Gatas. Crítica. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Domingo, 04 de Abril de 2010 18:56

GATAS
LA POSIBILIDAD DE LA CONVIVENCIA EN LA DIVERGENCIA.
A ESO LE LLAMAMOS DEMOCRACIA

[2008-11-14]

Gatas proviene del texto Porteñas de Manuel González Gil y Daniel Botti.


GATAS
LA POSIBILIDAD DE LA CONVIVENCIA
EN LA DIVERGENCIA.
A ESO LE LLAMAMOS DEMOCRACIA

Título: Gatas (Basada en Porteñas de Manuel González Gil y Daniel Botti)
Adaptación: M. González Gil, Miguel Ángel Solá, Blanca Oteyza y Ángel León
Asesor histórico: Ángel León
Música: Martín Bianchedi
Diseño Vestuario: Lala Huete
Producción: El Catalejo / Loquibandia
Intérpretes: María Pujalte (Cayetana), Blanca Oteyza (Alicia), Cuca Escribano (Fátima), Miriam Montilla (Clara), Paloma Gómez (María) y Paloma Montero (Ramona), Enrique Montilla (José María)
Dirección: Manuel González Gil
Duración: 120 min. (sin intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Fernán Gómez (Centro De Arte), 3 – X - 2008





FOTOS BASE: ANDRÉS DE GABRIEL


CUCA ESCRIBANO/ MARIA PUJALTE
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL
Gatas proviene del texto Porteñas de Manuel González Gil y Daniel Botti.  Se  estrenó en Argentina, y viajaba en el tiempo por los avatares históricos de aquel país. El viaje se emprendía mediante la reunión de un grupo de mujeres, cada cierto tiempo, las cuales se enfrentaban ante el acontecer de la vida, aunque con matices diversos, debido a su distinto extracto social e ideológico, de un modo unitario: la liberación de la mujer. Tal diversidad terminaba por encarnar distintas ideologías. No obstante este calidoscópico modo de pensar y actuar, no era óbice para un mínimo de entendimiento entre unas y otras y para un ceder, aquí y allá, en aras de mantener la amistad por encima de todo. Y ésta sería la tesis central, si es que podemos hablar de una tesis formal.


BLANCA OTEYZA/MIRIAM MONTILLA
PALOMA GÓNEZ
FOTO: ANDRÉS DE GBRIEL
Si el texto se redujera al de Porteñas, tendría menos interés para España, al no conocerse muchos de los acontecimientos de Argentina. Era algo similar a lo que le sucedía con El baile, que narraba la historia de Europa en la primera parte e inicios de la segunda del siglo XX. Cuando se llevó a cabo la traslación al teatro, los acontecimientos se tradujeron a los vividos por la sociedad española: guerra civil, postguerra, muerte de  Franco y el paso a la democracia etc... Aquí hubo que hacer lo mismo. Los acontecimientos que reviven esas mujeres son los acaecidos en la España que va desde 1900 hasta el 2000. Viendo la obra se necesitan, sin que sean imprescindibles, la vivencia o el conocimiento de tales hechos. Habiéndolos vividos o el recuerdo de algún relato de nuestros mayores, la imaginación del espectador se desboca y se enriquecen las vivencias a las que aluden las dos horas de representación. Lo que se mantiene incólume, en Porteñas y Gatas, es lo que he dado en llamar tesis: la posibilidad de convivencia por encima de cualquier divergencia. Y eso es lo que la sociedad actual llama “democracia”.
 

PAKLOMA MONTERO/MARÍA PUJALTE
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL
He mencionado El baile como punto de referencia. No obstante Gatas va por caminos diversos en su desarrollo. El baile era una amable visión de la historia, viéndola pasar estando en un salón de baile. Las modas y los ritmos nos iban dando ese paso del tiempo, manteniéndose eterno el mencionado salón, altar de baile, el cual pervivía a pesar de todos los avatares.

En Gatas hay algo más: se crea conflicto dramático por las ideas de unas y otras, hasta el     punto de llegar a la enemistad que se consigue superar, justamente por la necesidad de su  contrario: la amistad.

El artificio del teatro le permite jugar a la eternidad física. En todos esos 100 años la decrepitud física no invade a esas 6 mujeres,  sólo les obliga a cambiar de vestuario a tenor de la moda imperante para centrarnos en la época o bien definir su glamour y su amargor. No es casual que desde que empieza la guerra civil hasta que llegue la democracia, la 6 mujeres visten de negro, porque la muerte ha entrado en sus hogares. También el paso de los años afecta a los teléfonos, pero no al servicio de té de fina porcelana de Limoges o al mobiliario de alta cuna como es la casas de Cayetana, centro de operaciones de aquellas mujeres.

He mencionado como tesis (¿?) central la posibilidad de convivencia entre distintos modo de acercarse a la vida, por la propia historia de cada uno. Hay algo más: al ser todas ellas mujeres – el hombre es una anécdota para dar la parte, como se dice en teatro y así la acción prosiga – es también un reconocimiento de los derechos que las mujeres han alcanzado a lo largo de todos estos años. De esta forma Gatas se convierte en un homenaje a la mujer y a un credo: la liberación y adquisición de derechos de la mujer.

Los acontecimientos históricos de cada década son los que van creando el conflicto entre ellas, cuyas repuestas surgen de sus propias mentalidades que les ha tocado heredar. Herencia capaz de ser transformada solamente dentro de unos límites: los que le han marcado su estamento social. Y aquí está la inteligencia de los autores: hacer evolucionar a los personajes dentro de sus propios límites, lo cual les proporciona mayor credibilidad.

La estructura del montaje se va fraccionando mediante el paso de las décadas, lo cual permite tiempo para el cambio de vestuario. Tales fragmentaciones tienen algo de brechtiano: Vemos el juego del teatro. Ellas se cambian ante los espejos de su camerino. Para ello se ha recurrido a una ingeniosa escenografía funcional y eficaz, y pienso que meditada simbólicamente.


E. MONTILLA
FOTO: DE GABRIEL

Nada más entrar en la sala, en la penumbra del escenario - el telón está corrido -, se destaca en el centro una pantalla que yo, al menos, confundí con una proyección de tres fotogramas de película, incluidas las perforaciones. Casi al iniciar la representación comprobamos que no se trata de una proyección sino de una gasa que iluminada por detrás deja ver tres espejos de camerino con sus bombillitas de rigor, que yo había confundido con perforaciones de un fotograma. Se trata del camerino donde las actrices se cambian de vestuario y cuyas siluetas veremos a lo largo de toda la representación. No sé si es rizar el rizo o deformación profesional por mi parte, pero el tríptico de espejos que mi mente confundió con tres fotogramas de película resulta un elemento escenográfico muy acorde con el texto: el pasearse por la historia y como actualmente buena parte de la historia se almacena sobre celuloide de imagen fija o de movimiento era muy congruente sugerir los tres fotogramas. Mi única duda es ¿lo pensó así el escenógrafo y autor o es pura imaginación mía?


FOTO: RAIMUNDO BELLAS
La adaptación histórica al mundo español es acertada y se consigue una buena creación de caracteres, que buscan más el estereotipo – en este caso nos basta - que los infinitos matices propios de cualquier personaje. Es obra amable que transcurre por las lindes de la comedia y del humor, sin que ello le reste momentos de dramatismo contenido. Esta alternancia de emociones le proporciona el ritmo, tan deseable en cualquier espectáculo, para que no se traduzcan en sopor las dos horas de duración.

Es obra de actrices, ya que todas tienen, en extensión y texto, la misma duración a excepción de la criada que transita por los linderos de la escucha y terminará por ser, él, un personaje simbólico y que del no conviene desvelar más por aquello de no destripar la función.

Sería injusto destacar a una actriz más que otra, ya que cada una tiene su momento estelar y por lo tanto termina por se una obra coral en donde no caben divismos. Lo que sí se puede decir es que cada una de ellas crean personajes muy creíbles. Y ahí va un ejemplo, sin que ello suponga un demérito para con las demás.


FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

María Pujalte es la aristócrata que reúne en su casa, por accidente en un primer momento, a todo el gremio femenino. Se llama Cayetana – no sé si el nombre tiene algo que ver con la Cayetana real – y resulta un personaje divertido con su buena voluntad por acomodarse a lo cotidiano, aunque el peso de su educación la traiciona en más de una ocasión. Es un personaje bondadoso y amable.  En una entrevista que un rotativo hacía a María Pujalte, la entrevistadora le advertía que no la veía mucho de aristócrata, imagino que por su físico que es como más de andar por casa. Tal reticencia no tiene lugar cuando sube a  la escena e incorpora su personaje  lleno de un cierto excentricismo y humanidad. Me ha recordado a esas fabulosas mujeres que Jardiel Poncela dibujó en sus comedias y que tan pocas actrices han sabido interpretar. La última de ellas, que yo ví, fue Blanca Portillo en Madre el drama padre.

Hay que alabar el exquisito vestuario, fundamental para situarnos en cada época. Quien haya visto las litografías del Hogar y la Moda de los inicios del siglo y XX, podrá comprobar la exquisitez de aquellos figuras que ahora cobran vida. Menos acierto a mi entender, aunque comprendemos el simbolismo que se quiere dar, el vestuario final cuando se balancean en los columpios. Si hasta entonces la obra a transcurrido por texto y plástica por la línea de la sugerencia, aquí hay un cambio de criterio que lo empobrece un tanto. ¿Por qué no dejarlas con el último vestuario?


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


TEATRO FERNÁN GÓMEZ
Directora: Mora Apreda
Sala I Sala Guirau
Aforo: 776
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28001 - Madrid
Metro: Colón, Serrano
Bus: 5/14/27/45/21/53/150/1/9/19/51/74
RENFE: cercanías.
Entradas: Caixa Catalunya en
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Tf. 902 10 12 12
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Última actualización el Sábado, 01 de Mayo de 2010 10:36