RESEÑA 1992
NUM 232, pp. 25 |
MEDITERRANIA
Un bello canto a la creación
Cuando
la Compañía Nacional de Danza todavía se llamaba Ballet Lírico Nacional y Nacho Duato era su director, éste concibió Mediterranea por encargo de
la Comunidad de Valencia.
Se trataba de un collage que mostraba
el espíritu de esa Comunidad. Rememoraba
sus recuerdos infantiles
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Título: Mediterranea.
Coreografía
y Escenografía: Nacho Duato.
Música: Jerónimo Maesso, Mahmoud Tabrizi, Peter Griggs, Juan
Alberto Arteche, Javier Paxariño.
Vestuario: Luis Devota y Modesto Lomba.
Intérpretes: Catherine Allard, Jennifer Grissette,
France Nguyen, Tony Fabre, Mar Baudesson, Raúl Tino, Ricardo Franco, Luis
Martín Oya, Marco Berriel, Lars Neubacher, y Ballet Lírico Nacional.
Estreno en Madrid: Teatro de
la Zarzuela,
24 de julio de 1992. |
FOTO: MICHEL SLOBODIAN |
En pleno verano, Nacho
Duato estrena en
la
Zarzuela. Abre boca con dos ballets de sobra probados: el
inspirado Jardín Tancat del propio Nacho y el bellísimo Retum ta the Stranged Land de Jiri Kylian. Ambos brillan con luz
propia.
El estreno era Mediterranea,
montaje de encargo para
la
Comunidad Valenciana y, lógicamente, estrenado en aquellas
costas. Los paisanos quedaron satisfechos y no era para menos.
Castellón, Alicante y Valencia eran los temas a
coreografiar. Nacho, inteligentemente,
se ha planteado la universalidad de las tres regiones y no el
localismo colorista de cada una de ellas en tópicos
«ninóticos». Un fresco blanquinegro traza los lugares comunes - luminosidad,
ludopatía, sensualidad y alegría de vivir- que caracterizan la zona y que
responden a lo que se ha dado en llamar «espíritu mediterráneo». Los griegos
le adjudicaron un dios: Dionisio.
FOTO: M. SLOBODIAN |
Siete temas - el aletear de gaviotas y despertar de la costa (introducción), la huerta, el arroz, el mar, las palmeras, el azahar y el fuego -
conforman dicho fresco sonorizado por el batir de las olas, el viento, la
percusión, los bombazos y un «puzzle» de melodías de Maesso, Tabrizi, Griggs, Arteche y Paxariño.
Un original vestuario encargado a Luis Devota y Modesto Lomba,
diseñadores de moda diaria, rompe los moldes del folklorismo para
adecuarse a una modernidad simbólica y sugerente en la que se engarza el ser
humano con el paisaje, como si el hombre tuviera raíces y ramas como las
plantas. Y es que el punto de partida de este ballet es el «plantar» al hombre
en la propia tierra. De ahí las primera
gaviotas (pájaros)
humanas, la palmera que crea Nacho
Duato, la huerta en el vestuario multifálico de Catherine
Allard o las correas y cueros masocas de toda la compañía para el
fuego (la gran mascletá). Una idea brillante, cuya plasmación no la
traiciona.
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Nacho vuelve a la inspiración de Jardin Tacat: el hombre y la tierra. Por vez primera consigue, en
un ballet de mayor duración, la unidad del todo, el «tempus» adecuado y la
eficaz y vibrante plasmación poética de la naturaleza -hombre y tierra-. A
pesar de que parta de una idea localista - ese repetido espíritu mediterráneo-,
la transmite mediante una serie de códigos balletísticos universales y termina
por ser un bello canto a la creación.
Cabe destacar la introducción coral de las gaviotas
[pájaros (?)], la danza del arroz y las palmeras como elementos de sublimación
poética. Espectacular, lleno de fuerza y si se quiere apoteosis final
efectista (no peyorativamente) la «mascletá»: el fuego.
En esta ocasión, Nacho se ha dejado llevar más por la inspiración y olvida el cansino dilema ballet
clásico y ballet moderno. Parece superado, una vez que en las líneas y
movimientos recurre a ambos según lo necesite. También en muchas de sus composiciones
crea movimientos propios. Ayuda al conjunto una mayor integración, soltura y
conjunción de sus bailarines. Una iluminación muy bien cuidada y una
integración de los mínimos elementos escenográficos como personajes completan
la eficacia de esta inspirada obra.
Es aquí y no en aquel ingenuo «Opus Piat» donde muestra la posibilidad de nuevos caminos de la
danza en España. Da la sensación de que Nacho Duato ha dejado de «mirar atrás con ira».
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