POR LOS CAMINOS DE SANTIAGO
NUEVA PRODUCCIÓN DE EL
BALLET FOLKLÓRICO DE MADRID
Título:
Por los caminos de Santiago (1º programa), España Baila (2º
Programa).
Coreografías: Pedro Azorín, Juanjo Linares, Mª José
Ruiz, César Casares, pilar Verruga.
Vestuario: Jesús Escribano.
Coordinador Artístico: Javier García.
Coordinador Musical: Natalia Gómez.
Maestra de clásico: Consuelo Cano.
Músicos: Cantantes (Rus García, Natalia Gómez,
Virtudes Sánchez, José Luis Urben); Bandurrias
(Israel de la Cruz, Manuel Mejía); Laud (Gustavo
Hernán); Guitarras: Guillermo García, Álvaro
Guerrero; Acordeón: Mónica Morán; Timple:
Paco Méndez; Percusión: José A. Álvarez.
Bailarines: Ballet Folclórico de Madrid.
Director: Jorge García Ávila.
Estreno en Madrid: Teatro Madrid,1-IX-2004 (Por los
Caminos de Santiago),
Reposición en Madrid: Teatro Madrid, 4 – IX –2004
(España Baila)
La
temporada pasada este conjunto, cercano al antiguo de “Coros y
danzas”, ya presentó España Baila, que, con su actuación
venía a mostrar los principios que rigen el grupo. Ahora como
segundo programa repite el título mencionado y como primer
programa una nueva producción acorde con los tiempos jacobeos:
Por los Caminos de Santiago.
He comenzado aludiendo al “antiguo Coros y Danzas” y
puede sonar peyorativamente. De alguna manera, mi intento ha
sido así, pero con matices. Tengo suficientes años como para
recordar aquel itinerario triunfal de nuestros Coros y Danzas
y no digamos las gigantescas manifestaciones sindicales bailadas
en el Bernabeú. Era un espectáculo apabullante y al mismo tiempo
agobiante, pues la politización de la danza y costumbres
apestaba. También recuerdo el programa televisivo – en blanco y
negro, que restaba protagonismo al colorismo del vestuario -
sobre nuestros danzas y coros locales. Aquello era un buen
trabajo etnográfico en el que se desenterraron las danzas más
ancestrales. Algunas insoportables y sólo inteligibles para la
gente de la región y una gente muy, muy de otra época. Relato
estos tres momentos porque reflejan tres modos diversos de
acercarse a eso que se llamó “Coros y Danzas”.
Tras la democracia se corrió un tupido velo, a nivel de danza
folclórica, sobre estas manifestaciones. Se cayó, probablemente
injustamente, en el olvido. Pero ya se sabe que en todo cambio,
hay un primer momento en que es imperioso “matar al padre”, para
librarse de los demonios y resucitar.
Lo primero que se sacrificó fue esa pantagruélica visión del
Bernabeú. Tenía demasiado tinte político de algo que se
necesitaba olvidar. Después, cada una de las danzas se recluyó
en su autonomía para bailarla – si es que los jóvenes son
capaces de ello y les dice algo – en las fiestas populares. Esa
reclusión y seña de identidad le vino bien a cada Autonomía para
afincarse en su propia idiosincrasia, diversa de la de los
vecinos de al lado y romper así esa obsesiva idea de la unidad
de España, como un “totum” dirigido desde el centro y no como
una unidad en la pluralidad. Cada región vibró y sigue vibrando
con sus cantes y bailes e incluso se emociona. Parece ser que
este sentimiento flotaba entre los espectadores del Teatro
Madrid.
Alejados los demonios de esa manipulación política de la danza,
las aguas volvieron a su cauce. Curiosamente surge en Madrid –
un Madrid que no hace ascos a nadie – un grupo que se preocupa
de restaurar (¿?) la totalidad de los pueblos de España en sus
bailes y cantes. Atienden al nombre de Ballet Folclórico de
Madrid.
En el programa de mano formulan su credo:
Surge a partir del “Grupo de Coros y Danzas de Madrid” con la
idea de crear una compañía de danza capaz de llevar el folclore
a los más altos niveles de espectáculo sin por ello perder su
pureza y rigor...
Se pretende acercar el folclore al mundo profesional y ...
(llevar) a los escenarios esa cultura tradicional que en muchos
casos se está echando de menos y que sin embargo es la base de
toda la danza española...
Una de las principales preocupaciones ... es la conservación de
las danzas y músicas populares en su forma más original dado el
entorno actual dominado por la pérdida de las señas de identidad
como consecuencia del proceso de globalización al que asisten
todos los pueblos...
Se pretende la profundización y conocimiento del folclore como
parte de la personalidad colectiva de los pueblos. Por ello
(dedicamos) grandes esfuerzos a la investigación y conservación
del folclore en todas sus manifestaciones: danza, música,
vestuario, etc ... a la vez conjugado con una puesta en escena
actual y moderna... |
Poco hay que objetar a tal declaración de principios: Conservar
un patrimonio y divulgarlo a través del mundo del espectáculo.
También es loable el entusiasmo por tal empresa. No obstante lo
que aparece sobre el escenario no se ajusta del todo al ideal
establecido. Lo cual no quiere decir que lo que hemos visto sea
un desastre, ni mucho menos.
Llama la atención la variedad de bailes y la buena capacidad de
los bailarines – a nivel folclórico, diverso de lo que puede ser
un bailarín de un ballet, pongamos el Ballet Nacional - para
interpretar las diversas danzas. También la riqueza del
vestuario mostrando una amplia gama. Lo mismo se puede decir con
el cante y con los instrumentos musicales.
Todos esos valores se ven perjudicados al comprobar que, en
ciertos momentos, el tedio invade al espectador. Lo que digo es
pretencioso, ya que puede parecer que me erijo en portavoz de
todo un público que tanto el Viernes 3 como el Sábado 4,
aplaudieron, a rabiar, en ciertos momentos de la representación
y al final. No obstante, creo, que se podía percibir, durante
las dos horas de espectáculo cuándo el público se enganchaba con
fervor y cuándo era mero observador. Y aquí está el dilema con
el que se encuentra, aún, este Ballet Folclórico de Madrid.
NO TODAS LAS DANZAS SIRVEN PARA EL ESCENARIO
Si se asiste con la conciencia de una recuperación etnográfica
con respecto a las danzas y canciones, el talante – más paciente
y estudioso – tolera baile tras baile. Si la disposición es la
de ir a ver un espectáculo cuyas coordenadas son las de la
sorpresa, la emoción, el interés, la fascinación etc., aquí
vamos a trompicones. Hay danzas que nos llegan y nos entusiasman
y otras nos aburren, aunque tengan “mucho mérito” por la
reconstrucción histórica.
El “folk”, en general, siempre tiene un peligro cuando se sube a
un escenario. Las danzas y los cantes proceden de un entorno
cultural ancestral, a veces traducción de ritos y costumbres
válidas para los lugareños. Si se analiza la estructura del
baile, ésta es muy elemental. Una serie de pasos que ritualmente
se repiten y que para el profano pueden aburrir hasta la
saciedad ya que nada les aporta porque le falta el contexto. El
tedio se apodera del espectador y su único consuelo es mirar el
reloj.
PÉRDIDA DE LA ESTILIZACIÓN DEL CUERPO
Lo mismo sucede con el vestuario. Es muy distinto el auténtico
vestuario de la localidad visto sobre el terreno que el que
tiene que subir a un escenario. Como ejemplo llama la atención
el utilizado, en Por los caminos de santiago, para la Jota de mi
Pueblo (Burgos). Posiblemente es el propio del lugar, pero en un
escenario no funcionan aquellos horrendos pantalones de pana
marrones y la faja negra en los hombres. En general todo el
vestuario regional es poco favorecedor: hace a las mujeres
excesivamente gruesas y también a los hombres, cuyas calzas
convierten las pantorrillas en dos antiestéticos troncos. Por
eso sorprende, favorablemente, cuando ellas lucen el traje de
faralaes con un espigado cuerpo y ellos hasta sacan tipo –
incluso los barrigudos - con el pantalón flamenco o visten de
pescaderos en El Chacarrá. Nadie diría que son los mismos
intérpretes. Algo similar sucede con el colorido de los trajes.
Los de tonos grises restan brillantez.
Con todo esto quiero decir, que aunque esta agrupación se haya
planteado hacer el trasvase hacia el mundo del espectáculo, sólo
se ha quedado en el plano teórico. Ese trasvase, en la práctica
no se ha hecho. No todas las danzas regionales, queriendo
mantener su pureza étnica, son válidas para el escenario, al
menos en su totalidad. Las que no cumplen el requisito de la
espectacularidad deberían aparecer como ráfagas. Sirva de
ejemplo loable, en España Baila, las jotas de Aragón en la
segunda parte del espectáculo: Aragón. Ya de hecho, la jota es
un baile que entusiasma, pero aquí se logra el ritmo mediante la
variedad de las tres parejas, tanto en el vestuario como en el
mismo paso jotero de diversa intensidad, para terminar en un
vivaracho sexteto. También es espectáculo de por sí las danzas
más vivas: Sevillanas, fandangos, isas, etc... Cuando esto
sucede sobre el escenario el interés crece y la atención vuelve.
No dudo que no se haya intentado, pero no se ha conseguido. Se
impone una revisión más a fondo de lo que sirve para un
escenario o lo que simplemente funciona en el lugar y en las
fiestas populares. El tijeretazo inteligente es el secreto para
que un espectáculo funcione y eso es lo que ha hecho el Ballet
Español, desde el mítico Antonio y Magriñá, o lo que en estos
últimos tiempos se ha tenido que plantear el flamenco y el
“jondo” cuando se ha subido al escenario. Lo que valía en la
cueva o en el tablao no vale para un coliseo.
TRABAJAR MÁS EL CONCEPTO DE RITMO TOTAL
Dentro de esta misma concepción del espectáculo hay que
considerar el ritmo de todo el conjunto como crucial. Tal ritmo
se consigue con la variedad – ésta se logra suficientemente al
ofrecer una amplia gama -, pero sobre todo evitando los tiempos
muertos. Unos proceden de la misma danza. Ya he mencionado el
ritualismo monótono de alguna de ellas. Otros de la unión de
unas danzas con otras. En los dos espectáculos ofrecidos no se
encuentra o no se sabe la técnica para que dicha unión fluya.
Vemos cómo salen y entran los bailarines y sentimos el “impas”
de la espera vacía. Vemos cómo se colocan – torpe la
construcción del tapiz goyesco - y a veces esperamos demasiado.
Basta un segundo escénico vacío para que sintamos la muerte del
ritmo.
POR LOS CAMINOS DE SANTIAGO
La idea no está mal. Viajar a Santiago a través de las rutas
españolas principales: Vía de la plata
(Sevilla-Extremadura-Zamora); Camino de América (Canarias);
Camino Francés y Norte (Aragón, Navarra, País Vasco, Castilla,
Cantábrico y Galicia). Un viaje como observador de esas
regiones, bajo la mirada del folclore.
Un guión audiovisual orienta al viajero. Tampoco la idea es
mala, sólo que los medios visuales son modestos y el decir del
texto demasiado rápido. Es muy difícil competir con el
despliegue de medios que se utilizan hoy en día en el mundo de
la escena. Y si esto es así todo debe ser más discreto o buscar
algo más cercano a las armas que se poseen.
Aquí sucede, a nivel de danza, lo ya apuntado. No todas tienen
la misma impronta teatral y por lo tanto el mismo atractivo
escénico. Se necesitaría una mayor depuración y, como ya he
dicho, dejar como meras ráfagas aquellas menos apetitosas.
Hay otras como son la Danza de Espadas (Maestrazgo de Santiago) y
la Danza de Peregrinos (Galicia) que poseen un “handicapp” de
entrada. Pertenecen a ese tipo de bailes, cuyo mérito y
satisfacción visual se basan en la perfecta evolución de las
líneas. Vienen a ser una geometría en movimiento. De eso saben
mucho los eslavos y el ballet clásico – la línea de bailarines
con tutú que evolucionan con un gran sincronismo. O lo que ha
llevado al extremo B. Berkeley en el cine con los musicales de
los años treinta. La tal pureza de líneas no existe en nuestro
caso, lo cual desluce el baile. Y esto ya corresponde a la
pericia de los bailarines y a un trabajo de sincronismo muy
preciso. Hora y horas y horas ....
ESPAÑA BAILA
Lo había visto la temporada pasada y me tentó el volver a ver.
Me temo que sigo teniendo la misma opinión de entonces. Sigue
con las virtudes y los defectos. Resulta más atrayente que Por
los caminos de Santiago. La razón está en que “los caminos” al
trazar un itinerario real se siente obligado a echar mano de las
danzas de los lugares citados, y algunas son poco atractivas. En
cambio en este segundo programa, al no estar atado a tal
itinerario, ha recurrido a las danzas más vistosas, más aptas
para la escena. Con todo, sigue acusando la falta de ritmo en
las uniones, pero en conjunto se ve con mayor agrado e interés.
Cabe destacar la reconstrucción del mundo goyesco y los pasos a
dos de la escuela Bolera. Y, como es lógico, entusiasman los
fandangos y las sevillanas, así como El Chacarrá. De gran finura
es el Bolero de Carlet (Valencia).
Este Ballet Folclórico de Madrid, cuenta con un bagaje
importante en cuanto a número y calidad de bailarines, vestuario
y conocimiento de las danzas. Aunque se muevan en el terreno del
“folk” – no es un Ballet Español -, si es que pretende
mantenerse sobre un escenario, todavía tiene que trabajar más
las técnicas que impone el espectáculo y una de ellas básica es
la concepción del ritmo y la pureza de líneas en sus
intérpretes, así como el tener medido el espacio. Tendría que
revisar el mismo vestuario que nunca podrá ser el real.
Demasiados pololos, enaguas y refajos que escénicamente
esperpentizan unos cuerpos jóvenes y destruyen ciertas líneas
balletísticas.
Todavía les falta la brillantez.
AUSENCIAS
España Baila, es título un tanto arriesgado. ¿Dónde está el País
Catalán y Mallorquín? ¿Y el País Vasco? ¿Y Galicia? Estos dos
últimos han sido recuperados en Por los Caminos de Santiago,
pero los otros siguen ausentes. |