LA
ILUSIÓN
Nada
es lo que parece
Título: La ilusión.
Autor: Pierre Corneille.
Adaptador: Tony Kushner.
Traducción: Miguel Sáenz.
Dirección: Carlos Aladro.
Escenografía: Dietlind Konold.
Vestuario: Lorenzo Caprile.
Iluminación:
Pedro
Yagüe.
Música y espacio sonoro: Juan Manuel Artero.
Producción:
Teatro
de
la Abadía.
Intérpretes: Mario Vedota (Pridamante de
Avignon, un abogado), Jorge Gurpegui (El Amanuenses, sirviente de
Alcandro/Gerente, padre de Isabela), Jesús Barranco (Alcandro, un mago),
Ernesto Arias (Calixto/Clindor/Teógenes, hijo de Pridamante), Rebeca Valls (Melibea, Isabela, Hipólital
amante/amiga de Melibea/Isabela/Hipólita),
Lidia Otón (Elicia/ Lisa/Clarina, criada, amiga
de Melibea, Isabela, Hipólita), Daniel Moreno (Pléribo/Adraste/Príncipe
Florilame, rival de Calixto, Clindor, Teógenes)
y Luis Moreno (Matamoros, un lunático).
Estreno en Madrid:
Teatro
de
la Abadía,
1-III-2007. |
FOTOS: ROS RIBAS |
FOTO: ROS
RIBAS |
Poco
después de escribir El Cid, obra que
sentó las bases del teatro clásico francés, Pierre Corneille alumbró una curiosa tragicomedia titulada L’illusion comique en la que el anciano Pridamante demanda los servicios del mago Alcandro para saber qué ha sido de
su hijo Clindor, un joven rebelde al que expulsó de casa tres lustros
antes. El mago, usando sus poderes, le permite contemplar diversos episodios de
la azarosa vida llevada por su díscolo vástago desde que fue forzado a
abandonar el hogar paterno. Así conoce sus numerosas aventuras sentimentales,
más en busca de fortuna que de amor, y las consecuencias que de ello se derivan,
incluidos su paso por la cárcel y su muerte a manos de un marido
engañado. Sufre Pridamante ante el desgraciado
destino de su hijo, del que se considera, en parte, culpable, lamentando que ya
no esté a su alcance remediarlo. Pero las cosas no son como parecen, pues el
fatal episodio que acaba con la vida del joven no ha sucedido, sino que forma
parte de la representación de una obra de teatro en la que interviene como
actor, pues ese es su actual oficio. Vive, pues, lo que posibilita un final
feliz en el que ambos se reencuentren y abran el camino de la reconciliación.
Final
teatral donde los haya, pero no la única referencia al mundo de la escena.
FOTO: ROS
RIBAS |
Todos los
acontecimientos que se nos muestran vienen a ser fragmentos de un espectáculo
conducido por un director disfrazado de mago al que el padre del protagonista
asiste como espectador. Teatro dentro del teatro, puro juego de apariencias,
paisajes recreados por escenografías ancladas en un escenario iluminado por
focos que se apagan cada vez que se funden los plomos, actores – los que
figuran en el reparto -, que interpretan a otros actores que, a su vez, asumen
los papeles de los personajes de ficción… Una fiesta, sobre todo para los
amantes del teatro y de sus trampantojos. |
La
adaptación de Tony Kushner de la
obra de Corneille cumple la tarea de
acercar a nuestra sensibilidad el texto original y añade no pocos
detalles que contribuyen a resaltar cuanto en ella hay de exaltación del arte
escénico, al tiempo que rinde homenaje a algunas de las criaturas más conocidas
y queridas por él del repertorio universal. Así, por ejemplo, Clindor cambia varias veces de nombre, siendo uno de ellos el de Calixto,
que, en clara referencia a
La Celestina, pretende ser correspondido por Melibea.
Carlos Aladro ha
manejado con enorme talento los materiales puestos a su servicio, ofreciendo
una puesta en escena rebosante de imaginación y festiva. La gruta habitada por Alcandro es un balcón desde el que el mago muestra al atribulado padre el
escenario de las aventuras de su hijo, presidido por una barca varada en una
montaña de arena. Cuanto allí sucede es pura representación. El
vestuario, que nos traslada desde tiempos remotos hasta nuestros días, y el
atrezzo, inspirado en el que se emplea en el teatro aficionado o en el hecho
por niños, no dejan lugar a dudas sobre la naturaleza de lo que estamos
viendo. Es una invitación al espectador para que sueñe y disfrute, sin
hurtarle, por ello, la posibilidad de ahondar en el análisis de lo que se dice,
que algo tiene que ver con las ambiciones del hombre y con sus miserias. |
REBECA VALLS
FOTO: ROS RIBAS |
Ha
contado Aladro con un notable
reparto, integrado en buena parte con actores ligados a
La Abadía, a los que
conoce bien. De ellos, destacan Jesús
Barranco, en el papel de mago, Ernesto Arias, en el de Clindor y sus desdoblados
personajes, y Lidia Otón, que asume
varios. De los incorporados para la ocasión a la compañía, Mario Vedoya es un sobrio y convincente Pridamante.
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