EL
REY QUE RABIÓ
Título: El Rey que Rabió
(Zarzuela
cómica en tres actos y siete cuadros)
Música: Ruperto Chapí
Libro: Miguel Ramos Carrión y Vital
Aza
Estrenada
en el
Teatro de
La Zarzuela
de Madrid, el 21 de abril de 1891
Edición
crítica: Tomás
Marco (Ediciones Iberautor, Promociones Culturales SRL /
Instituto
Complutense de Ciencias Musicales, 1996)
Revisión
dramatúrgica: Luis Olmos
Escenografía:
Juan Sanz y Miguel Ángel Coso
Figurines: Pepe Corzo
Iluminación:
Fernando Ayuste
Coreografía: Michelle Man y Luis Olmos
Maestro de Luces: Manuel Muñoz
Realización de Escenografía: Odeón Decorados
Realización de Vestuario: Cornejo
Atrezo: Antiqua Escena
Tocados: Gerardo y Tony
Soluciones Artísticas
Circenses: El
Elefante Blanco
Montaje y Seguridad de
Elementos Circenses:
Bungy
Sistem
Ayudante de Dirección:
J. Francisco Carreres
Ayudante de Escenografía: Marianela Morales
Ayudante de Iluminación: Carlos Carpintero
Ayudante de Vestuario: Ana Rodrigo
Asistente de Dirección:
Begoña Miralles
Fotografía:
Jesús Alcántara
Orquesta de
la Comunidad de Madrid: Titular del Teatro de
La Zarzuela
Coro del Teatro de
La Zarzuela
Nueva
Producción del
Teatro de
La Zarzuela
Dirección del Coro: Antonio Fauró
Dirección Musical:
Miquel Ortega /
José Miguel Pérez-SierraDirección de Escena: Luis Olmos
Estreno
en Madrid: Teatro de
la Zarzuela,
20 de
abril de 2007 |
FOTOS: JESÚS ALCÁNTARA |
Luis
Olmos, responsable de este Rey
que rabió, expresaba que la música, en muchas ocasiones, le sugería
imágenes circenses. Y no solamente por eso, pero en buena parte, comenzó su
imaginación a idear un espacio escénico de pista de circo para desarrollar la
triste historia de un rey que “honores
y riquezas me deparó la suerte”, pero que es tremendamente
infeliz en su jaula de oro. Personalmente nunca había pensado que la músicade Chapí para este Rey tuviera tales
cadencias. Sin embargo una vez hecha esta observación por Luis y visto el montaje, pues tiene razón y no sé como el circo no
la ha incorporado entre sus festivas melodías. El rey
que rabió ha quedado en el repertorio zarzuelístico. No es que se repita
todos los años, pero ha sobrevivido al abandono de otras muchas
zarzuelas exitosas en su época y hoy olvidadas. Al Teatro de
la Zarzuela de Madrid ha
acudido en 1965 y la última vez en 1996.
FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
El tratamiento que Luis Olmos le da es novedoso y se
aparta, escénicamente, del original. Manteniéndose
fiel a la historia, la desarrolla sobre una pista de circo y no tanto en los lugares
que pide la obra: el palacio, el campo, el cuartel etc… Tales ambientes están
también aquí, solo que se construyen más esquemáticamente sobre la pista, cuyo
graderío tiene la virtud de desplazarse y mudarse en los espacios requeridos
para la acción. Hay un buen acierto por
parte de los escenógrafos Juan
Sanz y Miguel Ángel Coso en la reconstrucción de los espacios requeridos, los cuales poseen gran sugerencia.
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El tema del circo le da muchas oportunidades a Luis, además de las fluidas transiciones
escenográficas. Sólo eso no justificaría la elección. Al presentar la historia
en una pista de circo, ello le aporta la magia, la ficción y la fantasía a todos los niveles. Se aparta así de un
costumbrismo o realismo en beneficio de poder utilizar la caricatura que
potencia lo que pudo ser sátira, en su época, hacia un modo de comportarse el
gobierno o las altas esferas, aún hoy día, que sólo saben a medias lo que realmente
tiene que soportar el pueblo llano.
Visualmente, el circo, le ofrece en las transiciones o en el
comienzo el recurrir a trapecistas, malabaristas que entretienen al público de
la sala y a la corte de ese Rey. Creo que hay algo más, Luis, con la metáfora del circo, nos da
su cosmovisión del mundo: la vida es un gran circo donde puede ocurrir de todo
para bien y para mal, y que ya los medievalistas la definieron en sus pinturas
y narraciones como una gran comedia y Dante lo expresará como
La
Divina Comedia.
En la obra musical de Chapí – compositor de altos vuelos,
cuya ambición era la ópera – es un islote y no volverá a él. La partitura
transcurre por la moda europea de la época a lo Offenbach, sin perder un deje de zarzuela, impregnado del género
bufo, al mismo tiempo que salpicada de toques románticos. La mezcla de todos
estos estilos da una gran variedad a la abundante partitura que se escucha con
agrado. Los parlamentos hablados son mínimos. Algo que, personalmente, ya no
recordaba. |
FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
La partitura original, frecuente en la época – el mismo Chapí lo usa en
La
Tempestad -,
contaba con soprano, para Rosa, y mezzosoprano, para el Rey.
Se ha oído respuestas para todos los gustos el que los compositores de entonces
se decidieran por tal elección: crear una musicalidad entre las dos voces
femeninas de diversa texitura aguda y grave – soprano y mezzosoprano -; la moda
del travestismo; la ausencia de tenores líricos en la época; la bella creación
de concertantes en los que intervienen: soprano, mezzosoprano, tenor, barítono
y bajo como sucede en la zarzuela grande... En esta versión se recurre a tenor lírico (Jorge de León/Julio Morales) y a soprano (Susana
Cordón/Eliana Bayón). No es la
primera vez que se adapta a tenor y soprano. Susana Cordón y Jorge de
León, fueron los intérpretes el día que asistí.
FOTO: JESÚS ALCÁNTARA |
Susana
Cordón posee una melodiosa voz a la que une sus dotes de actriz con
cierta comicidad. Resultó emocionante su romanza Yo que de los hombres me reí, ay de mí, por su delicadeza y
sensibilidad manteniéndose en el límite entre lo romántico y una cierta
comicidad. Ayuda la puesta en escena de Luis en ese irónico suspiro de desmayo teatral en brazos del coro. Jorge de León une también la capacidad
interpretativa a una voz lírica bien matizada y dosificada.
Cabe destacar al veterano y seguro barítono Luis Álvarez, que en estas últimas temporadas de
la Zarzuela – Jugar con Fuego con la Ópera Cómica
de Madrid, Las bodas y baile de Luis Alonso … - nos tiene acostumbrados a personajes
bufonescos y de gran vis cómica, de la cual siempre sale airoso como actor.
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De todo esto surge una divertida y entretenida velada alejada de
lo que algunos llaman la casposa zarzuela. Orquesta, coros y mundo circense se
encuentran amigablemente.
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