.:: Entrevista ::.

LOS NIÑOS PERDIDOS
de
LAILA RIPOLL

DAR VOZ A LOS SIN VOZ

Todas las casas gritan.
Pasáis, y desde esta ventana rota sale un grito de muerte.
Seguís. De ese hueco sin puerta sale una sangre y grita.
Las ventanas, las puertas, las torres, los tejidos,
Gritan, gritan. Son los niños que murieron.

(Vicente Aleixandre)


Los Niños Perdidos, con texto y dirección de Laila Ripoll estaba destinado esta temporada a la Sala Princesa del Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), siguiendo la filosofía de dar cabida a producciones externas.

Simultáneamente en la Sala grande subía – del 4 de enero al 19 de febrero - Decadencia de Steven Berkoff con dirección de Jorge Lavelli y Blanca Portillo y Mario Gas como intérpretes. La dirección de Lavelli necesitaba el patio de butacas como espacio escénico, pero la inspección no lo ha permitido, si no se llevan a cabo antes otras medidas de seguridad, puesto que la sala no está adecuada a la Ley de incendios del 2003.
  • No lo sabíamos – aclara Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional – y por eso íbamos a hacerlo donde más convenía para el montaje de Lavelli. Asumo que el Teatro Público debe cumplir la normativa vigente, aunque quiero dejar claro que todo lo que hemos hecho hasta ahora ha sido con condiciones de seguridad. Entonces como Gerardo Vera, no estoy muy de acuerdo con esta determinación. Por lo tanto Decadencia queda para la próxima temporada, pues quiero que se vea.

LOS NIÑOS PERDIDOS
EN LA SALA PRINCESA
POR DERECHO PROPIO


El que Los niños perdidos suba a la sala grande no es solamente para llenar un vacío de programación, aclara Gerado:
 
  • Entra por derecho propio, por ser un teatro extraordinario. El texto me emocionó. En este país había una laguna. Abre las llagas del franquismo. Está concebido desde una estética muy española que tiene que ver con Valle Inclán, Cervantes, Moneo, Paco Nieva, el sainete crudo y demoledor y con ironía. Algo muy español. Estoy auto-orgulloso del texto y de la Compañía.

FOTO: FERNANDO SUÁREZ

LOS NIÑOS PERDIDOS,
SIN VOZ DURANTE MUCHOS AÑOS

Hasta ahora cuando se hablaba de los niños de la guerra, siempre se relacionaba con “los niños emigrados a Rusia”. De los niños que en la posguerra quedaron sin hogar y terminaron en orfanatos, adoptados o desaparecidos, poco se ha hablado. En el libro Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis la descripción que se hace de tal situación es:
 

Perdidos porque muchos murieron en trenes de mercancías que los trasladaban desde campos de concentración a cárceles.
Perdidos
porque muchos murieron de frío, de hambre y de enfermedades.
Perdidos porque la educación que recibieron estaba destinada a privarles del futuro que sus padres querían para ellos.
Perdidos
porque muchos aborrecieron la ideología de sus padres, aquellas ideas que los habían convertido en perdedores y a ellos en unos estigmatizados.
Perdidos porque muchos desaparecieron, porque fueron entregados en adopciones irregulares, porque jamás volvieron a ver a sus familias”


FOTO: FERNANDO SUÁREZ

Conocemos realidades similares a través de reportajes en Argentina, en el Chile de Pinochet, en la guerra de los Balcanes, en el Apartheid de Sudáfrica…, pero…
 

“Todo está por hacer en España. Curiosamente los más jóvenes, los nacidos tras la muerte del dictador, los que aparentemente están saturados de las “batallitas” de los abuelos, los que más interés muestran por saber qué sucedió”.

Estos niños, lógicamente, procedía de familias con un ideario no franquista: el de los perdedores.

  • Entre estos niños huérfanos había algunos en los orfanatos – precisa Laila Ripoll que tenían padres, pero que estaban presos o no tenía recursos. También había huérfanos del bando nacional, pero éstos tenían indemnizaciones y ayudas.

EL DETONANTE
PARA ABORDAR UN TEXTO
DE ESTE CALIBRE

 

FOTO: FERNANDO SUÁREZ
Estos niños pertenecen a la generación que hoy tiene más de sesenta años y a ellos, hasta ahora en silencio, se ha acudido Teresa Martín es uno de ellos:
  • Muchas cosas han desaparecido, pero la memoria está ahí. Si alguien quiere que la memoria perdure, no tiene más que preguntar. Tengo sesenta y dos años. Es la primera vez que hablo. Es la primera vez que me preguntan.

El texto parte de una serie de testimonios recogidos por los nietos de esos niños. Sólo se puede recurrir a la memoria de los testimonios. No hay listas.

  • Por eso la única posibilidad era preguntar a tu padre o a tu abuelo. Nosotros lo hacemos a través de los actores - aclara Laila.

El detonante para que Laila Ripoll se decidieran por escribir un texto así no lo tiene muy claro:
 
  • No lo sé. El tema me rondaba en la cabeza. El testimonio más directo que tenía era el de la madre de Mariano Llorente – uno de los actores que interpreta a Tusa - , que hasta los 18 años estuvo en un albergue. Actualmente ha fallecido, pero las historias están en la familia: hambre, castigos físicos, crueldad… Este es un caso, pero está más extendido de lo que pensamos.

FOTO: FERNANDO SUÁREZ

Uno de los denominadores comunes de todas las víctimas es mostrar cierta vergüenza al tener que hablar de ese tema. El silencio se ha cernido sobre todos ellos.

  • Sólo se explica por el miedo de aquella época y que ha perdurado en ellos. También tienen como cierta vergüenza por haber sufrido lo que han sufrido. Nosotros, los nietos de aquella guerra civil somos a los que nos ha tocado contarlo, porque hemos perdido el miedo.

Mariano Llorente confirma tal miedo:
 



FOTOS: FERNANDO SUÁREZ
  • Cuando abordamos el tema y fui a visitar a mis padres solamente hasta después de una semana no me lo contaron. Cuando les pregunté “¿por qué?” me dijeron:”porque nos da miedo”.

 

  • Solamente cuando les haces caso - añade Laila - se atreven a hablar. Hemos trabajado con las impresionantes y enternecedoras historias de Paracuellos y Auxilio Social del dibujante Carlos Jiménez que fue uno de los niños perdidos y que tiene un cómic. Los testimonios de los abuelos, la poesía popular, la música de la radio, la poesía de Miguel Hernández, de Machado, de León Felipe, el santoral y el Calendario Zaragozano.

La puesta en escena se asemeja a un tragicómico collage, áspero y tierno, en el que surgen las voces de Lázaro (Juan Ripoll), Tuso (Mariano Llorente), Marqués (Marcos León) y Cucachica (Manuel Agredano), aquellos niños perdidos.
 

13 ROSAS ARMENGOL

Actualmente otras dos obras hablan de los niños: Armengol (en este caso adolescentes) de Miguel Murillo – Teatro Español de Madrid - y de mujeres embarazadas como es 13 Rosas – danza.

Este interés por el destino de los más frágiles – embarazadas y niños - comienza con Emilo Silvia – en la actualidad de 40 años – que busca el cadáver de su abuelo en una de las fosas del Bierzo. A partir de ahí muchos otros han seguido su ejemplo.

Para Gerardo Vera el tema es importante, pues todavía

  • Hay gente que le cuesta aceptar todo lo sucedido. Todavía hoy se habla de la legalidad del Alzamiento.

Para Gerardo vera el que una Compañía como Micomicón, encasillada en el antiguo teatro independiente suba a un teatro público es necesario…

  • Es importante que el texto, la dirección, la interpretación de una Compañía, antes llamada independiente, pueda encajar en un teatro público. Así se recupera el espíritu de aquellas Compañías como Tábano, TEI, Goliardos… Para mi es muy emocionante, porque yo vengo de ese estilo. Lo que sucede es que estas nuevas compañías crean mejores textos que nosotros en aquella época. Nosotros éramos más primitivos: partíamos de una idea o situación antifranquista y no sabíamos exactamente si aquello era teatro o no.

DEDICATORIA A PADRES Y ABUELOS

A lo largo de las representaciones en gira, hay espectadores que se han acercado a agradecer este recuerdo escénico. Ante tales testimonios el actor Juan RipollLázaro, en la función - ve confirmado que no se ha exagerado nada:
 
  • No exageramos nada y nos vemos sorprendidos al constatar, por quienes se nos acercan, que los auténticos niños reales se sienten amparados y comprendidos. Eso confirma una vez más la fuerza que tiene la poética del escenario y que si ellos – los niños – no pueden hablar porque tienen miedo, sí podemos nosotros hacerlo por ellos. Cuando se observa esto, uno se pregunta: ¡Qué miedo meten las dictaduras, para que uno no se atreva a hablar.

FOTO: FERNANDO SUÁREZ

El espectáculo está dedicado a “nuestros padres y abuelos, que padecieron muchas de las cosas que aquí se cuentan, a nuestros hijos, para que nunca tengan que padecerlas y a las que nos han ayudado con sus testimonios:
 

María Villanueva, Juana Doña, Teresa Martín,
Julia Manzanal, Petra Cuevas, Carmen Riera,
Balbina Torres, Uxenu Álvarez, Francisca Aguirre,
Susana Aguirre, Emilia Aragón, Tomasa Cuevas,
Florencia Calvo, María Lucas García y Vicenta Flores

Junto a los testimonios directos, se ha consultado una amplia bibliografía:
 

Carlos Jiménez.- Paracuellos, números 1, 2, 3, 4, 5 Y 6.- Ed. Glénat, 2003
Rafael Abella.- La vida cotidiana bajo el régimen de Franco.- Temas de hoy, 1996.
Antonio Álvarez.- Enciclopedia, primero y segundo grado.- Edaf, 1998.
Isaías Lafuente.- Esclavos por la patria.- Temas de hoy, 2002
Luis Ortiz Muñoz.- Glorias Imperiales.- Magisterio Español, 1940.
Jorge M. Reverte y Socorro Thomas.- Hijos de la guerra.- Temas de hoy, 2001
Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis.- Los niños perdidos del franquismo.- Debolsillo, 2003.
Eduardo Pons Prades.- Los niños republicanos en la guerra de España.- Oberón, 2004.
Gabriel Jackson.- La República Española y la Guerra Civil.- Crítica, 1976.
Luis Otero.- Al paso alegre de la paz.- Plaza y Janés, 1996.
Joseph Pérez.- Historia de España.- Crítica, 2001.


José Ramón Díaz Sande
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