La muerte de un viajante. Reseña 2001. Crítica Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla   
Domingo, 03 de Enero de 2010 16:38

LA MUERTE DE UN VIAJANTE
UNA TRAGEDIA PRÓXIMA
[2010-01-03 ]
Suscita recelo una representación de La muerte de un viajante. Es un texto tan poderoso, tan emblemático, y ha sido llevado en tantas ocasiones a la escena, y también a la pantalla,...

 

  

LA MUERTE DE UN VIAJANTE
UNA TRAGEDIA PRÓXIMA

Juan Carlos Pérez de la Fuente ha mostrado un gusto especial en recuperar textos importantes de otras épocas. Éste hasido el caso de La muerte de un viajante (1949). Curiosamente, siendo director del Centro Dramático Nacional, volvió a montar Historiade una Escalera de Antonio Buero Vallejo, que es obra de 1949 y principio de un nuevo teatro en España. 

RESEÑA, 2001
NUM. 328, pp.32 

 

Suscita recelo una representación de La muerte de un viajante. Es un texto tan poderoso, tan emblemático, y ha sido llevado en tantas ocasiones a la escena, y también a la pantalla, que necesariamente el espectador se pre­gunta si esta versión superará lo que ya vio o lo que espera de la lectura de una de las tragedias contemporáneas que mejor definen al hombre de nuestro tiempo. Nos atrae y nos in­quieta esa contemporaneidad de Willy Loman, nos disturba su condi­ción trágica, porque la sentimos pró­xima, cotidiana, y, a la vez - ése es un prodigio dramatúrgico de Mi­ller - sujeta a los cánones estrictos del género noble. Su protagonista, co­mo quería Aristóteles, no es dema­siado bueno ni demasiado malo, pe­ro comete errores que lo conducen a su destrucción y a la de los suyos. Pe­ro, lejos ya de la visión grandiosa e ingenua de las primeras tragedias griegas, Miller incide sobre la natu­raleza histórica de la desgracia del héroe y sobre sus implicaciones so­ciales. La quiebra del falaz sueño ca­pitalista, el enfrentamiento genera­cional como consecuencia de un conjunto de desencantos, o la des­trucción del individuo como precio que ha de pagarse al progreso eco­nómico, son temas que aparecen re­currentemente en la obra dramática de Miller y que dibujan esta tragedia. 

Quien afronte la puesta en esce­na de La muerte de un viajante debe mantener un pulso firme que per­mita sostener la grandeza de la tra­gedia sin renunciar al lenguaje dra­mático con el que representamos lo conocido, lo de cada día. A este pro­blema se añade, además, el de las fracturas de la temporalidad, que se convierten en un sugestivo recurso teatral para ocultar y desvelar esas zonas oscuras de la conciencia de los personajes, pero que exigen una re­solución escénica clara y expresiva. 

 

JOSÉ SACRISTÁN / ALBERTO MANEIRO
FOTO: CHICHO

Pérez de la Fuente ha asumido esta responsabilidad y nos ofrece un trabajo que, si bien no ha buscado una originalidad radical o una bri­llantez deslumbrante, sí resulta co­herente, claro y efectivo. Frente a otros montajes en los que el director ha optado por lo espectacular, aquí ha preferido el tratamiento conteni­do y la representación de una inti­midad familiar que se ve progresi­vamente ahogada por la inevitable tragedia a que aboca un sistema eco­nómico deshumanizado y destruc­tor al que desgraciadamente vamos acostumbrándonos. Ese sarcástico contraste entre la crueldad impune del sistema y las quebradizas ilusio­nes y miserias de un modesto pro­yecto familiar parece reclamar la mi­rada del director en este trabajo cuidado y exento de soluciones efec­tistas. Reaparece, eso sí, uno de los motivos recurrentes de sus puestas en escena, el ejercicio físico, realiza­do aquí por los dos hijos de Loman en consonancia no sólo con su con­dición de deportistas, sino con el ca­rácter de símbolo del triunfo que és­te llega a adquirir para la familia y para la sociedad en que se inserta.
Frente al dinamismo de los hi­jos, la quietud domina las relaciones entre los padres, que se apoya en una interpretación contenida e ínti­ma de María Jesús Valdés, que bus­ca la expresión de su mundo inte­rior a través de los objetos próximos, de los tonos familiares, de la renun­cia – también - a golpes de efecto. Las pocas veces en que estalla su in­dignación cobra entonces una inusi­tada fuerza dramática por el con­traste con la imagen hogareña y pacífica que transmite a lo largo de la historia. María Jesús Valdés vuel­ve a demostrar su extraordinario talento actoral en un trabajo que sor­prende por su limpieza y, paradójicamente, por su modestia. José Sa­cristán encarna a uno de los grandes personajes del teatro contemporá­neo. Al actor no le faltan ni voz, ni  prestancia, ni técnica, ni seguridad en la escena para abordar la inter­pretación de Willy Loman, pero el   resultado el día del estreno fue, a mi entender, desigual. Un actor de su calidad no podía defraudar en su la­bor, y Sacristán impregna al perso­naje de su  estilo propio, pero quizás pudiera esperarse una mayor versa­tilidad, una construcción más natu­ral del fracasado vendedor. Sin em­bargo, hago estas observaciones con la cautela de quien es consciente de la complejidad que entraña la inter­pretación de un personaje seme­jante. El resto del elenco está com­puesto por actores que demuestran solvencia y profesionalidad en sus intervenciones, casi siempre breves, pero efectivas y que revelan una co­rrecta dirección.

La escenografía, firmada por Tusquets, como en otros trabajos de Pérez de la Fuente, es aparentemen­te sencilla y dominan en ella las lí­neas verticales. Sin ser tan atractiva como en espectáculos anteriores, sir­ve para resolver los problemas de espacio y tiempo de La muerte de un viajante. Contribuyen a su eficacia una adecuada iluminación de Juan Gómez Cornejo y la música y el di­seño de sonido del que se encarga Eduardo Vasco.

Título: La muerte de un viajante.
Autor: Arthur Miller.
Versión: José López Rubio.
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente
Escenografía: Óscar Tusquets.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Vestuario: Rafael Garrigós.
Sonido: Eduardo Vasco.
Músicos: Beatriz Deigado y Susana Cermeño.
Intérpretes: José Sacristán, María Jesús Valdés, Alberto Maneiro, José Vicente Moirón, Francesc Galcerán, Silvia Espigado.
Estreno en Madrid: Teatro La Latina, 18 – IV - 2001

JOSÉ V. MOIRÓN / Mª JESÚS VALDÉS
J. SACRISTÁN / A. MANEIRO
FOTO: CHICHO
 

 

 

 

 


 

 

Más información: La muerte de unviajante
                              La muerte de un viajante. Entrevista 
                              La muerte de un viajante. Crítica
                              La muerte de un viajante. Reseña 85. Crítica      
                              En la Toscana
                              En la Toscana. Entrevista
                              En la Toscana. Crítica
                              Adiós a Arthur Miller
 
                             Las brujas de Salem 
                              Las brujas de Salem. Entrevista
                              Las brujas de Salem. Crítica


Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla

   

Última actualización el Lunes, 03 de Mayo de 2010 11:18