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DANZA EN EL CENTRO CULTURAL
DE LA VILLA DE MADRID
BALLET DE CÁMARA
DE LA
ÓPERA DE PRAGA |
Título: Zaskok/Stand in
Música: Franz von Supe
Libreto: Pavel Smok, Vladimir Vasut.
Título: Sonata de Kreutzer.
Música: Leos Janácek.
Libreto: Pavel Smok.
Título: Stabat Mater.
Música: Antonin Dvorak
Título: Sinfonietta
Música: Leos Janácek.
Coreografías: Pavel Smok.
Compañía: Ballet de Cámara de la Ópera de Praga.
Estreno en Madrid: Centro Cultural de la Villa
(Veranos de la
Villa), 27 – VII – 2005. |
Zaskok/Stand in |
El Ballet de Cámara de la Ópera de Praga - creado en 2003 con
bailarines del Ballet Estatal de la Ópera - se presenta con
cuatro coreografías de distinto estilo y de distinto talante.
Hace años ya había aparecido por el Teatro de la Zarzuela, y en
aquel entonces Pavel Smok, su coreógrafo, se presentaba como un
rompedor de fórmulas. Hoy nos muestra un recorrido antológico de
su trabajo coreográfico, en el que destaca el buen hacer de los
bailarines, aunque queda en segundo lugar lo novedoso o la
rotura de esquemas antiguos para ofrecer otros nuevos.
Algo que vale la pena destacar, al menos a mí me ha impactado,
es un trabajo más allá del propio baile. Los bailarines de Smok
poseen un alto grado interpretativo, hasta el punto de hacerse
irreconocibles de una a otra coreografía y dejar que sea el
personaje quien aparezca. Se ha sabido entrar en la piel del
personaje y no quedarse en el mero ejecutar técnicamente unos
movimientos o unos pasos.
Zaskok/Stand in pertenece al género paródico del ballet clásico
y del mundo petulante de ciertos bailarines estrellas. Una
parodia desde el punto de vista del cariño por la danza clásica
y por esos seres que son los bailarines, aunque haya que
aguantarles ciertos despropósitos. Un estudio de danza, con
barra incluida, es el posible escenario de ensoñación para una
limpiadora que cambia una de sus botas por la zapatilla de
ballet. Otros personajes irán apareciendo: los bailarines
estrellas, el coreógrafo marchitado en sus músculos por la edad,
el nuevo candidato ilusionado –un tanto patán – que impacta al
coreógrafo más por su aspecto físico que por sus dotes
balletísticas. Todos, de una u otra manera, poseen su punto
flaco, incluso el bailarín estrella: en este caso su lesión.
Ello hace que se tenga que recurrir a la sustitución con dolor
para los lesionados, pero con optimismo por parte de los
sustitutos, así como el poder salir del paso ante el respetable.
Al principio cuesta entrar en el humor, y se teme lo peor: la
falta de gracia o la repetición de tópicos. No obstante tal
temor es infundado.
Zaskok/Stand in |
A nivel dancístico hay un elaborado estudio al apuntar el paso o
movimiento clásico en su pureza y destruirlo inmediatamente en
forma humorística. A la larga no es fácil este trabajo
desconstructor, pero es lo que convierte la parodia en una fina
ironía hacia algo – el ballet clásico – que cuando es virtuoso,
siempre engancha.
Sonata de Kreutzer (1923), con música del compositor checo
Leos
Janácek (1854 – 1928) se inspira en el homónimo de León Tosltoi:
Sonata a Kreutzer. Se trata de la tragedia de un hombre –
Pózdnyshev - que al desplomarse su matrimonio, reflexiona acerca
de los valores predominantes en una sociedad en la que,
supuestamente, la rectitud es piedra angular. Es una narración
breve – Ana Karenina, Guerra y Paz son novelas largas y por las
que más conocemos a Tolstoi - que muestra el ingenio narrativo.
La intención de Tolstoi era poner en solfa una doble moral de la
burguesía de entonces.
El libreto que reescribe Pavel Smok, a partir de la composición
de Janácek, se centra en el trío amoroso: ella, el marido y el
amante. Y en programa de mano se nos aclara, que la situación
planteada por Tolstoi le sirve para mostrar “como suelen ser la
mujeres las víctimas del amor y los celos”. Esto da pie a ir
construyendo coreográficamente pasos a dos que se entrelazan con
paso a tres. El trío – imposibles los nombres por falta de
documentación en el programa de mano – muestra una gran fluidez
y una precisión en movimientos que se hacen y deshacen con
rapidez, expresando gran dramatismo. La calidad dramática de los
intérpretes hace de esta Sonata un bello ejercicio coreográfico,
en el que la bailarina – al ser la protagonista - destaca
especialmente.
Stabat Mater (1879) lo compuso Antonin Dvorak (1841-1904), tras
la muerte de sus dos hijos. Para la cultura cristiana el
referente es muy preciso: la Virgen, madre dolorosa ante la
pasión del Hijo. Se trata, pues, de una música religiosa, que,
probablemente, le sirve a Dvorak para reflejar el mismo
sentimiento de dolor: muerte del hijo en la Virgen, muerte de
sus dos hijos. La coreografía que Smok construye posee un tono
de austeridad que se prolonga en el mismo vestuario. La salpica
de referencias históricas: los puñetazos, la elevación del
protagonista en cruz hacia las alturas, la insinuada Pietá… Este
discurso traducido en religioso, para quien conoce la historia
bíblica, sirve también para quien no la conozca, puesto que
termina por adquirir el carácter universal de la agresión y la
muerte del mundo que nos rodea. Los bailarines comienzan con una
venda en los ojos y terminan volviéndosela a poner, como si nada
hubiera sucedido. Es la venda que nuca se quiere quitar el
mundo.
Hay amplios desplazamientos de los bailarines – ellos y ellas -,
así como la formación grupal de unos y otros. Se entrevera
apuntes de extensiones clásicas con discretas formas de danza
más contemporánea. El conjunto vuelve a mostrar su buena técnica
y su buena labor interpretativa. Stabat Mater termina por
convertirse en una meditación. Tema, música y coreografía
conducen a ello.
Sinfonietta (1926), de Leos Janácek es una explosión de vida,
que contrasta con la coreografía precedente. En palabras de
Janácek. “muestra al hombre libre de hoy, la belleza de su alma,
su alegría, su coraje y su fuerza para luchar hasta la
victoria”. Vestidos de blanco - ellos y ellas – abunda en la
composición circular que produce un sentido de esponjamiento y
de alegría. El pequeño salto de desplazamiento proporciona
gracilidad a todo el conjunto.
Aunque las cuatro coreografías son independientes, al
presentarlas conjuntamente, me parece entrever un cierto hilo
conductor, en la línea de sentimientos que embargan al ser
humano: humor en Zaskok/Stand in, opresión y duda en Sonata de
Kreutzer, dolor y resignación en el Stabat Mater y coraje para
seguir hacia delante en Sinfonietta. Lo que el Ballet de Cámara
de Praga nos ha ofrecido es una descripción del interior del
hombre.
A nivel de bailarines cuenta con un elenco sólido, de los cuales
el programa de mano no nos ha proporcionado sus nombres.
¡Lástima! |