Perdonen la tristeza. Reseña 1993. Crítica Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla.   
Jueves, 29 de Abril de 2010 07:16
PERDONEN LA TRISTEZA
Entre Beckett y Calderón

[2005-10-02]

Una buena parte de la vanguardia escénica española sigue apegada al fascinante mundo beckettiano y continúa ofreciendo variantes más o menos afortunadas del universo cerrado y agónico que presenta su obra.


RESEÑA, MAYO 1993
NUM. 239, pp. 36

PERDONEN LA TRISTEZA

Entre Beckett y Calderón

Título: Perdonen la tristeza.
Dramaturgia: Manuel Romero.
Producción: La Zaranda.
Escenografía: Paco de la Belén.
Intérpretes: Paco Sánchez, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos.
Dirección: Paco de la Zaranda.
Estreno en Madrid: Sala Olimpia, 17-III -93.


Una buena parte de la vanguardia escénica española sigue apegada al fascinante mundo beckettiano y continúa ofreciendo variantes más o menos afortunadas del universo cerrado y agónico que presenta su obra. El trabajo de la Zaranda ha tomado de Beckett su lenguaje terminal, traducido a una excesivamente castiza versión andaluza; el ambiente asfixiante que le es característico y los rasgos que configuran a dos de los personajes, empleados de un ruinoso teatro, que recogen y ordenan sus últimos restos antes de proceder a su cierre definitivo.

Pero, junto al clima inequívocamente beckettiano, son perceptibles también otras huellas. La Zaranda ha tomado otra de las constantes estéticas de los últimos años: el acentuado culturalismo que propicia el uso continuo de citas y referencias a modelos célebres, por ejemplo Hamlet, a cuyos sepultureros deben también no pocos rasgos los dos empleados teatrales, Calderón de la Barca, el Quijote, el Tenorio, el teatro de comienzos de siglo, etc. Incluso algunos momentos y situaciones de la pieza recuerdan a la más reciente ópera sorda que Martín Elizonto presentó en la Sala Galileo.

A través de todo ello se expresa la vieja metáfora del mundo como teatro. Un actor llega a un coliseo con el deseo de representar el papel de su vida y se encuentra con un teatro vacío y en trance de liquidación, cubierto de un persistente polvo que no puede eliminarse por mucho que se limpie y de recuerdos que testimonian que todo aquello no es sino pasado irrecuperable.
Pero, si en la alegoría calderoniana la representación dejaba paso a una sólida realidad trascendente, en el mundo de la Zaranda no existe nada después de la caída del telón.

Los sueños de quien anheló dar lo mejor de sí mismo se esfuman en el vacío cuando el carnaval de la vida termina para siempre.

La Zaranda ha optado por diluir ese rico simbolismo de Shakespeare, Calderón o Beckett, en motivos de la tradición cultural andaluza, desde las procesiones de Semana Santa hasta el carnaval de Cádiz, sin que falten algunos guiñas de carácter taurino, pero son, sobre todo, el lenguaje y la prosodia los que dan un aire específicamente andaluz al trabajo.

El resultado, pese a la presencia de elementos de interés, tiene mucho de amalgama, de pastiche no del todo justificado, lo cual se advierte en un ritmo desigual y en las soluciones arbitrarias a las que con no poca frecuencia se acude, como si se deseara no dejar fuera de programas ninguno de los motivos que previamente se hubieran escogido. Pero, sobre todo, es el recurso a la repetición constante de frases y obsesiones lo que termina por hacer cargante el espectáculo cuando se supera el efecto de la risa mecánica que produce inicialmente toda reiteración superflua. El alivio de la música carnavalesca no oculta la insuficiente elaboración textual ni la propia organización de la puesta en escena, pese a que no falten, en algunos momentos, el dinamismo o las situaciones teatrales adecuadas que den respuesta a los contenidos que se plantean.

Los actores llevan a cabo una labor vigorosa y convincente y dan cuerpo a unos personajes que podían haber resultado demasiado esquemáticos o incluso meras abstracciones. Nada de eso sucede y los personajes cobran vida propia con la interpretación de Paco Sánchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos.

 

Más información

           Homenaje a Los Malditos - Información General

           Homenaje a Los Malditos - Entrevista
           Homenaje a Los Malditos - Crítica Teatro
           Maríameneo, Maríameneo - Crítica Teatro
           La Puerta Estrecha - Crítica Teatro
           Vinagre de Jerez - Crítica Teatro
           Vinagre de Jerez - Crítica Teatro
 


Eduardo Pérez – Rasilla
Copyright©pérezrasilla

 
Sala Olimpia
Pza. lavapiés
Madrid