BEETHOVEN
CANTO AL AMOR TERRENO Y ESPIRITUAL
Título: Beethoven (Claro de Luna,
Sonatas nº
14 y 5 y
La Pastoral)
Título: Claro
de Luna, Sonatas nº 14 y 5
Coreografía: Eduardo
Lao
Música: Sonatas 14 y 15 de Ludwig
van Beethoven
Escenografía: Paco
Azorín
Iluminación: Paco
Azorín
Vestuario: Amparo
Coll
Duración: 20 minutos aprox.
Intérpretes: So Yeon Kim, Dorian Acosta
y María José Redelico |
CLARO DE LUNA |
Título:
La Pastoral
Coreografía: Víctor Ullate
Música: La pastoral de Ludwig van Beethoven
Escenografía: Paco Azorín
Iluminación: Nicolás Fischtel (A.A.I)
Vestuario: Ikerne Giménez
Intérpretes:
Solo: Onuki Masayoshi (La
pastoral)
Pareja
principal: Isabelle
Brusson y Rubén Ventoso (La
Pastoral)
Pareja
solista: Alba
Tapia y Dorian Acosta
(La
Pastoral)
Duración: 55
min aprox.
Administrador: Carmelo Barrera
Mánager: Isabel
Rufino
Comunicación: Sonia Martín
Secretaria: Cristina Rodríguez-Solano
Coordinación técnica: L. J.
Fernández
Maquinaria: Javier
Zurita
Regiduría: Ruth Pascua
Sonido: Miguel Lizarraga
Iluminación: Rubén
Camacho
Audiovisual: Luis Gil
Sastrería: Paquita Redondo
Pianista: Alexander Khvedkevitch
Asistente a la dirección: Ruth Maroto
Asistente artístico: Cristina Álvarez
Asistente coreográfico: Ana Noya
Cuerpo
de baile: Natalia Arregui, Isabelle Brusson,
Zara Calero, Leyre Castresana, So Yeon Kim, Eun-na Kong, Carla López, Griselda
Marfil, Yurina Miura, Diana Miqueo, María José Redelico y Alba Tapia.
Dorian Acosta, Gianluca Battaglia, Maxim Clefos, Jonathan
Díaz, Leonard Engel, Robert Kedzinski,
Xabi Irurzun, Raúl Montes, Masayoshi Onuki y
Rubén Ventoso.
Dirección Artística: Eduardo
Lao
Director: Víctor Ullate
Estreno en Madrid (absoluto): Teatro Albéniz, 8 – II - 2008 |
LA
PASTORAL
RUBÉN
VENTOSO/ISABEL BRUSSON
FOTOS: JOSEP AZNAR |
Celebración de 20 años de
la Compañía
de
la Comunidad
de Madrid, Víctor Ullate y un título
ambicioso: Beethoven. Ambicioso por
el músico – Ludwig von Beethoven - y
por la propuesta balletística que baila
La Pastoral, el Claro
de Luna y las Sonatas 14 y 5.
Al
margen de lo estrictamente danzístico esta elección viene a marcar un antes y después en
la Compañía.
Para Víctor Ullate “Todo el pasado vuelve como una ola”, en palabras de José
Luis Borges y tomada, en su tiempo, como “slogan” para publicitar las Memorias de Tennessee Williams. Ese pasado se remonta al recuerdo de su
adolescente amor platónico, la bailarina Ángela
del Moral, a la que dedica
La Pastoral y a la que debe la inspiración para
este ballet. Durante el trayecto creativo otra influencia: la de Maurice Béjart. Su muerte, la muerte de
un padre para Víctor, le lleva a un
final balletístico muy bejartiano. La muerte de una y otro engendra, en él, un
deseo: el que Ángela y Maurice,
y nosotros no nos diluyamos en la nada. De ahí la evocación de una
trascendencia de amplias interpretaciones que ya comenzó en su penúltima coreografía: Samsara.
|
FOTO DE ENSAYO |
Un
antes y un después porque
la Compañía,
en sus bailarines, se ha renovado. Algunos, desde hace unos años,
triunfan fuera de España. Quienes se han quedado, Eduardo Lao y Ana Noya,
toman un nuevo rumbo.
Un
antes y un después para Eduardo Lao que ha ido dejando su
faceta de bailarín para dedicarse a
la Coreografía.
Llevaba años compaginando ambas cosas y con su Coppelia tomó la alternativa, refrendada, ahora, al compartir un mismo
espectáculo con Víctor: Beethoven. Con este Beethoven deja el
baile y se centra en su faceta de creador.
Un
antes y un después para Ana Noya, que también deja de bailar.
El deseo de un hijo se lo ha pedido. Sigue como ayudante coreográfica en
la Compañía.
3,
BELLO
LUCIMIENTO PARA SOLISTAS
FOTO:
JOSEP AZNAR |
El
programa está compuesto por el paso a
tres que coreografía Eduardo Lao,
sobre el Claro de Luna y las Sonatas 14 y 5 y titula 3 (así con el número cardinal). No
abundan los pasos a tres. Siempre es un reto. En esta ocasión el recurrir a
esta forma balletística, procede intrínsecamente de la misma línea argumental -
si es que se nos permite halar así, puesto que no se trata de una narración al
uso sino de una situación anímica. Eduardo,
a nivel de contenido, se centra en el llamado triángulo amoroso o de amistad y
que los franceses, en el terreno erótico-sexual, han calificado de “ménage a trois”. Aquí no es el tal “ménage”, ya que el discurso es más
amplio y puede aplicarse en cualquier tipo de relación donde la estructura de
dos, fácilmente soportable, se desestabiliza
con la llegada de un tercero. De todos modos los dos
personajes femeninos enfrentados
a uno masculino, delimitan un tanto el terreno hacia la
amistad o el amor. |
DORIAN ACOSTA
FOTO: JOSEP AZNAR |
Es
una coreografía bien construida sobre pequeñas situaciones de idas,
venidas y ocultamientos tras un elástico panel, que en ciertos momentos
funciona como soporte para que el bailarín extienda sus brazos en una especie
de crucifixión o contención de la amenaza de verse entre dos fuegos – desde
detrás del panel manos deforman la tersura del panel como amenazantes o
absorbentes. Hay buenos y bellos momentos de composición de los tres bailarines,
los cuales muestran una buena perfección en el movimiento de sus cuerpos. Hay lirismo, angustia y ternura en
la relación de los expresivos movimientos que
trasmiten bien el desconcierto y la afinidad en el
conflicto a tres. Cuenta con un exquisito vestuario de Amparo Coll – según el dossier - y una muy cuidada iluminación de
gran expresividad. Ni que contar tiene que este paso a tres sirve de gran lucimiento
para unos buenos bailarines como demuestran ser: So Yeon Kim, Dorian Acosta y María José
Redelico
Dicho esto, personalmente, no puedo dejar de pensar en
otra coreografía, al menos en la plástica y en ciertas, pequeñas,
composiciones balletísticas. Se trata de Remansos de Nacho Duato, también un paso a tres – en este caso masculinos –
que se inspira en el mundo de Lorca y con música de Enrique Granados.
Hay notables diferencias, desde luego, pero también hay lugares comunes: el panel de fondo tras el
que se ocultan alternativamente uno y otro, la aparición del brazo por uno de
los laterales del panel y algún desplazamiento. De todos modos la concepción balletística
es diferente. En cuanto a las incrustaciones de las manos sobre el panel plástico,
intentando apoderarse del personaje, me han traído el recuerdo de aquel pasillo
onírico que construye Roman Polanski en Repulsión (1965), en el que sobre las paredes se proyectan
manos – amén de los candelabros lámpara colgados a lo largo del pasillo - para atacar
e intentar absorber a la protagonista (una jovencísima Catherine Deneuve).
LA PASTORAL,
MÁS
ALLÁ DE
LA REALIDAD COTIDIANA
I. BRUSSON/R. VENTOSO
FOTOS:
JOSEP AZNAR |
Beethoven gustaba de pasear por el campo. El que describiese en una sinfonía
el acontecer cíclico de la naturaleza, sucede en él, casi, como algo
connatural. La termina en 1808 y en ese mismo año la estrena el 22 de
diciembre en el Theater an der Wien de
Viena. Con anterioridad – 1802 – Franz
Joseph Haydn había compuesto Las
Estaciones, un oratorio que manifestaba su amor por la naturaleza, en el
cual desfilaban campesinos bailando, canoros pájaros, tormenta y demás
elementos que configuran el devenir del campo. Entre ambas composiciones había
una diferencia: Haydn compone un
oratorio con argumento, mientras que Beethoven compone una sinfonía que habla más de los sentimientos que de la descripción
campesino-ambiental. No es casual que su primer movimiento se denomine: Despertar de alegres sentimientos con la llegada al
campo e incluso en el estreno se subtituló: Recuerdos
de la vida campestre. En declaraciones el propio Beethoven definió su Sexta
Sinfonía como “más
expresión de sentimientos que pintura de sonidos”.
Detenerme
en esta digresión, ya conocida por los entendidos, es porque, imagino, dio pie
a Víctor Ullate para un nuevo salto
en la interpretación de La pastoral. Bethoven con su Sinfonía 6ª evoca el ciclo vital de la naturaleza: despertar (allegro ma no troppo), vida (andante molto mosso), tormenta (allegro) y alegría (allegretto) tras la tormenta. Este ciclo Víctor lo traslada a la vida humana: infancia, juventud amorosa,
vejez y resurrección, no necesariamente cristiana sino como posibilidad de la
llegada de un nuevo mundo y regenerado.
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Coreográficamente
lo divide en tres actos: niñez, amor joven, amor maduro y despertar a un
mundo mejor. En cada una de las situaciones Víctor acude a estilos distintos, sin perder una línea central,
basada en el neoclásico.
En la niñez recurre a una serie de ingenuos movimientos tratados con libertad individual en
unos momentos y en otros componiendo el grupo como unidad. Este disloque
individual y esta unidad grupal funcionan muy bien, en principio. De entre el
grupo destaca la figura del niño protagonista – interpretada por el
japonés Masayoshi
Onuki -, que descuella por una gran
elasticidad y precisión en sus solos. He avanzado “en principio”. Tal apostilla se debe a que, tuve la sensación, de
que lo que está bien
ajustado y es un buen comienzo y simpático, comienza a ser repetitivo, como si la partitura de Beethoven tuviera
exceso de notas para la anécdota de Víctor. |
Masayoshi
Onuki
FOTO: JOSEP AZNAR |
Llega
la juventud y con ella el despertar
al amor de ese niño. Es un precioso paso
a dos de gran lirismo y con un estilo muy puro en el que Isabel Brusson y Ruben Ventoso dan lo mejor que tienen. Me ha recordado, por su
belleza, el paso a dos que en El Sur se situaba al final, cuando creíamos que el ballet había terminado. En
aquella ocasión, aunque era grato verlo,
no sabíamos a qué venía. Aquí se inserta plenamente en el desarrollo
coreográfico.
FOTO:
JOSEP AZNAR |
Tras este lirismo y como contraste viene la
época de la vejez. Una nueva forma
de abordar la situación es mediante un tipo de ballet rayano en la parodia,
deformando los movimientos, pero trabajando el grupo más unitariamente creando
divertidas traslaciones y demostrando una buena cohesión del grupo, para
desencadenar un caos (la tormenta) de movimientos muy expresivos.
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Tras
la tormenta, la calma y la regeneración
del ser humano o la ilusión de la posibilidad de un mundo mejor. Se recurre
al cuerpo desnudo – mallas color carne - de los bailarines que unifica a todos
en el sexo, lo cual evoca un mundo trascendente, en el que según la cita
evangélica, enmendando la plana al Libro Levítico del Antiguo Testamento, “los
hombres y mujeres no se casarán”. No quiere esto decir que Víctor nos hable de tal trascendencia
cristiana. Ese nuevo mundo lo deja abierto para que cada uno lo interprete a su
modo. Lo que sí está claro, por el lirismo de los movimientos
muy bejartianos – aquí está el homenaje a Béjart - , es que se ansía la posibilidad de un mundo mejor. Esta última parte es de
una gran belleza, en la que los bailarines muestran una gran técnica.
Ballet
ambicioso y se puede decir, en conjunto, acertado. Es también una prueba de
fuego para el grupo de bailarines que muestran estar en su mejor momento.
Esta Pastoral posee una coreografía visual
doble y muy sugerente. Al escenógrafo Paco
Azorín, imagino en connivencia con Víctor,
se le ha ocurrido montar un espejo en oblicuo en las alturas, que reflejan las
coreografías. Tal recurso ya lo utilizó, entre otros, Carlos Bieito en un montaje de
La Vida es Sueño de Calderón de
la Barca. Los espejos siempre son muy útiles pues nos devuelven la realidad bajo
otro aspecto. En este caso podemos contemplar la coreografía de los grupos –
durante el paso a dos el centro del espejo se abre y los bailarines no se
reflejan – desde otra perspectiva, como la que se podría ver si estuviéramos en
un teatro con las localidades en graderío. Pero esta visión no es esencial, sí
lo es el que los bailarines y sus desplazamientos quedan un tanto deformados al
estilo del pintor Modigliani. Pero la utilización
del
espejo, creo, no termina ahí. En el fondo, es un
techo que impide ir más allá. |
FOTO:
JOSEP AZNAR |
DISEÑO
de PACO AZORÍN (2º Acto) |
Es significativo el que, en el amoroso paso
a dos, las compuertas del centro rompiendo así ese techo que delimita, deforma
y aplana la realidad. Los espejos en los espacios cotidianos pretenden dar
profundidad a dicho espacio, pero la profundidad sigue siendo la repetición de
la realidad. Con la abertura parece insinuarnos la posibilidad de traspasar la
realidad a través del amor. Sentimiento con el que parece estar muy sensible Víctor, en estos últimos tiempos. |
Queda
por alabar la cuidada iluminación de Nicolás Fischtel y el
vestuario.
La
Pastoral es obra de corte lírico y espiritual, que parece surgir desde lo más hondo de Víctor. Situación anímica que ya había
comenzado con Samsara.
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