¿SON LOS DÍAS FELICES?
EL PERSONAJE Y SU INTÉRPRETE
Título: ¿Son los días felices?
Versión de Los días felices, de Samuel Beckett: Gema Espino.
Dirección: Oscar Moreno.
Escenografía: Miguel Carmona González.
Intérprete: Gema Espino.
Estreno en Madrid: Teatro Liberarte, 7-I-2006. |
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En Los días felices, de Samuel Beckett,
Winnie, su protagonista, permanece, durante el primer
acto, enterrada hasta la cintura en un montón de arena. En el
segundo, lo está hasta el cuello. Eso no la impide comportarse
como el resto de los mortales, es decir, moverse hasta donde su
situación se lo permite sin aparentar incomodidad y, sobre todo,
hablar, hablar por los codos. La Winnie que
interpreta Gema Espino también está semienterrada, pero
no en un inmóvil montón de arena, sino en una montaña de
edredones depositados sobre una cama dotada de ruedas que
permiten desplazarla por el escenario. Por otra parte, a
diferencia de lo que se propone en el texto original, no siempre
permanece atrapada en esa prisión, sino que sale y entra de ella
para descender al patio de butacas y hablar cara a cara con los
espectadores. Esto sucede porque Gema Espino representa
un doble papel en el espectáculo. Por un lado, es Winnie,
el personaje creado por Beckett. Eso sucede cuando su
cuerpo está atrapado. Por otro, es la intérprete de ese
personaje. Las palabras que pronuncia Winnie
pertenecen a Beckett. Con ellas retrata a una mujer
burguesa de clase media, bastante inconsciente o un poco loca,
sometida a una vida rutinaria y que, sin embargo, es feliz, o
tal vez lo aparenta. Cuando la que habla es la actriz, su
discurso es la exteriorización de lo que le sugiere el personaje
que está interpretando, de sus acuerdos y desacuerdos con lo que
hace y dice, de sus dudas y rebeldías. No son palabras
improvisadas, pero sí mudables. Cambian a medida que las
representaciones de la obra se suceden. Gema Espino quita
unas y añade otras en función de las nuevas sensaciones que
experimenta en cada actuación. Siempre se ha dicho que, en el
teatro, no hay dos representaciones iguales de la misma obra,
dependiendo los cambios de factores tan diversos como el estado
de ánimo de los actores o de la reacción del público, que unos
días se muestra frío y, otros, entusiasmado. En ¿Son los días
felices?, esta apreciación queda confirmada y hasta
superada, pues estamos ante un espectáculo en continua
evolución. Las revisiones de la parte escrita por Gema Espino
concluirán cuando la obra se represente por última vez y las
luces del escenario se apaguen definitivamente.
Desde
que Maruchi Fresno hiciera el papel de Winnie en 1963 hasta hoy,
hemos visto en España varias y excelentes interpretaciones. En
el recuerdo queda, por citar una, la de Rosa Novell en 1984. En
este año en el que se cumple el centenario del nacimiento de
Beckett, Gema Espino se suma a la lista de intérpretes. A pesar
de su juventud, no desmerece de ellas. Se muestra, como pedía el
autor, frívola, atolondrada y charlatana. Destaca la intensidad
y variedad de tonos de su voz.
Otro mérito, que ojalá no pierda, es que, a la calidad de su
trabajo, añade la emoción con la que lo afronta.
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