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ADIOS A LA BOHEMIA
BLACK EL PAYASO
PABLO SOROZÁBAL
EN PROGRAMA DOBLE
RECUPERAR A SOROZÁBAL ES UN ACTO
DE JUSTICIA, PERO, SOBRE TODO,
CONTRIBUYE A RECUPERAR UN PATRIMONIO
ARTÍSTICO IMPRESCINDIBLE.
SI ADEMÁS SE HACE CON ENTUSIASMO
Y SIN ESCATIMAR MEDIOS,
TANTO MEJOR. |
Título: Adiós a la bohemia.
Libreto: Pío Baroja.
Música: Pablo Sorozábal.
Dirección musical: Manuel Gas.
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso.
Vestuario: Antonio Belart.
Iluminación: Francisco Ariza.
Intérpretes: Iñaki Fresán (un vagabundo), Javier Galán (Ramón),
María Rey-Joly (Trini), Tony Cruz (Un lector del Heraldo),
Francisco Piquer (Un señor de capa), Rafael Núñez
(Un mozo), Verónica Lujan (Una señora vieja),
Irene Escolar (Muchacha 1ª), Alicia Calot (Muchacha 2ª), José
Alberto García (Un chulo), Gustavo Piqué (Un pianista) y Juan
Mira (Un violinista).
Coro de bohemios: Pablo Alonso, Luis Barrau, Jaime Carrasco,
Eliel Carvalho, Miguel Ángel del Álamo, Simón Drago, Ricardo
Gilfillan, Luis Enrique Jimeno, Carmelo Peña, Alberto Perdiguero
y Ricardo Pérez.
Coro de putas: Noelia Buñuel, Mª Dolores Coll,
Meritxell Coma, Mª Jesús Comerón, Mª Luisa Garín, Gorane
Markínez, Lucía Martín, Mª Teresa Martínez, Susana Rodríguez y
Mª Mercedes Valimaña.
Tertulianos: Sara Nieto, Sixto Cid, Bruto Pomeroy
Duración: 50 minutos
Dirección de escena: Mario Gas.
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IÑAQUI FRESÁN
JAVIER GALÁN/Mª JOSE REY-JOLY
ADIÓS A LA BOHEMIA |
Título: Black el payaso.
Libreto: F. Serrano Anguita.
Versión: María José García.
Música: Pablo Sorozábal.
Escenografía: Juan Sanz y Miguel Ángel Coso.
Vestuario: Antonio Belart.
Iluminación: Francisco Ariza.
Intérpretes: Javier Galán (Black), Enrique Baquerizo (White),
Beatriz Díaz (Sofía de Suevia), Tony Cruz (Henry Marat), Silvia
Luchetti (Catalina), Paco Maestre (Barón de Orsava), Trinidad
Iglesias (Condesa de Saratov), José Manuel Montero (Carlos
Dupont), Francisco Piquer (Gregorio), Jorge Merino (Baydarov),
Emilio Gavira Director de escena), Marisa Prada (Trapecista),
Héctor Vázquez (Malbarista 1º), Óscar Alba (Malabarista 2º),
Alex Amaral (Mozo de circo), Andrés Requejo (Mozo de circo),
Juan Mira (Violinista), José Fernández Franch (Claritenista) y
José Mª Augusto (Acordeonista)
Dirección musical: Manuel Gas
Dirección de escena: Ignacio García.
Estreno en Madrid: Teatro Español, 11-VIII-2006. |
J. GALÁN/JORGE MERINO/
ENRIQUE BAQUERIZO
EMILIO GAVIRIA
FOTOS: SERGIO PARRA |
BLACK EL PAYASO
FOTO: SERGIO PARRA |
En 1933, Pablo Sorozábal compuso Adiós a la bohemia,
definiéndola como ópera chica. Su propósito era incorporar a la
zarzuela nuevos recursos musicales que la sacaran de la rutina
en que había caído, sin renunciar a lo esencial del género. No
trataba, pues, de romper con ella, sino de renovarla. Su
aportación era el fruto de lo aprendido durante los años veinte
del pasado siglo en Alemania, país en el que estudió composición
y dirección de orquesta. Al público de la época no debió
agradarle demasiado la propuesta del músico, pues su propia
esposa, la cantante Enriqueta Serrano, que la estrenó, bromeaba,
según se cuenta en el programa de mano, sustituyendo el Adiós a
la bohemia del título por Adiós a la taquilla. Años después, en
1942, fruto de esa vocación innovadora, Sorozábal alumbró la
opereta Black el payaso. En esta ocasión, la partitura se
enriqueció con atrevidas aportaciones de procedencia foránea que
le otorgaban una modernidad inusual. |
Los años siguientes fueron difíciles para el compositor, que
nunca gozó de las simpatías del régimen franquista, lo que
dificultó enormemente la difusión de su obra en los escenarios y
afecto, sin duda, a su producción. Buena prueba de ello es que,
tras escribir en 1968 el libreto y la música de la ópera Juan
José y luchar inútilmente por estrenarla durante más de una
década, no volvió a emprender ningún otro proyecto de
envergadura. El caso de Pablo Sorozábal es un claro ejemplo de
cómo trata este país a sus grandes creadores cuando resultan
incómodos. Por ello hay que aplaudir iniciativas como la tomada
por Mario Gas. Recuperar a un artista de la talla de Sorozábal
es un acto de justicia, pero, sobre todo, contribuye a recuperar
un patrimonio artístico imprescindible. Si además se hace con
entusiasmo y sin escatimar medios, tanto mejor.
FRANCISCO PIQUER/ TONY CRUZ
IRENE ESCOLAR/ALICIA CALOT
FOTO: SERGIO PARRA |
Adiós a la bohemia fue primero un cuento dialogado que Pío
Baroja escribió en 1989 titulado Caídos. En 1911, su autor lo
convirtió en una pieza teatral breve bautizada como ¡Adiós al
bohemia!, siendo estrenada transcurridos doce años. Una década
después, Sorozabal puso música al pequeño drama, respetando, en
una primera versión, el texto original con muy ligeros cambios y
añadiendo más adelante, ya en 1945, un prólogo y un epílogo
encomendado a un nuevo personaje, un vagabundo poeta y sabio. Lo
que en principio fue una estampa costumbrista o la evocación de
un pasado extinguido deviene en una reflexión de más hondo
alcance. En aquella se describe el encuentro, a principios del
siglo pasado, en un café de la Plaza Mayor de Madrid frecuentado
por jóvenes artistas de medio pelo, entre un pintor fracasado y
la que fue su modelo y amante convertida en prostituta. La
pretensión no era otra que describir el ambiente que rodea a
unos seres que, en su lucha por la vida, van sacrificando los
ideales que albergaron en su juventud. En la versión musical
definitiva, la intervención del vagabundo invita a ir más allá
cuando plantea, con amargura, que, ante la cosa triste que es el
realismo, lo mejor es refugiarse en el sueño, mensaje que habla
del fracaso de un tiempo en el que todo parecía perdido y de la
renuncia a luchar por un futuro mejor.
JAVIER GALÁN/ Mª JOSE ROY-JOLY
ADIÓS A LA BOHEMIA
FOTO: SERGIO PARRA |
Respecto a la puesta en escena de Mario Gas, hay que señalar que
supera alguno de los inconvenientes que plantea el texto. Ya
antes de ser musicalizado, la crítica elogió la belleza del
texto barojiano y la emoción que transmitía, pero llamó la
atención sobre la casi total ausencia de acción, atribuida, en
parte, a la continua evocación del pasado por parte de los
protagonistas. Se llegó a decir que aquello era una simple
conversación sin movimiento, una especie de boceto dramático que
no había ganado nada en su tránsito del papel a las tablas.
Mario Gas ha introducido algunas acciones que contribuyen a
reducir el estatismo, entre ellas la de sacar el coro de putas
del escenario y situarlas en los primeros palcos de cada piso,
muy cerca del público. Pero en ningún momento se ha propuesto
enmendar la plana al autor del libreto. Ha sido, pues, fiel a su
propuesta. Antes que modificarla, ha preferido instalar en el
escenario un retablo sobriamente iluminado más próximo al
expresionismo que al realismo, cuya arquitectura y los
personajes que la habitan evocan el mundo de Solana. Es un
acierto, pues de ese modo las palabras y la música, que es lo
que aquí importa, llegan nítidas al público.
E. BAQUERIZO/ J. GALÁN
BLACK EL PAYASO
FOTO: SERGIO PARRA |
Black el payaso es una propuesta de muy distinta factura. Todo
sucede en el circo, cuya pista se transforma, sin demasiado
esfuerzo, en el escaparate de un mundo regido por políticos tan
incompetentes como ambiciosos. Ignacio García ha recreado esos
espacios fundiéndolos y llenándolos con los seres que los
habitan, que, a veces, pareciendo distintos, son los mismos con
diferentes disfraces. Bajo el trapecio o al pie de los mástiles
coronados con banderas ondeantes, frente a falsos espejos o en
alfombradas estancias palaciegas, transitan, mostrando sus
habilidades o debilidades, payasos, trapecistas, domadores,
malabaristas, princesas, duquesas, barones y otros nobles
venidos a menos o encumbrados, en función de cómo sople el
viento. Lo que Serrano Anguita, autor del libreto, cuenta es
como un payaso, que vive una historia de amor de cuento de
hadas, llega a ser rey y, al cabo, cuando se descubre que lo
sucedido ha sido fruto de un error, regresa a la pista del circo
para seguir haciendo lo de siempre: reír y llorar bajo la
máscara blanca. Hay un cierto toque feliniano en esta vibrante
puesta en escena, perfecto recipiente para la inspirada y
cosmopolita música de Sorozábal. |
El reparto ha reunido a un numeroso grupo de
intérpretes, muchos de ellos con presencia en ambas
obras, que responden, lógicamente, a las necesidades del
género. Pero se ha procurado que no sólo haya buenas
voces, sino también buenos actores, y que, unos y otros,
cubran con dignidad las funciones que menos dominan:
aquellas actuar y éstos cantar. El resultado es más que
satisfactorio. Brillan las voces de Javier Galán,
que es, en Adiós a la bohemia, el pintor
fracasado, y Black en la otra; María
Rey-Joly, la modelo y amante de aquél; Beatriz
Díaz, la princesa de la opereta; Enrique
Baquerizo, el payaso que forma pareja con
Black; e Iñaki Fresán, el vagabundo.
Destacan en el trabajo actoral y cumplen con creces lo
que, en el terreno musical, exigen sus papeles actores
como Francisco Piquer, Paco Mestre,
Emilio Gavira y Tony Cruz. Al frente de una
orquesta integrada por una treintena de profesores,
Manuel Gas hace un excelente trabajo.
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BEATRIZ DÍAZ/JAVIER GALÁN
BLACK ELPAYASO
FOTO: SERGIO PARRA |
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