CORIOLANUS
COMO SIEMPRE
Título: Coriolanus
Autor: William
Shakespeare
Música: Paul Englishby
Preparación
de voz: Charmian Haare
Reparto: San Jones CDG
Supervisora
de vestuario: Carrie Bayliss
Dirección
de luchas: Ferry
King
Diseño: Richard Hudson
Diseño
de Iluminación: Tim
Mitchell
Diseño
de sonido: Martin Slavin
Gerente
de la compañía: Pip Horobin
Dirección
de reparto infantil: Barbara Roberts
Dirección
de producción: David
parker/
Pete Griffin
Ayudantes de dirección de escena: Jenny
Grand/
Incola Ireland
Dirección de escena: Paul Sawtell
Ayudante
de dirección: Christopher Rolls
Intérpretes
Música: Alison Lambert (Clarinete y saxofón), Steve Lee/ Chris Seddon (Trompetas), Michael
Revell (Trompa), Julian Turner (Trombón), David hughes (Tuba), Tim Farmer
(Percusión), Andrew Herbert (Percusión y arpa)
Intérpretes:
Los
romanos:
William Houston (Cayo Marcio
(Coriolano)),
Janet
Suzman (Volumnia (madre)), Eleanor Matsuura
(Virgilia (esposa)), Daniel Morcillo / Marco Service (Joven Marcio
(hijo)), Darlene Johnson (Valeria),
Riann Steele (Dama) , Michael Hadley (Cominio (cónsul)), Oliver Senton (Tito
Larcio (un general)), Tímothy West (Menenio (anciano patricio)), Jonathan Melia
(Primer senador romano), Arthur Kohn (Segundo senador romano), Fred Ridgeway
(Licinio Veluto (tribuno de la plebe)), Darren
Tunstall
(Junio Bruto (tribuno de la plebe)), Luke
Rutherford (Edil de los tribunos), Danny Seldon
(Mensajero), Jonty Stephens (Primer ciudadano), Frances Jeater (Segundo
ciudadano), Steve Varnom (Tercer ciudadano)
Otros ciudadanos: Ricky
Champ, Riann Steele, Robert Orme, Curtís Flowers, Richard Pepple
Los Volscos:
Trevor
White (Tulo Aufidio), Guy Burgess (Primer senador), Ricky Champ (Segundo
senador/ Primer guardia/ Primer conspirador), Steve Varnom (Primer sirviente),
Robert Orme (Segundo sirviente), Jonty
Stephens (Tercer sirviente), Danny Seldon (Segundo guardia), Curtis Flowers
(Segundo conspirador), Richard Pepple (Tercer conspirador)
Dirección: Gregory Doran
País: Reino Unido
Idioma: inglés (con sobretítulos en
español)
Duración
aproximada: 2
horas y 55 minutos (intermedio. 20 minutos)
Estreno
en Madrid: Teatro Albéniz,
24 – V – 2007. |
JANET SUZMAN/ WILLIAN HOUSTON
FOTOS: RSC |
Las
actuaciones de
la Royal Shakespeare Company en Madrid suelen seguir un
ritual semejante. Gran expectación, mucho público durante las pocas jornadas en
las que la compañía permanece en
cartel, una audiencia fascinada y entregada de antemano, y una calurosa,
incluso estrepitosa, ovación final. También en esta ocasión el evento cumplió todos los requisitos.
WILLIAM HOUSTON
FOTO: RSC |
Acudía en
esta gira
la Royal Shakespeare Company con Coriolanus, uno de los
textos más inquietantes y más puramente dramáticos del repertorio
shakesperiano, sobre un motivo de la historia de Roma que inspiró también a Calderón de
la Barca, y, más tarde, a Bertolt Brecht o a Günter Grass. No es, sin embargo, de los más habituales en los
escenarios. En España apenas ha subido a ellos en las últimas décadas,
si exceptuamos el montaje que llevó a cabo hace dos veranos Helena Pimenta, pero que quedó reducido
a dos únicas, aunque brillantes, funciones en
la Plaza Mayor
de Salamanca.
El
general romano tiene a su principal aliado en su propio valor y en sus
aptitudes para el arte de la guerra. Roma
lo necesita por
esas cualidades. Pero Coriolano tiene
también a su
principal enemigo dentro de sí: su orgullo y su desprecio de los
plebeyos, ante quienes ni transige ni finge siquiera interesarse por sus
problemas. Como consecuencia de ello, lo odian a muerte. Aunque el anciano
patricio Menenio lo intenta, no es
posible una conciliación y el conflicto estalla pronto entre las partes
enfrentadas, lo que determinará finalmente la aniquilación de Coriolano, pero también la pérdida para
la ciudad de su principal guerrero. Las lecturas de la tragedia han sido
múltiples, como las discusiones que suscita su interpretación, como suele
suceder con los grandes textos de la historia del teatro, lo que les hace
especialmente sugestivos e inquietantes.
TIMOTHY WEST
FOTO: RSC |
El
espectáculo que ofrece
la Royal Shakespeare Company es, desde muchos puntos de
vista, impecable. Claro en la exposición de la trama, preciso en su composición
escénica, esmerado en su factura formal y vigoroso y nítido en una
interpretación que se apoya fundamentalmente en la palabra del dramaturgo y en
la dicción cuidada y perfecta por parte de unos actores que proyectan la voz
sin dificultad alguna, que dominan el texto con absoluta pericia y que conocen
sobradamente los requisitos de su trabajo.
En
la exhibición del espectáculo en el Albéniz, el
escenario permanecía casi desnudo y quedaba
perfilado con unos escasos elementos móviles,
que manipulaban los propios actores para la creación de distintos ámbitos en
los que transcurría la acción. Se dijo que la aparatosa escenografía utilizada
en otros lugares no había podido viajar a España por las reducidas
dimensiones del teatro Albéniz. No sé si esa circunstancia es cierta, pero la solución adoptada me pareció atractiva y
eficaz y no eché de menos ningún otro elemento escenográfico. El vestuario, de época, elegante, armonioso y
sencillo, sin apenas variaciones, utilizaba el color rojo para los romanos y el
gris para los volscos, decisión que facilitaba notablemente el seguimiento de
la trama y, aun a riesgo de una cierta monotonía cromática, ofrecía una imagen
plástica coherente y hermosa. En consonancia con todo ello, los accesorios
apenas se utilizan y se prefiere un espectáculo austero, casi desnudo, apoyado
exclusivamente en el texto y en la palabra de los actores.
FOTO: RSC
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Sin
embargo, el espectáculo presenta, a mi entender, algunas objeciones. El conjunto resulta demasiado estático,
previsible y, en ocasiones académico y acartonado, no muy diferente de otros
muchos trabajos ya vistos. Con alguna
frecuencia se recurre a contrapuntos cómicos para aliviar la tensa dramaticidad
de la historia, pero la acción externa es muy reducida y las pocas ocasiones en
que se opta por representar alguna secuencia de las luchas o las batallas,
éstas resultan extremadamente elementales y pobres, cuando no un poco ridículas.
Por lo demás, ni el actor que encarna al protagonista Coriolano, ni el que interpreta a su rival Aufidio, responden a la imagen de prestancia que parecen exigir
personajes semejantes ni su actuación es tan brillante como cabría esperar,
aunque su labor sea, desde luego, digna de
elogio, como sucede con el conjunto del elenco, en
el que, para mi gusto, merecen ser destacados intérpretes como Timothy
West (Menenio), Fred Ridgeway (Sicinio
Veluto) o Darren Tunstall (Junio
Bruto).
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