El enfermo imaginario. Crítica.. Imprimir
Escrito por Guadalupe Soria.   
Sábado, 27 de Marzo de 2010 15:56

EL ENFERMO IMAGINARIO
Delicioso divertimento

Título: El enfermo imaginario.
Autor: Molière.
Traducción y Versión: Eva del Palacio.
Espacio escénico: Miguel Brayda
y Eva del Palacio.
Música original: Carlos Pérez Mántaras
y Charpentier.
Diseño de iluminación: Javier Botella.
Diseño de vestuario: Ana del Palacio,
Fernando Aguado y Eva del Palacio.
Caracterización y máscaras: Fernando Aguado,
Álvaro Aguado y Ana del Palacio.
Luz y Sonido: Kiko García
Banda sonora: Francisco Sánchez
Fotografía: Carlos Bandrés
Gerencia: Javier Puyol
Diseño Gráfico: Miguel Brayda
Oficina: Julia Sancho
Compañía:
Morboria Teatro.
Producción: Morboria S.L.
Intérpretes: Fernando Aguado (Argán);
Eva del Palacio (Toñita); Ana Burrel (Belina);
Alejandra Llorente (Angélica); Malena Gutiérrez (Beralda);
Diego Morales (Cleanto); Félix Casales (Sr. Diafoirus
y Sr. Purgón); Santiago Nogués (Sr. Fleurant, Sr. Buena fe,
y Tomás Diafoirus); Francisco Sánchez (Lacayo y turco);
Carlos Pérez Mántaras (Música clavicordista).
Dirección: Eva del Palacio.
Duración: 2 horas (con intermedio)
Estreno en Madrid: Teatro Galileo,
8 - III- 2007.



FOTOS: CARLOS BANDRÉS

El Teatro Galileo de Madrid acoge hasta el 25 de marzo el segundo montaje sobre un texto de Molière producido por la compañía Morboria Teatro. El enfermo imaginario se estrenó hace justo un año dentro de las Jornadas del Siglo de Oro de Almería,  y ha merecido ya el reconocimiento de crítica y público, obteniendo el premio al mejor montaje, el premio especial del jurado, y el premio al mejor actor para Fernando Aguado, en el pasado Certamen Nacional de Teatro “Arcipreste de Hita” de Guadalajara.
 


FOTOS: C. BANDRÉS
La presentación de El burgués gentilhombre, en 1994, mostraba ya su particular y bello concepto estético del teatro clásico materializado, entre otros aspectos, en un trabajo de vestuario y caracterización original e inconfundible. Estética que, pasando por otros montajes, vuelve a encontrarse en El enfermo imaginario con toda su magia y colorido. Morboria cuida hasta el último detalle toda la construcción plástica tanto en la caracterización como en la escenografía. Ésta, que consiste en el mobiliario imprescindible para el desarrollo de la acción, esto es, la protagonista cama de Argán, algunas sillas y mesitas, junto a un clavicordio ejecutado por el maestro Carlos Pérez Mántaras, está confeccionada principalmente en tonos pastel. Esta ambientación invita al recuerdo de los cuentos infantiles; como infantil resulta el mundo que ha creado para sí Argán, el enfermo imaginario.

Una de las características de la Comedia del Arte consiste en el cuestionamiento y la burla de aquellos sistemas que representan cierto poder desvelando que, precisamente, presumen de lo que carecen: la rica burguesía (el avaro), el mundo militar (el fanfarrón capitán español), la ley (el inculto doctor), o como en este caso, la medicina. Argán representa el paradigma del hipocondríaco, cuya prioridad es el seguimiento espartano de los tratamientos prescritos por unos médicos que únicamente buscan sangrarle, no con la intención de curarle, sino de vaciarle la cartera. Su actitud le lleva a casar a su hija Angélica con el hijo del doctor Diafoirus, uno de sus médicos, para, piensa Argán, tener la medicina dentro del hogar. Sin embargo, no parece ésta muy buena idea, ya que el pequeño Diafoirus se nos presenta como un zopenco total, educado en el artificio absurdo y la palabrería. Argán actuará de manera inflexible obligando a su hija a aceptar ese matrimonio, hipotecando todo su entorno a esta obsesión. Así, como ha señalado Eva del Palacio, también directora y responsable de la versión, El enfermo imaginario es una comedia con mucho de tragedia.

Siguiendo el esquema clásico de la Comedia del Arte, la acción se activa ante la imposibilidad de Angélica de casarse con su amado Cleanto. La complicidad de la criada Toñita y de su tía Beralda desenmascarará la ineptitud de los médicos y las verdaderas intenciones de la malvada madrastra Belina, quien ha fomentado la dependencia de Argán con la medicina para poder hacer y deshacer a su antojo en la casa y quedarse con su fortuna. Una de las escenas de mayor comicidad se consigue cuando Argán debe fingir estar muerto para descubrir el engaño de su mujer y el verdadero amor que le profesa su hija.

La parodia final, ceremonia en latín macarrónico, ritualizada y absurda en la que Argán va a ser investido médico, se presenta llena de dinamismo, fuerza y burla. A las enfermedades planteadas por sus colegas médicos, Argán prescribirá siempre los mismos tratamientos, porque cualquier respuesta hubiera sido correctus.


FERNANDO AGUADO
FOTO: CARLOS BANDRÉS

Los elementos de caracterización de los personajes, vestuario, pelucas y máscaras, a los que ya nos referimos anteriormente, contribuyen al enriquecimiento del trabajo actoral, que brilla en su conjunto y donde hay que destacar el de Fernando Aguado, por la gestualidad, el juego corporal y la voz. Fernando Aguado tiene la capacidad de transitar por las diferentes emociones que afectan al  personaje con el ritmo preciso y los contrastes justos para exprimir al máximo su comicidad. La interpretación de Aguado se complementa con la de Eva del Palacio, en la pizpireta, irreverente e imaginativa criada Toñita. En este sentido hay que resaltar la solución de la escena en la que Toñita finge ser un prestigioso médico y debe simultanear los dos personajes para que su señor no sospeche de ella. El trabajo actoral de otros miembros del elenco merecen también especial atención. El  triplete interpretativo de Santiago Nogués, que sobresale en el inútil Tomás Diafoirus, consiguió arrancar los aplausos del público en varias ocasiones.


FOTO: CARLOS BANDRÉS
Finalmente, es interesante destacar cómo Malena Gutiérrez recrea a Beralda, hermana de Argán. En ciertas ocasiones, y ante comedias de estas características donde los personajes son concebidos con unos trazos marcadamente grotescos y una acción que imprime un tempo endiablado para facilitar los efectos cómicos, aparecen ciertos personajes que, por el diálogo concreto o por su confección en la acción, en un primer momento, pueden entrañar una dificultad mayor para los actores. Creo que es el caso de Beralda, y pienso en la escena con Argán que gira en torno a su enfermedad y a la actitud de la madrastra. La hermana, como portadora de la verdad, tiene varios monólogos en los que trata de mostrar a Argán la sin razón de sus dolencias. Éstos, para mantener el clímax conseguido en  las escenas anteriores, necesitan una mayor fineza interpretativa y han sido francamente bien resueltos por Malena Gutiérrez.

La dirección del espectáculo es cuidada, y presenta una coreografía de movimientos limpia y divertida, que  mantiene el ritmo preciso que requiere la comedia. En definitiva un regalo. Un delicioso divertimento al que ir con un amigo médico, con sentido del humor, por supuesto.


GUADALUPE SORIA
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