ANDORRA
Sencillez,
ternura e ironía.
Título: Andorra.
Autor: Jordi Casanovas
Iluminación: Xavi Valdés
Sonido: Fernando Portillo
Producción: FLYHARD Theatre company, INJUVE
Intérpretes: Roser Blanch (Marta), Clara Cols (Mónica);
Pablo Lammers (Tato); Sergio Matamala (Manu)
Dirección: Jordi Casanovas
Estreno en Madrid: Teatro Fernando de Rojas (Círculo de Bellas
Artes), 17 - XI -2006. |
|
Dentro
del espacio Creación Injuve 2006, y
en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, se ha
podido ver, durante los días 17 y 18 de noviembre, la obra Andorra de Jordi Casanovas.
El texto obtuvo el Primer Premio del XIX
Concurso de textos teatrales para jóvenes autores Marqués de Bradomín del año 2005.
La puesta en escena de Andorra, que desde
agosto podía verse en el Versus Teatro de Barcelona, ha corrido a cargo de
la joven compañía Flyhard creada, entre otros, por el propio Jordi
Casanovas a finales de 2004, y que ha representado otros textos del autor y
director. Andorra es una obra ágil y vital cuyos protagonistas son cuatro
jóvenes entre los diecinueve y veintidós años y que se vertebra alrededor
de los deseos de uno de ellos, Manu, de poder viajar a Andorra, un lugar que, por
diversas circunstancias, ha mitificado desde la infancia. En un principio van a
acompañar a Manu en el viaje su mejor amigo, Tato, junto con la novia
de éste, Mónica; pero finalmente se sumará Marta, la hermana de Tato que, desde pequeña, va en silla de ruedas. Pese a su relación de amistad
con Tato, Manu apenas conoce a Marta, y a raíz de este primer intento de viaje surgirá entre ellos una tierna atracción que
irá desarrollándose a lo largo de la obra, con las dudas lógicas de la
juventud, la inexperiencia y el miedo a lo diferente y al posible riesgo que esto
conlleva. La pieza está articulada a través de nueves escenas introducidas cada
una de ellas por un breve monólogo de Manu que nos advierte y sitúa sobre
lo que va a ocurrir a continuación. Esta estructura confiere al espectáculo, de
aproximadamente una hora de duración, un gran dinamismo y frescura. El objetivo
del viaje a Andorra y la imposibilidad de llevarlo a cabo durante los dos
intentos por parte del grupo de jóvenes - el coche siempre se estropea en la
misma área de servicio -, y el hecho de que finalmente Marta haya encontrado
trabajo precisamente allí, estructura y cierra esta historia construida desde
el sentido del humor y, hasta cierto punto, desde una variante de la ironía
trágica.
A
la agilidad de la representación ha contribuido el diseño escenográfico,
basado en una serie de sillas plegables de color rojo colocadas, al empezar la
representación, una al lado de otra y frente al espectador. El juego de retirar
y volver a introducir un número determinado de estas sillas, así como su reorganización,
permitía crear los diferentes espacios donde tenía lugar la acción: el área de
servicio, la casa de Tato y Marta, el banco de la
calle, el del parque, o el bar. Esta sencillez escenográfica ha potenciado que la
representación de Andorra se base principalmente
en el trabajo de los intérpretes. En general, destaca el de las actrices por encima del de
los actores, especialmente el de Roser
Blanch, actriz formada en el Institut del Teatre de Barcelona, en el papel
de Marta.
Su interpretación es entrañable,
sincera y simpática, y nos presenta un buen trabajo en relación con los cambios
del estado anímico de su personaje, que tiende a bromear sobre su discapacidad
física, pero que, sin embargo, está atemorizado ante la posibilidad de que el
cariño que muestra Manu sea fruto de la novedad y de la
curiosidad que ella pueda provocarle. También hay
que señalar la interpretación de la otra actriz, Clara Cols, en una Mónica que reclama
constantemente las atenciones de Tato, y que consigue la complicidad
del público, principalmente con sus reacciones a la lectura del poema de amor
que Tato le ha dedicado. Frente a esta interpretación más que correcta por parte del
elenco femenino, la de los dos actores: Pablo
Lammers en el papel de Tato y Sergio Matamala en el de Manu, parecía un tanto falta de
concentración y de precisión. Ambos
actores han realizado parte de sus estudios teatrales en diferentes escuelas
del Reino Unido: The Chrysalis Theatre y
la Guildhall School
of Music and Drama de Londres. Cabría esperar otro tipo de interpretación,
quizá más comprometida con el desarrollo de la acción, sin embargo, se ha caído
en diferentes clichés como la postura de brazos en jarras en los diferentes
monólogos de Manu, o en una precipitación en la interpretación del papel de Tato.
Con todo, la representación de Andorra,
con unos medios escasos pero hábilmente escogidos, consigue acercarnos al mundo
de estos jóvenes soñadores con sinceridad y ternura.
La
iniciativa del Injuve por poner en
escena este texto ganador del Bradomín sigue la línea lógica del apoyo al trabajo de
los jóvenes creadores. Sorprende, en este sentido, el hecho de que la entidad
organizadora correspondiente no haya apostado con una intención más clara por
este proyecto, que ha pasado prácticamente desapercibido. Andorra es un texto interesante y prometedor, y no hubiera estado
de más una mayor campaña de publicidad para que esta representación
hubiera llegado a un mayor número de público.
|