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THE COLLECTED WORKS
OF BILLY THE KID
LA HABILIDAD DE DRAMATIZAR
POEMAS Y CANCIONES


Título: The Collected Works of Billy the Kid
Autor: Michael Ondaatje
Adaptación: Dan Jemmettt
Escenografía: Stephanie Meyer.Staley
(colaboración con Dan Jemmett)
Vestuario: Ricard Parsakian
Iluminación: C. Todd Brown
Sonido: Zachary Brown
Fotografías: Mary Marvis
Dirección de producción: Scout T. Nelson
Director ejecutivo: Rene Conrad
Directora artística: Karla Boos
Producción: Quantum Theatre
Colaboran: The Creator’s Circle/ The Morby Family Charitable Foundation
Compañía: Quantum Theatre
Intérpretes: Andrew Hachey, John Fitzgerald Jay, Mikelle Johnson, Rick Kempo, Kristin Slaysman
Dirección: Dan Jemmett
País: EE.UU
Idioma: inglés (sobretítulos en español)
Duración aproximada: 1h y 30 m.
(sin intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Fernando de Rojas (Círculo de Bellas Artes), 8 – XI - 2007



Fotos: Mary Marvis

La figura de Billy el Niño ha llegado a ser popular en nuestra área europea gracias a las películas de Hollywood, que van desde 1911 hasta 2007. Ellas han recogido el mito que la leyenda ha forjado en torno a él. Películas clave fueron: 1941 Billy the Kid, dirigida por David Miller e interpretada por Robert Taylor y  Frank Borzage, y en 1974 Pat Garret y Billy the Kid  dirigida por Sam Peckinpah e interpetada por Krisk Kristopherson y James Coburn.  
 

Foto: Mary Marvis
El núcleo histórico lo describe como un ladrón de caballos y ganado y por lo tanto huyendo de un lado a otro. El diminutivo de Billy respondía al nombre de Willam H. Bonney, pero también utilizó otros nombres: Henry McCarty y Kid Antrim. La épica le ha adjudicado 21 muertes, pero la historia 9, y de ellas 5 sucedieron en pleno tiroteo de varios bandoleros. Dos de ellas en defensa propia y otras dos cuando se fugaba de la cárcel.

Michael Ondaatje – autor de El paciente inglés - ha glosado la figura de Billy a través de poemas y canciones bajo el título de The Collected Works of Billy the Kid. Con este material ya se hizo una versión teatral, siguiendo una línea más de tipo biográfico. Dan Jemmett - internacionalmente conocido por Dog Face que es una visión extravagante de la obra jacobina clásica de Thomas Middelton, The Changeling, interpretada también por Quantum Theatre  y que en el Festival de otoño de 2006 vino The little match girl (La pequeña cerillera) – ha obviado dicha versión teatral y ha preferido partir directamente de la obra de Michael. También ha recurrido al grupo Quantum Theatre, habituado a insólitas experiencias teatrales.

El libro de Michael no distingue entre lo legendario e histórico y tampoco lo ha querido hacer Dan Jemmett. Al partir de un material no teatral, sino literario Dan prefiere transmitir el aire poético que posee la obra de Michael.


Foto: Mary Marvis

La figura de Billy, le sirve a Michael y le sirve a Dean, para trazar un cuadro de la naciente vida americana como caos, en la que se mezclan todas las reacciones de las que es capaz el ser humano: violencia, orden, locura, paz, amor. Inscritas en el entorno histórico y cultural de Billy el Niño, no hace falta mucho esfuerzo para las transposición a nuestro mundo actual, en el que, por aquí y por allí, nos vamos reconociendo. Por un lado la crónica de Billy es un estallido de vida y un estallido de muerte. Es, en definitiva, la crónica del ser humano, siempre compleja y que se mueve entre la caricatura y la realidad.

El tratamiento usado es a través, fundamentalmente, del humor con ribetes esperpénticos y cierta irreverencia. Los poemas y canciones de Michael rezuman un halo poético, dichos e interpretados con naturalidad, que lo acercan al público. La cualidad de Dan es conseguir una insólita dramatización, transformando la obra literaria de Michael en auténtico teatro.

Para contarnos esta historia Dan la ha centrado en un desvencijado y abandonado cine, con pantalla incluida. Elementos evocadores de ese Billy cinematográfico y de tantas sesiones que fascinaban al espectador con las imágenes. En ese habitat cinematográfico y sobre el escenario, dispersos, una ajada y polvorienta cortina roja, émula del telón teatral, una cama, una mesa, una bañera. Todo ello barnizado de mugre. Son elementos que producen una gran sgerencia.


Foto: Mary Marvis

En la representación madrileña, la tal sala no ha sido posible, y los dorados barrocos del Teatro Fernando de Rojas, en el Círculo de Bellas Artes, no retrataban el tal cine desvencijado.  Se sugiere el abandono al dejar a la vista los palcos de proscenio que están ubicados en los laterales del fondo dentro de la caja escénica. Un gran ciclorama, en blanco, se recorta lumínicamente en el momento preciso de una proyección de luz sin imágenes. Los elementos descritos anteriormente sí ocupan su lugar. La representación funciona, posiblemente, de otro modo.

Los cinco actores – espléndidos - más la marioneta, se alternan en los poemas y canciones e incluso en la encarnación de los diversos personajes. Muestran una gran versatilidad y una gran comunicación con el público – a pesar del inglés y los sobretítulos – ya que se trata de una puesta en escena que no pierde nunca el contacto con el espectador  mediante la mirada o la posición del cuerpo. Tal interacción llega al culmen cuando ofrecen a todos los espectadores la bebida nacional, el whisky, en pequeño vasitos.

A medida que avanza la acción, el público se entrega de modo incondicional. Se trata de una dramatización llena de evocaciones, que dispara la imaginación del espectador.


José Ramón Díaz Sande
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