ODIO A HAMLET
UNA COMEDIA
INTELIGENTE E INCISIVA
Título: Odio a Hamlet
Autor: Paul Rudnick
Traducción y versión: Juan Pastor
Escenografía: Juan Pastor
Ambientación: Teresa Valentín
Vestuario: Lupe Estévez
Iluminación: Sofía Pérez Arrabal
Música: Pedro Ojesto/Marisa Moro
Coreografía y combate: Raúl Fernández/ Josep Albert
Coreografía baile: Elvira Sanz
Prensa: Juana Escabias
Diseño cartel y programa: LDTLAB
Colaboración de: Violeta Fernández, Mónica Royo, Fátima Nieto y
Ana Díaz
Producción: Teresa Valentin-Gamazo
Compañía: La Guindalera
Intérpretes: Raúl Fernández (Andrew), Josep Albert (Barrymore),
Alex Tormo (Gari), María Pastor (Deidre), Ana Alonso (Felicia),
Ana Miranda (Lillian)
Dirección: Juan Pastor
Estreno en Madrid: Teatro La Guindalera,
22 – IX - 2006. |
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A un actor mediocre, pero de gran popularidad lograda en la
televisión, le proponen interpretar a Hamlet. A
sus dudas se suman las presiones de unos de otros, que lo
estimulan para asumir el reto o tratan de disuadirlo con el
argumento de que le será mucho más beneficioso y productivo
aceptar un sustancioso contrato para una nueva serie televisiva
de éxito garantizado. Tras darle muchas vueltas, terminará por
aceptar la posibilidad de encarnar al personaje shakesperiano,
cuando se le aparezca el espectro de Barrymore, un actor
de la vieja escuela, que triunfó precisamente con Hamlet,
y cuyo retrato preside el salón de la casa en la que el joven
Andrew se ha alojado para meditar sobre el proyecto.
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El guiño metateatral de la aparición del espectro, que
sólo el aspirante a interpretar a Hamlet
puede ver, deja paso a un juego escénico en el que
Barrymore provoca, incita y prepara finalmente al
joven Andrew para que acepte el papel que
se le propone. La reflexión y la sátira sobre universo
del actor y sobre el mundo del teatro, con sus
convenciones, sus prejuicios, sus manías y también sus
grandezas, constituye el núcleo de esta divertida e
ingeniosa comedia, que se encuentra en la línea de
cierto teatro anglosajón orientado a meditar sobre estas
cuestiones, pero utilizando para ello las propias
herramientas del teatro. No es extraño, por tanto, que
aparezcan las referencias generales y específicas al
medio y que el humor, agudo e incisivo, empape acciones
y diálogos. Abundan los hallazgos felices, las escenas
brillantes y los buenos momentos teatrales, insertos en
esa convención de la comedia depurada y elegante, no
demasiado novedosa en sus planteamientos estructurales y
formales, pero bien construida y ejemplarmente
dialogada. La consecuencia de todo ello es una comedia
inteligente y bien construida, de factura clásica, pero
novedosa y fresca en su desarrollo. |
Juan Pastor la ha escenificado de una manera sencilla y limpia,
con esmero y buen gusto, pese a la exigüidad de los medios
empleados, lo que ya supone un motivo de elogio añadido a la
decisión de montar este Odio a Hamlet, poco o nada conocido
entre nosotros y que merecía la oportunidad de pasar por
nuestros escenarios. Su buen pulso ha conseguido no sólo
implicar a todo el equipo en el proyecto, sino hacerlo con
mesura y eficacia. El elenco actoral, pese a su juventud y a
cierta bisoñez de algunos de sus intérpretes, trabaja con
ilusión, entrega y entusiasmo, por lo que el resultado
conseguido es muy convincente: un espectáculo entrañable y
feliz.
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