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MÓVIL

Comedia de enredo cibernética

Título: Móvil
Autor: Sergi Belbel
Escenografía: Andrea D’Odorico.
Vestuario: Sonia Grande
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (AAI)
Música: Luis Miguel Cobo
Espacio sonoro: Luis Miguel Cobo y Ramón Rico
Asistencia coreográfica: Marta Gómez
Ayudante de escenografía: Marisa de la Iglesia
Ayudante de dirección: Luis Luque
Fotografía: Luis Malibrá
Coproducción: Centro Dramático Nacional y Producciones Faraute/Celestino Aranda
Voces en off: Mélida Molina, Chema León, Marta Gómez
Intérpretes: María Barranco (Sara), Nuria González (Claudia), Raúl Prieto (Jan) y Marina San José (Rosa).
Dirección: Miguel Narros.
Estreno: Teatro María Guerrero (CDN), 17 – V - 2007.

MARÍA BARRANCO
FOTO: LUIS MALIBRÁ


NURIA GONZÁLEZ
FOTO: LUIS MALIBRÁ

Miguel Narros, responsable de esta puesta en escena de Móvil, contaba que, faltando un mes para el estreno, Sergi Belbel quiso paralizar el proyecto. No es frecuente que tal cosa suceda, salvo que durante los ensayos se produzca alguna circunstancia que aconseje abortar la producción o surjan discrepancias insalvables entre el autor y el director del espectáculo. No parece que ninguno de éstos sean los motivos de su propósito de renuncia, pues el proyecto ha contado con medios materiales suficientes para desarrollarlo y Narros había manifestado que el texto le gustaba. Lo más probable es que el rechazo mostrado por la crítica catalana cuando Lluis Pasqual presentó la misma obra en Barcelona influyera en el ánimo de Belbel.

Móvil reúne en el escenario a cuatro personajes. Por un lado, Sara, una mujer madura a la que su marido acaba de abandonar, y su hija Rosa, cuyo proyecto de vida independiente se ve alterado por la situación que atraviesa aquélla. Por otro, Claudia, rica, autoritaria y emprendedora, convertida en agresiva ejecutiva tras enviudar y ponerse al frente de la empresa familiar, y su hijo Jan, frívolo y caprichoso, presta oídos sordos a los consejos que recibe de ella y sólo atiende sus órdenes cuando vienen acompañadas de algún costoso regalo. El destino, en forma de atentado terrorista en un aeropuerto, hará que sus vidas se crucen. Sara y Claudia se disponen a viajar, aquélla, animada por su hija, para disfrutar de unas vacaciones que le ayuden a superar la depresión en la que le ha sumido la ruptura de su matrimonio; ésta a un país asiático reclamada por importantes negocios. Ambas son alojadas en un mismo hotel próximo al aeropuerto y a él acuden sus respectivos hijos.
MARINA SAN JOSÉ
FOTO: LUIS MALIBRÁ


MARÍA BARRANCO/RAÚL PRIETO
FOTO: LUIS MALIBRÁ

De las idas y venidas del cuarteto por sus instalaciones se sirve el autor para mostrar diversos aspectos de sus vidas que vienen a ser un retrato, unas veces divertido, teñido de amargura otras, de nuestra desquiciada sociedad. De los acontecimientos que se muestran y que van a influir en el futuro de los personajes, el más llamativo es, sin duda, el fugaz encuentro en la cama de Sara con el jovencito Jan, aventura que la rejuvenece y la convence de que no es una mujer acabada, sino que tiene todo un futuro por delante.

No tiene mucha más enjundia esta pieza, cuya originalidad no reside en su argumento, sino en el hecho de que los protagonistas no son los actores que aparecen en escena, sino los teléfonos móviles mediante los que se comunican. Así, pues, más importante que lo que sucede es el uso que se hace de estos modernos apéndices del ser humano. Lo que se nos viene a decir es algo que, a estas alturas, ya sabemos: que creados para mejorar la comunicación entre las personas, han acabado siendo paradigma de la incomunicación y que nuestro grado de dependencia de él ha alcanzado tales proporciones que nos ha hecho menos libres. Pero lo que a priori se presentaba como una buena idea, que se confirma si nos limitamos a la lectura del texto, en la práctica resulta un lastre para la acción dramática. En efecto, los continuos diálogos entre personajes que están en distintos y distantes lugares, convertidos a veces en involuntarios monólogos, privan a los actores del contacto físico y de los enfrentamientos cara a cara, esenciales en la representación dramática. La continua reiteración en el uso de esta forma de comunicación cansa pronto, hasta el extremo de que escenas que en otras circunstancias no hubieran merecido mayor atención, como la de la aventura erótica entre la mujer madura y el joven, se convierten en un oasis en medio del desierto.
MARÍA BARRANCO
FOTO: LUIS MALIBRÁ


M. BARRANCO/R. PRIETO/
M. SAN JOSÉ
FOTO: LUIS MALIBRÁ
Hay algo que ha llamado poderosamente la atención de este crítico. Se trata de cierto paralelismo entre la propuesta de Belbel y las comedias de enredo de  nuestro Siglo de Oro, muy patente en las últimas escenas, aquellas en las que un personaje cuenta a otro algún secreto sin percibir que el que lo recibe no es su destinatario, sino precisamente el sujeto de la información, es decir el menos indicado. Estas equivocaciones que hacían, y hacen, las delicias del público, están presentes en Móvil. Lo único que cambia respecto al modelo clásico es que, mientras en aquél el secreto era escuchado a través de las puertas o por personajes camuflados en la penumbra, embozados o hábilmente disfrazados, en este caso el móvil es el que permite el juego de las equivocaciones. Si la apreciación del crítico fuera cierta, de lo que no está muy seguro, estaríamos ante un ejemplo de comedia de enredo  cibernética.

Miguel Narros ha puesto toda su experiencia de director de escena al servicio de este difícil ejercicio teatral, sin recurrir, como hubieran hecho algunos de sus colegas, a trucos de uso habitual en las actuales representaciones, tales como el empleo de elementos audiovisuales. Con la colaboración de los actores, en especial de María Barranco, que regresa con fuerza a los escenarios tras una larga ausencia, Narros ha conseguido rebajar algo la frialdad de la propuesta, aunque no ha logrado superar los inconvenientes de fondo que plantea.

Móvil ni aporta ni resta nada a la carrera de Sergi Belbel como autor, suficientemente acreditada. Pero, puesto que su deseo de que la función no viera la luz no se ha cumplido, tal vez hubiera sido mejor que se hubiera ofrecido en algún escenario distinto al del Centro Dramático Nacional. Hubiera tenido mejor y más discreto acomodo en cualquier otro teatro del circuito comercial.


RAÚL PRIETO
FOTO: LUIS MALIBRÁ


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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