EL TÚNEL
UN TÚNEL CON DEMASIADA LUZ
Título: El túnel.
Autor: Ernesto Sábato.
Adaptación teatral: Diego Curatella.
Escenografía y vestuario: Rafael Garrigós.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Música original: Pablo Salinas.
Diseño gráfico: David Sueiro
Fotografías: David Ruano
Realización de escenografía: Mambo Decorados
Realización de vestuario: Cornejo Sastrería
Técnico de iluminación: Raúl Alonso
Maquinista: Javier Huguet
Ayudantes de producción: Patricia Corral/Iván Guisado
Ayudante de dirección: Diego Cutarella
Jefa de producción: Kathleen López
Productor ejecutivo: Jesús Cimarro
Producción: Pentación
Intérpretes: Hector Alterio (Juan Pablo
Castel), Rosa Mantenga (María Iribarne),
Francisco Casares (Allende/Hunter) y Pilar Bayona (Criada/Mimi
Allende).
Dirección: Daniel Veronese.
Estreno en Madrid: Teatro Bellas Artes, 2006. |
FOTO: DAVID RUANO |
FOTO: DAVID RUANO |
Una vez más, una novela es adaptada al teatro. Una vez más, se
pone de manifiesto que, salvo raras excepciones, difícilmente
resulta satisfactorio el trasvase. Aunque, quizá, para quiénes
impulsan la realización de esta suerte de operaciones, esa sea
una cuestión secundaria. La principal pudiera consistir en
añadir, a la fama del actor que encabeza el reparto, el nombre
de un escritor consagrado en el mundo de la narrativa para que
el reclamo sea mayor. No quiero decir que ese sea el caso del
espectáculo que nos ocupa, en el que aparecen unidos el autor de
El tunel, Ernesto Sábato, y el actor Héctor Alterio. Es difícil
que profesionales del prestigio del director Daniel Veronese y
de Diego Curatella, que fue secretario del escritor argentino y
ha contado con su beneplácito para realizar la versión teatral
de la novela, se presten a este tipo de operaciones en las que
lo comercial pesa más que lo artístico. Pero lo que cuentan son
los resultados y, en este caso, parecen ajustarse a ese
criterio.
El texto dramático es fiel a la letra del original, pero se
aleja bastante de su espíritu. Lo que en la novela es un
angustioso viaje por las obsesiones de un individuo atrapado por
la soledad y la duda, en la representación se reduce a una
historia de escaso calado en la que la angustia existencial, la
que mereció los elogios de Albert Camus, brilla por su ausencia
El túnel al que se refiere el título es un lugar oscuro que,
aquí, aparece lleno de luz, tanta que ni siquiera permite la
presencia de sombras. Las relaciones entre Juan Pablo Castell y su
amante, la única
mujer que entendía su pintura y que entró en su vida, no ahonda en la tormenta que desemboca en un crimen al que el protagonista
alude con esta fría y lacónica frase: “Bastará decir que soy
Juan Pablo Castell, el pintor que mató a María Iribarne”. |
FOTO: DAVID RUANO |
FOTO: DAVID RUANO |
Hay otro problema que tiene que ver con el personaje y con su
intérprete. Castell habla desde la cárcel, en la que
lleva encerrado algunos meses. Los hechos a los que se refiere
sucedieron, pues, poco tiempo antes. En algún momento dice que
María es una muchacha y, más adelante, precisa que
tiene veintiséis años. También, que él es unos siete mayor que
ella. Estamos hablando de un hombre de treinta y cinco años, de
cuarenta a lo sumo. Hector Alterio tiene setenta y siete.
Alguien ha calificado de pequeña licencia esa diferencia de
edad. Lo sería, en efecto, si asistiéramos a un monólogo en el
que poco importa la edad a la que el protagonista rememora su
pasado. Pero en el escenario comparecen los demás personajes de
historia a la edad en la que tuvieron lugar los acontecimientos,
de modo que los encuentros de la pareja de amantes se producen
entre un anciano y una mujer joven. Esta circunstancia modifica
el planteamiento de la novela. Sobre lo que dicen los personajes
se alza la imagen clásica del viejo y la niña. Lo que el
espectador percibe son las chocheces de un viejo enamorado y
como quién las dice es un gran actor, le hacen gracia y se ríe.
Alterio es el centro del espectáculo y su mayor
atractivo. Lo que ofrece es el recital de un actor consagrado
asistido por un grupo de buenos actores condenados, por
exigencias del guión, a ejercer de comparsas.
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