TARANTOS
UN MUSICAL DE TEATRO 100 % FLAMENCO
FOTOS: DAVID RUANO. |
BAILE, CANTE Y TEXTO
POR VEZ PRIMERA EN EL MUNDO DEL FLAMENCO
Todo
comenzó con Arthur Brooke, autor del poema La trágica
historia de Romeo y Julieta, publicado en 1562, que encontró
un primer desarrollo en el italiano Mateo Bandello. Muy
posiblemente Shakespeare conoció el poema y la narración
de Bandello, que estaban en la biblioteca del conde de
Southampton, protector de Shakespeare en Londres. Durante
años el Romeo y Julieta que se divulgó fue el del autor
inglés. De ahí paso al cine y USA se atrevió a desacralizarla –
para algunos – convirtiéndola en un musical (se tenía la idea de
que los musicales eran un tanto frívolos y proclives a la
comedia más que al drama o la tragedia, para eso estaban las
óperas) que centraba la historia en la contemporaneidad: el
enfrentamiento de polacos y portorriqueños, dos bandas
neoyorkinas. Se tituló West Side Story y marcó época
tanto a nivel de la concepción del musical cinematográfico, como
de coreografías y música. Y había algo más, se rompía el
concepto de lo sagrado e intocable.
Por España, más tarde, Alfredo Mañas, un aragonés
emigrado a Barcelona que iba como barbero y hecho a sí mismo en
lo que respecta a literatura teatral, comenzó a escribir. De su
pluma salieron Tiempo de luz, Coplas para el corregidor y la
molinera, La feria de Cuernicabra que le da nombre
internacional (estreno en París) y nacional (Teatro Romea,
Barcelona), así como en opinión del crítico Ángel Carmona fue
“una entrada de aire fresco en el polvoriento Teatro Español”.
A partir de ahí, siguió su producción literaria, pero entre
ellos terminó por ser mítica La historia de los Tarantos
(1962, estrenada en La Torre de Madrid): la base era un
Romeo y Julieta, gitanos, en el marginal
barrio de Somorrostro (Barcelona). Dos clanes gitanos, los
Tarantos y los Zorongos, vuelven a revivir la
historia los Capuletos y Montescos.
La
obra se popularizó gracias a la película Los Tarantos
(1963) de Francisco Rovira Beleta, y en ella concurrieron
varios aciertos: la interpretación de Carmen Amaya
(última película que hizo) y la de Antonio Gades (su
primera película); el perfil de una Barcelona que retrataba la
marginación, visión totalmente lejos de la oficial del régimen,
y el tratamiento realista y lírico a la vez, así como la
planificación de los bailes, apartados de los clichés musicales
al uso. Todos estos méritos le llevaron a ser nominada al
Oscar a La Mejor Película de habla no inglesa 1963.
Los Tarantos sirvió también como base para un ballet. Lo
que ahora aterriza en el Teatro Albéniz es Tarantos:
- Es el primer musical
gitano que recorre los diferentes colores de la música y el
baile flamenco, hasta llegar a la fusión con los ritmos
urbanos de principios de este siglo
– especifica Emilio
Hernández, director y autor de esta versión.
Y aquí está la peculiaridad. No se trata de un ballet, no se
trata de un texto teatral sino de poner en pie un musical, con
todo lo que ello conlleva: palabra, música y baile. Las fuentes
en las que ha bebido Emilio han sido la película de
Rovira Beleta, la propia historia de Alfredo Mañas y
por supuesto Romeo y Julieta. De él es el relato y las
canciones. Alguien ha llegado a definir este Tarantos
como Los Miserables español-gitano.
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- Pienso que es
más hondo
– corrige
Emilio – pues aunque nos habla
de la marginación del grupo gitano en España, se
puede extrapolar y ampliar a otras etnias, que
ahora pululan por toda la geografía europea y en
concreto en España. Etnias diferentes que
invaden pacíficamente. Por eso ya hay algo más
que la mera historia de Romeo y Julieta.
También va más allá, porque aunque mantenemos el
tono dramático de la historia, ésta viene
tratada con mucho humor y fiesta, creando una
apertura hacia la esperanza. Surge una tercera
generación de esperanza. Habla de las
circunstancias de la vida.
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Todo espectáculo tiene escollos desde su concepción hasta que se
levanta el telón. Pero éste, en concreto, posee un añadido de
base: la indisciplina.
Tanto el productor como el director e incluso los bailarines
presentes están de acuerdo en el término, y nos desvelan algo
ignorado para quien no se mueve en los ambientes artísticos del
flamenco.
- Parecía difícil poder
llevar a cabo el proyecto de un musical
–
aclara Emilio - en el que hay que
actuar, cantar y bailar. No porque no tuvieran
capacidad, a pesar de ser el primer musical gitano en
toda regla, sino porque los artistas flamencos son
muy indisciplinados.
De
tal indisciplina no somos conscientes los que vemos sobre
el tablao o el escenario el desarrollo del cante y del baile.
Pero si nos paramos un poco es lógico. El flamenco tiene mucho
de inspiración, intuición, improvisación y variación. Algo
parecido a lo que le sucede al “jazz”. Atarle las manos a un
jazzista o a un flamenco es llevarle al suicidio artístico. Aquí
estaba el desafío: proponer un nuevo modo de trabajar y hacer
que el bailaor o el cantaor, interpretase y fuera fiel a un
personaje y no a sí mismo.
- Cuando me
propusieron la Historia de los Tarantos
– añade Jordi
González, el productor – pensé que
sería muy difícil. Se trataba de un musical completo
y para ello se necesitaban artistas de musical y
grandes artistas flamencos. Es decir gente flamenca
que actúe, cante y baile. Todo ese miedo inicial se
fue superando, al comprobar que se ha llegado a una
Compañía flamenca que ha demostrado tener grandes
artistas.
Los inconvenientes de un musical son bien conocidos por Jordi
y la productora Focus, que dirige Daniel Martínez de
Obregón. Fue de las primeras productoras que se liaron con
el musical en España. De su mano salieron West side Story,
Rent, Amadeus, Gaudí (Homenaje al arquitecto barcelonés), la
controvertida La Verbena de la Paloma y otros títulos no
musicales. Desde 1986 ha producido 123 espectáculos y con
Focus han trabajado hombres de punta como Calixto Bietio
y Ricard Reguant, director de bastantes de sus musicales.
- Es una
satisfacción para mí
– añade
Emilio – que la indisciplina
ha quedado atrás y hemos encontrado el camino
para sacar el intérprete de un bailaor o
cantaor. Ha sido un trabajo difícil, pero
satisfactorio y una suerte, para mí, el poder
dirigirlos. Para algunos era la primera vez que
subían a un escenario teatral.
MÚSICA Y COREOGRAFÍA FLAMENCA
Un musical sin música ni coreografía deja de serlo. Es obvio.
Pero ahí no estaba el problema, sino en que debería ser un
musical extraído de las propias entrañas del flamenco.
El 96 % de la música la ha compuesto Juan Gómez,
Chicuelo – guitarrista y compositor de flamenco de relieve -
y con la colaboración especial de José Fernández Torres,
Tomatito – pareja artística de Camarón durante 18
años y acompañante a la guitarra de los grandes del cante.
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- Se
trata de una música flamenca y
genuina que le hace diferente a
cualquier otro musical. Ha sido un
trabajo de meses. Se recorren los
diversos colores musicales que se
fusionan con ritmos urbanos de
principios de este siglo
–
aclara Emilio, en sustitución
a la ausencia de Chicuelo y
Tomatito.
|
Enric Palomar – autor de música de cámara para
formaciones diversas y muy ligado a la orquestación de
intérpretes del flamenco – es el encargado de los arreglos y
orquestación.
La coreografía corre a cargo de Javier Latorre - ex
primer bailarín del Ballet Nacional de España y dedicado a la
coreografía en todos estos años, uno de cuyos últimos trabajos
fue El loco (2004) – participó, en un primer momento, de
la opinión de que el personal se había vuelto loco. Una cosa es
un ballet y otra cosa muy distinta arremeter con un musical y
con flamencos.
- Pensé que
estaban locos, pues yo conocía muy bien la
idiosincrasia y asepsia del gremio. Nunca
imaginé que se pudieran encontrar artistas
flamencos que fuesen capaces de mantener la
identidad de un personaje durante dos horas
y media. Nos encontramos que tras un año de
actuación en Barcelona, al tenerlo que
retomar para nuestra gira en Atenas, primero
no fue necesario sustituir a nadie y segundo
estaba todo muy fresco.
La presentación en la Acrópolis de Atenas fue todo un
éxito. Parecía imposible que 4.500 griegos, todos en pie, no
dejaran de aplaudir y hubieran seguido fervorosos las dos horas
de espectáculo.
Para Javier Latorre.
- El
trabajo coreográfico ha sido lo más
fácil porque me topado con grandes
bailarines. Ha sido muy satisfactorio el
asistir a un cambio radical en todos.
Ver que quien no había hablado, lo ha
hecho. Y el milagro mayor es que tras
coreografías de cinco minutos, puedan
hablar.
Con motivo del estreno de El Loco, Javier dedicaba
su trabajo a Antonio Gades. Aquí con más razón. En su
opinión:
-
Gades puso la danza
flamenca en el siglo XXI.
En el fondo, estos Tarantos, por parte de todos, se suma al
Homenaje a Gades. Se recuerda él increíble baile de
Antonio en las Ramblas junto a las bocas de riego. Pero para
Emilio Hernández, además del baile de Gades estos
Tarantos conectan con él:
-
Porque Tarantos tiene un
sello social importante y
Antonio tuvo ese
compromiso durante toda su vida.
Al mismo tiempo estaba muy unido
a la tierra (Cuba) que a mí me
vio nacer.
|
Miguel Cañas –
bailarín de clásico
español y bailaor
flamenco con un amplio
currículo y compañía
propia – encarna al
personaje de Gades:
-
Es difícil tanto en
el baile como en el
texto. Ha sido un
reto personal y
artístico. Al
principio del
proyecto me enfrenté
con una serie de
caminos a seguir. Al
encontrarme con mis
compañeros vi que el
reto era muy fuerte.
No niego el susto
que me entró, no
tanto por el
personaje sino
porque lo había
interpretado
Gades.
Antonio ha sido
un referente.
|
Candy Roman (Rosendo, el padre Zorongo), desde hacía
cuatro años había desaparecido para el baile. No parecía que
tanto tiempo hubiera pasado y es que el tiempo vuela.
-
Pues sí, llevo
retirado cuatro
años. Sabía que el
tiempo pasaba, pero
después de estar
bailando 30 años con
Antonio
y ver que
Antonio
dejaba todo por su
salud, quise hacer
una pausa, pues me
parecía difícil
poder encajar la
nueva situación. No
pensaba volver más
al baile. El destino
me puso Tarantos
y pensé dejar el
pasado (sólo el
baile) con la idea
de que fue una buena
escuela y decidí
retomar el escenario
(actuar). Me
encontré con una
guinda. Un papel
lleno de matices que
no tenía en otros
personajes.
Emilio
me ha dejado muy
libre. Hay que tener
en cuenta que no
somos actores, pero
por el afán y el
querer hacer algo
más fue un reto, y
eso se valorará. Hay
mucho de verdad en
lo que hacemos.
Hacer Tarantos
a diario ha sido
descubrir muchas
cosas y algo nuevo.
En la interpretación
he encontrado todo
lo que el baile
queda incompleto y
que lo da la
palabra.
|
|
Antonio Gades, es un
nombre que a Candy no se
le cae de la boca:
-
Quiero aprovechar para dar
las gracias a
Antonio, pues
tras esa pausa esta obra es
un regalo más de
Antonio.
Antonio me
regaló muchas cosas. Si
Tarantos no hubiera
estado, yo habría
desaparecido totalmente.
Ahora me he vuelto a sentir
joven y sólo la caja de
pino me liberará del
mundo del escenario.
|
Tres historias de
amor nos conducen
desde la España del
hambre hasta la de
la riqueza que no
alcanza a todos;
desde el amor
apasionado, a la
pasión del odio
entre familias;
desde la
desesperanza, a la
fuga hacia un futuro
libre de ataduras.
En esa trama dos
personajes son clave
Juana
(Julieta),
interpretada por
Ana Salazar
(Cádiz) e
Ismael
(Romeo) a quien da
vida Juan Carlos
Lérida
(Alemania). |
Juan Carlos Lérida se ha formado en danza clásica,
contemporánea y flamenca. Bodas de sangre y Amor Brujo,
son alguno de sus títulos y ha sido dirigido por Ramón Oller
y Calixto Bietio, entre otros. Posee una amplia
experiencia como coreógrafo. Según Emilio Hernández, se
ha revelado como gran cantante.
-
Ha sido un placer
– confiesa Juan
Carlos –
el haber trabajado con
esta intensidad en
España, cosa que no es
frecuente y menos en el
mundo del flamenco, y
poder manifestar una
amplitud de registros.
Ha sido un reencontrarme
con mis orígenes
gitanos. Con mi madre y
con mi familia. En lo
que sucede, cuando eres
diferente. Sucede que te
apoyan en todo. Y eso es
lo que te mantiene,
porque hay un grado de
complicidad entre unos y
otros. Ha sido un placer
poder compartir con
Ana Salazar
el mundo de la
interpretación y
responder a lo que
Emilio nos
exigía. Pasar de la
energía del baile a la
energía del texto sin
perder la tensión.
Ana Salazar, la Juana/Julieta, desde los 16 años actúa
como solista y como acompañante a las primeras figuras del cante
y el baile flamenco. Ha trabajado con Rafael Amargo,
Eva Yerbabuena, Antonio Canales y Belén Maya.
En el 2003, en clave flamenca, publicó Ana Salazar canta a
Edith Piaf, como homenaje a la Piaf. Recibió el
Premio Flamenco. Actualmente es Premio Cantante Revelación
concedido por la crítica y el Premio Mejor disco extranjero, de
la Sacem (Francia).
Un
personaje mítico es Soledad la Taranta, por haber
sido interpretado por Carmen Amaya, la llamada “reina de
Barcelona”. Fue su última película y el nombre de Carmen,
proporcionó el sello de internacionalidad a la película. Cuando
surge el nombre de Carmen, siempre, tanto coreógrafos
como bailaoras, dejan claro la imposibilidad de imitar su arte y
la dificultad de estar a su altura. En esta versión
Carmelilla Montoya es Soledad. Desde los tres años le
da al baile y con 9 entra en el clan artístico de los Montoya,
de los cuales actualmente es la savia que los mantiene. A los 15
años se le concede el Premio Nacional de baile flamenco por
la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera. Ha
trabajado con Camarón, Antonio Canales, Paco de
Lucía…
-
Agradezco mucho
– confiesa
Carmelilla -
de que hayan creído
en mí. Yo he
cantando y bailao
pero interpretar
nunca. Me parecía
imposible. En esta
ocasión intento
acercarme a ella (Carmen
Amaya),
pero lejos de mí
está el imitarla.
Estoy muy contenta
de estar aquí.
La trascendencia de subir al escenario Tarantos, para
Emilio Hernández, va más allá que el mero resucitar la
historia de Romeo y Julieta:
EMILIO
HERNÁNDEZ
|
-
Cuando
Europa
late con
diferentes
sangres
por una
llegada
pacífica
de
pueblos
de
diferentes
latitudes
en busca
de
trabajo,
un
hogar, y
una
convivencia
democrática,
es el
momento
de traer
a primer
plano la
presencia
en
occidente
del
pueblo
gitano,
eterno
inmigrante,
que
sigue
sufriendo
las
penurias
de la
marginación
y los
conflictos
que
entre
ellos
mismos
genera
esta
situación,
se ve
hoy
compartiendo
las
mismas
trinchera
de los
suburbios
europeos
que los
árabes,
los
kurdos,
los
turcos,
los
africanos
y tantos
otros de
reciente
venida,
como se
vio
compartiendo
los
campos
de
exterminio
nazi con
los
judíos.
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Tarantos
refleja el drama de esa marginación,
los sueños de una vida digna
y la pasión que les permite vivir,
pero también morir.
E. Hernández |
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