MUSICALL
Improvisación, elegancia e ingenio
Título: Musicall.
Escenografía: Dino Ibáñez.
Iluminación: Rafael Mojas.
Vestuario y atrezzo: Gabriela Salaberri.
Coreografía: Carlos Chamorro.
Producción: L’om imprebís e Yllana.
Coordinadora de producción: Mabel Caínzos
Adjuntos a la dirección: Santiago Sánchez, Joseph O’Currenn.
Técnicos:
Juan Alberto González/ Jorge
Moreno
Músicos: Mario Quiñones, Martín Caló.
Actores/cantantes: Garbiñe Insausti, Rita Barber, Ana Morgade, Luis Cao, Roberto
Sáiz.
Dirección musical: Yayo Cáceres.
Dirección artística: Michel López.
Duración:
1h 30m.
Estreno en Madrid: Teatro Alfil, 12–XII–2007. |
|
|
Musicall es un
musical improvisado. La trayectoria de L’om
imprebís e Yllana ha recurrido ya en algunos trabajos anteriores a la
improvisación como fórmula para construir el espectáculo. La relación entre
espectadores y ejecutantes se intensifica, se hace más sincera e inmediata. Se
prescinde de la barrera que establece necesariamente el producto acabado y sin posibilidad de modificación por parte
del receptor y se abre, a cambio, la vía de la colaboración, de la sensación
del trabajo conjunto, al tiempo que se logra uno de los objetivos esenciales
del teatro: la irrepetibilidad. Cada velada es diferente de la anterior, porque
ha sido construida por personas distintas en situaciones diversas. Y se
potencia el juego, la sensación de riesgo, la provocación a los actores
cantantes, que se ven conminados a dar respuesta en pocos segundos, y en forma
de historia dramatizada y cantada, a los requerimientos de los espectadores. Hay algo de “más difícil todavía”, de pulso
entre unos y otros. El resultado es dinámico y festivo, con un público
expectante y entregado a un tiempo, vigilante y cómplice.
|
El trabajo requiere, por parte de sus
ejecutantes, un dominio técnico y una concentración estimables, una
profesionalidad capaz de contestar felizmente a las demandas de los
espectadores, con demasiada frecuencia intempestivas, extravagantes y
artificiosas, todo hay que decirlo. Pero lo que vemos sobre el escenario está
empapado de comicidad y de ingenio. Los actores demuestran sobradamente su
capacidad para sacar adelante situaciones comprometidas o solicitudes que
ofrecen pocas posibilidades y lo hacen con
entusiasmo, con
buen humor, con elegancia y con un toque de calidad teatral que eleva la
propuesta por encima de lo que podría haber sido el mero desafío o la
puesta en juego de habilidades o
capacidades de resolución más o menos ingeniosas. No hay concesiones a lo
fácil, ni tampoco pretenciosidad y es ese equilibrio, ese buen pulso, lo que
otorga un singular marchamo de calidad al trabajo de todos.
Como es lógico, los
niveles de calidad dramática dependen no sólo de la inspiración de los
creadores, sino también de la aleatoriedad de los motivos escogidos entre los
propuestos por los espectadores, sugerencias que pocas veces están a la altura
de las circunstancias. Pero, obviamente, esta eventualidad forma parte del juego establecido.
|