valentín).
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