COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA
(NACHO DUATO)
DIECISIETE
ULTIMA COREOGRAFÍA DE NACHO DUATO
Título: Cautiva.
Coreografía: Nacho Duato.
Música: Alberto Iglesias.
Escenografía y vestuario: Nacho Duato.
Diseño de luces: Nicolás Fischtel (A.A.I.).
Intérpretes:
27,28 y 30 de enero / 4 y 5 de febrero: Tamako Akiyama,
Ana Teresa Gonzaga (Luisa Mª Arias: 29) – Yolanda Martín
(Marina Jiménez: 29, 30 y 4), Christette Horna – Dimo
Kirilow –
Liu Balocchi, Marina Jiménez (Andrea Méndez:
29, 30 y 4). Miriam Kescherman, Susana Riazuelo, Lucía
Barbadillo, Inés Pereira, Nadja Seltrup
–
Héctor Torres,
Fabrice Edelmann, Mathieu Rouviere, Oscar Salomonsson,
Alejandro Álvarez.
1,2 y 3 de febrero: Ana María López, Luisa María Arias –
Yolanda martín, Andrea Méndez – Isaac Montllor -
Liu
Balocchi, Marina Jiménez, Miriam Kescherman, Susana
Riazuelo, Lucía Barbadillo, Inés Pereira, Nadja Seltrup
–
Héctor Torres, Alejandro Álvarez, Francisco Lorenzo,
Gentian Doda, Jens Rosen.
Estreno: Teatro Madrid, 12 IV de 1993 (Compañía
Nacional de Danza).
Reposición: Teatro de la Zarzuela, 27 – I - 2005.
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Título: Falling Angels.
Coreografía: Jiøi Kylián.
Música: Steve Reich (Drumming, Parte 1).
Escenografía: Jiri Kylián.
Figurines: Johe Visser.
Diseño de Luces: Joop Creoort.
Puesta en escena: Roslyn Andersson.
Intérpretes:
21 y 29 de enero y 1,3 y 5 de febrero: Ana María López,
Christelle Horna, Tamako Akiyana, Yolanda Martín, Nadja
Sellrup, Liu Balocchi, Marina Jiménez, Luisa María
Arias.
28 y 30 de enero y 2 y 4 de febrero: Andrea Méndez,
Susana Riazuelo, Marina Jiménez, Liu Balocchi, Ana
Teresa Gonzaga, Lucía Barbadillo, Inés pereira, Miriam
Kescherman.
Estreno: AT&AT Danstheater de la Haya, 23 – XI – 1989
(Nederlands Dans Theater)/ Teatro Real de Madrid, 25 – V
– 2004 (Compañía Nacional de Danza).
Reposición: Teatro de la Zarzuela, 27 – I - 2005.
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Título: Diecisiete.
Coreografía: Nacho Duato.
Música: Pedro Alcalde/ Sergio Caballero (Diecisiete).
Escenografía y figurines: Nacho Duato.
Diseño de luces: Brad Fields.
Intérpretes: (Todos los días) Tamako Akiyama, Yolanda
Martín, Ana María López, Luisa María Arias, Ana Teresa
Gonzaga (Liu Balocchi: 29 de enero) – Rafael Rivero,
Francisco Lorenzo, Gentian Doda, mathieu Rouviere, Isaac
Montlor, Jens Rosen, José Carlos Blanco.
Estreno Absoluto: Teatro de la Zarzuela, 27 – I - 2005.
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FOTOS: FERNANDO MARCOS |
Cautiva (Nacho Duato), Falling Angels (Jiøi Kylián),
Diecisiete
(Nacho Duato), han sido los tres títulos – y en este orden – que
componen el programa de danza exhibido en el Teatro de la
Zarzuela.
Cautiva ya se vio en el Teatro Madrid (estreno, 1993) y
Falling
Angels (1989) – una coreografía de 14 minutos, casi obligada en
la programación de muchos países, por lo divertida y lozana – se
pudo ver en el 2004 en el Teatro Real. Por lo tanto el interés,
para los habituales a la danza, se centraba en Diecisiete.
También es verdad que los habituales madrileños seguramente
esperaban Herrumbre – estrenada en el Teatro del Liceo el
trimestre pasado. No obstante Herrumbre (bucea en el mundo de la
tortura), tendrá que esperar hasta Agosto, cuando el Teatro
Real, le abra sus puertas. Es una coreografía de una hora y
cuarto de duración y su desarrollo coreográfico, necesita un
escenario de mayor amplitud que el del Teatro de la Zarzuela.
DIECISIETE: EQUILIBRIO ESTÉTICO ENTRE MÚSICA Y DANZA
Justo es que empecemos por
Diecisiete. El programa de mano nos
informa del punto de partida a nivel de inspiración: el “haiku”,
vocablo que nada dice – a excepción de poetas e interesados en
la cultura japonesa - a la mayoría del personal.
“Haiku” se relaciona con la poesía y es, “probablemente, la
estructura poética más breve tanto en Oriente como en
Occidente”. Sin rima, con posibilidad de varias frases, pero con
sólo una imagen poética, la única regla formal es que las
palabras (polisilábicas en japonés) que forman el “haiku” tengan
17 sílabas. De ahí, el título Diecisiete.
El “haiku” le lleva a Duato a sumergirse en el mundo cultural
japonés en lo que tiene de contemplación de la naturaleza, que
es elevada a rango de poesía. De suyo los “haiku” poetizan el
entorno natural que rodea al ser humano y que Japón celebra en
onomásticas o cuida con esmero. Una concepción muy distinta a
Occidente y sobre todo en un Occidente machacado por la
industria capitalista.
De todos los “haiku”, Nacho y sus músicos – Pedro Alcalde y
Sergio Caballero (compositores también de Herrumbre) - elige los
que aluden a la nieve y la muerte. En la narración hay un
sentido de nacimiento y muerte, que responde al ciclo vital de
retorno de la propia naturaleza.
Toda esta exposición como sustrato para la creación de este
ballet, no se desprende de la coreografía que vemos, sino, como
ya he dicho, de la información del programa de mano. Y esto es
lógico ya que la gran virtud de cualquier creador es transponer
a nivel de categoría universal, las categorías particulares y
culturales. Japón, en este caso, es el punto de partida del que
nos olvidamos y sólo, al final, lo recordamos bien por un
apuntado folklorismo de pseudos kimonos y faldas de samurais,
visten a los bailarines o por la discreta y distante inspiración
de algunos movimientos.
Algo similar sucede con la música. Salvo unos compases
orquestales al principio y al final, el resto de la partitura lo
ocupan sonidos de la naturaleza - muy reelaborados hasta el
punto de no importar su identificación concreta -, y voces en
japonés. Tales sonidos adquieren una gran expresividad y una
gran sincronización con el movimiento creado. Hay un secreto en
la adquisición de esta virtud: la composición musical se ha ido
confeccionadamente paralelamente al descubrimiento de las líneas
coreográficas. Ello proporciona a esta coreografía la cualidad
de no cobrar excesivo protagonismo la una (música) o la otra
(danza). Es de las pocas veces que, al menos yo, he podido
constatar este equilibrio estético entre música y danza.
Si la personalidad del “haiku” es ser una breve imagen poética y
hablar más de la ausencia que de la presencia (elemento
fundamental en toda obra de arte), Diecisiete, lo consigue en
buena medida. A lo largo de toda la narración balletística, se
suceden bellas imágenes poéticas de gran fuerza expresiva,
mediante unas bien diseñadas y poderosas líneas coreográficas.
Cabe destacar el arranque del paso sobre la nieve en la pareja.
También son muy elocuentes y de gran expresividad los pasos a
dos y los solos de Tamako Akiyama.
A lo largo de todo el desarrollo se combinan líneas de fuerte
tensión - el grupo masculino sobre la roca, ciertas
composiciones en pareja – con otros más suaves, logrando un
continuo y creciente interés, creador del ritmo. El último “paso
a dos” de la pareja envuelta en la densa cortina poética de
nieve que cae, es de una gran belleza y de una gran capacidad
expresiva en cuanto nos envía a una sucesión de imaginarios.
A toda esta sugerente poesía balletística es fundamental la
exquisita iluminación de Brad Fields, el cual crea ambientes muy
expresivos.
Los bailarines, todos, muestran una gran técnica, precisión y
dramaticidad, tanto a nivel de líneas corales como individuales.
Se palpa una gran madurez y cohesión de conjunto.
Esta composición, vuelve a mostrar un Nacho que ya se reveló en
Por vos muero con una capacidad poética en el límite del
misticismo. Poesía y mística terminan por ser sinónimos y,
posiblemente, son el verdadero motor del ser humano cuando –
poesía y mística – encuentran su verdadera entidad, alejadas de
manierismo y sentimentalismos.
CAUTIVA: BRILLANTE INTERPRETACIÓN
No es frecuente que Nacho Duato – salvo Jardin Tancat – retome
sus coreografías cuando han pasado muchos años. O pasan a otras
compañías o bien, ahora, son patrimonio de la Companía Nacional
de Danza 2. Sin embargo vuelve a presentar Cautiva.
En el momento de su estreno (1993) me sorprendió la traducción
coreográfica de un cierto onirismo, al
mezclar diversos planos
emocionales, pero sobre todo la eficaz plasmación de la
inquietud que produce la duda, la cual lleva a la enclaustración
de la propia vida. Las idas y venidas del grupo, los
contorsionados pasos a dos, inundados, de pronto, por el
conjunto coral eran modos muy expresivos de transmitir la
inabarcable existencia del ser humano que se debate entre la
vida (el amor) y la muerte.
No obstante, en aquella ocasión, tuve la sensación de que la
música de Alberto Iglesias, podía más que la propia coreografía.
Es como si se la enguyese, hasta el punto de dominar sobre ella.
Esta misma sensación me ha producido en esta nueva visión de
2005. La música sigue teniendo más protagonismo que la propia
danza.
Dicho esto, me ha sorprendido gratamente la propia coreografía
en sí misma.
Es como esos vinos que con el tiempo mejoran. Hay como un ajuste
de tiempos y de ritmo, lo cual es imposible, por cuanto la
música sigue siendo la misma y los movimientos también. Pero lo
que hace de Cautiva.05 una coreografía más impactante es la
precisión de los bailarines
tanto a nivel coral como individual.
Hay una mayor limpieza y diseño de los movimientos, así como una
mayor fluidez de entradas, salidas y paso de un movimiento a
otro. Toda ella es más brillante y segura.
FALLING ANGELS: RÍTMICO DIVERTIMENTO
Falling Angels de Jiøí Kylián ha sido reiteradamente
interpretada por diversas compañías mundiales, desde la fecha de
su estreno en 1989. De breve duración (14 minutos) es casi un
distensivo divertimento en el que movimiento corporal y
desplazamientos corales van pautados rítmicamente por una sobria
percusión. Posee cierto sentido del humor y se ve con agrado.
Da la sensación de una coreografía fácil por lo elemental que
aparece. No obstante, sus movimientos, un tanto robotizados,
requieren una precisión individual y colectiva nada fácil. Es
una alarde de puro ritmo milimetrado.
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