ROMANCERO GITANO

AUTO DE PASION LAICA

Entre 1924 y 1927 Federico García Lorca escribía el Romancero Gitano. Un testimonio, en ocasiones trágico, sobre la “gitanería”. Mundo incomprendido en la cultura paya y que ha tenido que abrirse su camino a codazos para subsistir.

Lorca, sensible a ese mundo, desgrana una serie de romances que en su época Dalí tachó de vuelta atrás en su poesía. Desde Cadaqués le da una opinión desfavorable. En la posteridad este Romancero se ha tratado más con criterios folklóricos y si se me apura mucho como obra menor dentro de toda su producción. De vez en cuando se recitaba, pero nunca se pretendió dramatizarlo sobre el escenario. Por eso cuando Francisco Suárez propone un Romancero Gitano dramatizado y bailado, la incógnita es si eso es posible. Y lo es y encima el público entusiasta - no era el día del estreno - abarrota el Teatro Español y al final una salva de aplausos levanta a todos los espectadores de sus butacas que se resisten a dejar marchar a los intérpretes. Aplausos también, y fuertes, en algunas ocasiones interrumpiendo el espectáculo como fue en El contrabandista sonámbulo (Romance Sonámbulo) y en Reyerta.


Romancero Gitano: Preciosa y el Aire
(Alegría Suárez)
Foto: Chico y Volando vengo

Título: Romancero Gitano.
Autor: Federico García Lorca.
Dramaturgia escénica: Rubén Cano y Francisco Suárez.
Coordinación Coreográfica: Florencio Campo.
Composición y Dirección musical: Juan Antonio Suárez, Pablo Suárez, Juan de Pura y Daniel Suárez Sena: Cachapines.
Escenografía: Gabriel Carrascal.
Iluminación: Rafael Echeverz.
Vestuario: Maite Álvarez.
Atrezzo: Lucas Barranco.
Realización de Escenografía: Carlos Merino - Teatrek.
Realización de vestuario: Petra Porter.
Realización de la bata de cola de Preciosa: Cristina Galán.
Producción: Kalós, teatro, música y danza.
Distribución y contratación: Pilar Dios Teatrek.
Cantaores: Aurora Losada, Juan de Pura y Simón Román.
Músicos: J.A. Suárez Cano y Antonio Rey (Guitarras), Pablo Suárez (Piano), Daniel Suárez Sena (Percusión).
Bailarines-intérpretes: Florencio Campo (Federico), Claudia Faci (La Luna), Daniel Doña (la sombra de La Luna), Inge martín (Soledad Montoya), Kelian Jiménez (El contrabandista sonámbulo), Isaac de los Reyes (Gitano de Reyerta), Nino de los Reyes (Gitano de Reyerta), Alegría Suárez (Preciosa), Daniel Doña (Sangabriel), Inge martín (Anunciación de lso Reyes), José maya (Antoñito el Camborio), Kelian Jiménez/Isaac de los Reyes/Nino de los Reyes (Los primos Heredias).
Adjunto a la dirección: Rubén Cano.
Dirección: Francisco Suárez
Estreno en Madrid: Teatro Español, 11 - VIII - 2004 (Veranos de la Villa).

DRAMATURGIA: HOMENAJE Y TRAGEDIA CLÁSICA


La dramaturgia que trazan Rubén Cano y Francisco Suárez es inteligente y a la vez doble. Un homenaje a Federico y un homenaje al pueblo gitano. Hay un hilo conductor el propio Federico - una perfecta recreación física al inicio en su salida - que escribe sobre el suelo sus poemas y a la vez participa de ellos corporalmente integrándose en el baile de los personajes surgidos de sus poemas. Todo comienza en la tumba de Federico. Ante ella un grupo de gitanos enciende una lámpara y canta el lamento. Esa llama encendida se transporta a una luminosa puerta de la que sale Federico: con él viene la luz de la creación. Personajes de continuidad serán también la “eterna” luna lorquiana “con su polisón de nardos” y “sus senos de puro estaño” y su sombra.



Fedrico García Lorca

De todos los romances escoge: Romance de la Luna, Luna.- Soledad Montoya (Romance de la Pena negra).- El contrabandista sonámbulo (Romance del Sonámbulo).- Reyerta.- Preciosa y el Aire.- Anunciación de los Reyes (San Gabriel).- Prendimiento y muerte de Antoñito el Camborio.- Romance del emplazado.- Romance de la Guardia Civil Española. Se trata de una buena selección, una vez que en ellos aparecen los temas fundamentales lorquianos. Hay algo más: la temática gitana - hay una cierta sucesión histórica de los avatares de la tribu - se encarna en la misma vida, pasión y muerte de Federico que adquiere tintes religiosos apoyados por la ilustración del programa de mano. Por ejemplo el romance San Gabriel se ilustra con una Anunciación a la Virgen. El romance anuncia el gozo de la Virgen y el dolor que le espera. El mismo dolor y abandono de un Gabriel donjuanesco niña gitana. que baila por sevillanas, madre de Antoñito el Camborio, que sufrirá el prendimiento y la muerte, poema que se ilustra con un Ecce Homo y cuya imagen final será un Camborio en cruz, cubierto con la sangrante clámide roja. En ese Camborio ya está personificado Federico y su ejecución ocurrirá en el Romance del Emplazado.

Hay, pues, un entrelazado entre la figura de Cristo - símbolo de la humanidad pisoteada -, el recorrido doloroso del pueblo gitano y el cantor de dicho dolor que sufre en sus carnes la intransigencia de un colectivo hasta llevarle a la muerte. También hay apuntes de los mitos clásicos de la tragedia griega.

El tratamiento escénico para tal dramaturgia bebe del baile flamenco (los palos), del cante y de una escueta recitación, más como eco, lamento o transición.

El romance lorquiano, salvo pequeñas intervenciones, se adjudica al cantaor o a la cantaora, por lo tanto nos se busca tanto el “decir” del rapsoda sino el sentimiento que emana de los versos traducidos a los palos flamencos que a su vez se convierten en baile: tangos, bulerías, martinete etc... Se aprovechan dichos palos para narrar la historia o la emoción del momento y aquí hay una gran virtud, el baile se pone al servicio de la narración y no tanto al servicio del virtuosismo del bailarín. Se acierta con el “tempo” del baile adecuado para cada situación, lo cual quiere decir que se encuentra el ritmo apropiado.

Aurora Losada, Juan de Pura y Simón Román son los cantaores que transmiten el “pathos” o la “alegría” de la tonada. Hay momentos de mayor protagonismo del “cante”, como sucede en el Romance del Emplazado, en que uno de los cantaores, en pie, viene hasta el primer término del escenario o el protagonismo total de los tres cantaores en el Romance de la Guardia Civil Española, al situarse en línea en el proscenio, mientras que en segundo plano se da por terminada la tragedia lorquiana de gitanos y su portavoz. En el programa de mano esta Ceremonia Número Diez - los distintos romances se encabezan con el título de Ceremonia - “es un homenaje a todas las víctimas inocentes que han sufrido y sufren el desprecio y la injusticia por defender su identidad. Una oración para recordar a todos los que han muerto en New York, Irak y Madrid“. Tal observación se tiene en cuenta por la información del programa, pero no es extraíble escénicamente.

Después está el baile, que como ya he mencionado sigue los palos flamencos, según el estado de ánimo de la propia narración. Dichos ritmos se alternan con desplazamientos corporales que apuntan a un paso clásico, a movimientos extraídos con discreción de la danza contemporánea o simplemente a una mera traslación. No falta cierto homenaje a la acrobacia como es el uso de la cuerda circense para que la “luna de polisón de nardos” se descuelgue de las alturas o la prolongada bata de cola - acertado símil del mar azul, blanco y verdoso gaditano en Preciosa y el Aire - suba a las alturas cuando Alegría Suárez, después de moverla con gracia y magia, se desprenda de ella y baile sus Alegrías, que arrancan aplausos.

Otro de los aplausos redoblados fue para Kelían Jiménez en El contrabandista sonámbulo, en su Soleá por bulerías con el “Verde que te quiero verde” o bien los tangos de Reyerta de Isaac de los Reyes y Nino de los Reyes, que plantan un zapateado agresivo de gran contundencia. Después vendrá José Maya: un bailaor elegante y sobrio en su interpretación de Antoñito el Camborio.

UNA MÁGICA ESCENOGRAFÍA

La escenografía de Gabriel Carrascal es de gran sugerencia. El obligado grupo musical, normalmente alineado al fondo en los espectáculos de flamenco, aquí queda entreverado en los laterales, mediante la sutil transparencia blanca de las tersas pantallas - paredes blancas de tantas obras lorquianas - para favorecer el desarrollo escénico en el centro, al fondo y en las alturas. Hay un uso económico y adecuado de dicho espacio. Ayuda a la magia del espectáculo la iluminación de Rafael Echeverz, cuidada con esmero y con un gran sentido dramático.

No sé si desde otra perspectiva puede ofrecerse este Romancero, pero lo que sí queda claro es que los romances de Lorca han encontrado su plasmación plástica adecuada en el Flamenco. Si es cierto que el oído no se queda con la musicalidad de la palabra lorquiana, en cambio este espectáculo transmite visualmente la cantidad de emociones que este recorrido poético gitano desprende. El pueblo gitano - figura de los colectivos sufrientes -, su cantor - Lorca enfangado en la cultura gitana - y la figura doliente de un Cristo - resumen de toda la humanidad -, conforman este espectáculo que posee los visos de Auto de Pasión laica.
 

 
 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande
 


Teatro Español
C/ Príncipe, 25
28012- Madrid
Director: Mario Gas
Concejalía de las Artes
Ayuntamiento de Madrid.
Tf. 91 3601484
Metro Sevilla y Sol
http://www.munimadrid.es
Entradas: Sucursales de la Caixa de Cataluña
y Tel-entrada (24 horas) 902 1012

 

volver

arriba