Espartaco. T. Real. Crítica. Imprimir
Escrito por José Ramón Díaz Sande   
Jueves, 25 de Marzo de 2010 19:09
ESPARTACO.  EL TIEMPO NO HA PASADO: SIGUE LA FUERZA Y EL VIGOR.
El Teatro Real de Madrid inicia temporada con el Espartaco de Yuri Grigorovich, por el mítico Teatro Bolshoi de Moscú. Es la primera vez que el Bolshoi viene a Madrid. Esta producción de 1968 seguía, en una primera concepción, las de Moisseiev y Jakobson, según testimonio del propio Grigorovich.

ESPARTACO
 EL TIEMPO NO HA PASADO: SIGUE LA FUERZA Y EL VIGOR
 
No es frecuente, sobre los escenarios españoles, el ballet Espartaco. Una versión la pudimos ver en febrero de 2008 por el Ballet Clásico Estatal de Kiev en el Teatro Madrid. Aquella versión seguía la coreografía de Nickolai Volkov de 1956, la primera que se concibió para el Teatro Kirov de Leningrado. A partir de aquel 1956 Espartaco fue encontrando nuevas coreografías. Tres para el Teatro Bolshoi de Moscú: 1958, Igor Moisseiev; 1962, Leonid Jakobson; 1968, Yuri Grigorovich, y para el Teatro de la Ópera de Budapest en 1968 la de Laszlo Seregi

El Teatro Real de Madrid inicia temporada con el Espartaco de Yuri Grigorovich, por el mítico Teatro Bolshoi de Moscú. Es la primera vez que el Bolshoi viene a Madrid. Esta producción de 1968 seguía, en una primera concepción, las de Moisseiev y Jakobson, según testimonio del propio Grigorovich. No obstante, se vio metido en una serie de complicaciones dramatúrgicas y prefirió darle una forma nueva. Tal forma afectaba a la propia trama teatral. Grigorovich prefirió centrarla  en la rebelión de los esclavos y eliminar datos históricos accesorios. Balletísticamente  recurrió a la danza clásica como estilo base, pero se adentraba, también, en otras formas cercanas a lo que entonces se llamaba ballet moderno.
 
Viendo esta producción, que ya tiene 41 años, lo que más llama la atención es su ausencia de pantomima – muy propia del ballet clásico del XIX – y su sana obsesión por narrar dramáticamente una historia a través de la música y la danza. Hay pocas concesiones al mero virtuosismo de la danza en detrimento del hilo argumental. Yuri Grigorovich se muestra como un consumado coreógrafo que aprecia el elemento dramático. He dicho que hay pocas concesiones a la danza vacía de argumento, posiblemente el inicio del Acto II con las huestes romanas es una de ellas.
FOTO: JAVIER DEL REAL
 

El ballet consta de tres actos, pero cada uno de ellos con innumerables escenas, que suponen diversos ambientes. Esto siempre es una dificultad a la hora del cambio de decorado. Grigorovich ha construido un inteligente libreto para obviar la dificultad del cambio. De una escena a otra coral que exige diverso ambiente, se pasa mediante lo que en el programa se denomina “Monólogo”, término literario para definir el consabido “solo” del bailarín. Ello facilita el cambio escenográfico sin parones: El fondo se oscurece y la atención recae sobre el baile del solista, impregnado de sus emociones dramáticas. Todos los personajes centrales – Espartaco, Craso, Aegina y Frigia – poseen su monólogo, lo cual permite balletísticamente su lucimiento, sin que ello quiera decir que se frene la trama argumental.

La coreografía juega con tres líneas: la coral, que es abundante, los pasos a dos y los solos. Sigue, pues, el esquema clásico, sólo que la línea coral tiene una gran presencia y se aparta del trillado cuerpo de baile del Ballet clásico. Los conjuntos corales de romanos, esclavos o pastores abundan en danzas de corte más agresivo y menos lírico. Se pueden reconocer atisbos de movidas danzas folklóricas eslavas y también un ritmo más trepidante a tono con la potente partitura de Aram Jachaturián, no lejos, en muchos momentos, de la música cinematográfica heroica. En general la música encuentra su perfecta plasmación escénica y balletística.

FOTO: JAVIER DEL REAL

Otra de las virtudes de esta coreografía es la intelección de la propia historia, no siempre clara en muchos ballets argumentales y menos en los abstractos. Ello corrobora lo apuntado antes: la construcción de un coherente guión y la de una coreografía que sabe traducir narración y emociones.
 
La escenografía recurre a los telones pintados – haciendo honor a la época en que se concibe la producción -, lo cual facilita las transiciones de escena. Hoy le proporciona un cierto aspecto “demodée”, a pesar de su buena factura pictórica y de perspectiva.
 
Desde el punto de vista interpretativo, lo que llama la atención es el perfeccionismo tanto del cuerpo de baile como de los solistas. Demuestran así su buena y sólida escuela, lo cual no era menos de esperar de una institución como el Teatro Bolshoi, de donde salieron tantos prestigiosos bailarines. La abundante coreografía que ha creado Grigorovich no resulta fácil para el cuerpo de baile, pues juega con dibujos de diversas líneas en diagonal, en círculo y otras más distorsionadas. En ellas el conjunto no se puede permitir el lujo de ser asincrónicos y no lo son. Ello revela la altura de sus componentes.
 
FOTO: JAVIER DEL REAL

 

FOTOS: JAVIER DEL REAL
Los solistas que intervienen en las coreografías corales y sus solos, muestran también esa perfección a la que he hecho mención. Los solos y pasos a dos prefieren un tratamiento más en la línea de la danza clásica. El reparto del día 9 lo integraban Egor Khromushin (Espartaco), Andrei Merkuriev (Craso), Anna Antonicheva (Frigia), Ekaterina Krysanova (Aegina). Todos ellos mostraron su buena técnica y expresividad. Recordar el elegante y lírico paso a dos de Egor Khromushin y Ana Antonicheva. Egor es un bailarín que muestra una gran vitalidad y fuerza en el salto. Su personaje conjuga lo lírico con lo heroico y de ello da buena cuenta su intérprete.
 
A pesar del tiempo pasado este Espartaco sigue poseyendo fuerza y vigor. La nueva generación de bailarines en el Bolshoi, muestran que el conjunto sigue manteniendo las cotas balletísticas muy altas.

 

Título:Espartaco (Ballet en tres actos)
Libreto de Yuri Grigorovich, basado en la novela de Raffaello Giovagnoli y en hechos de la historiaantigua, y en el guión de Nikolai Volkov 
Música: AramJachaturián 1903-1978
Coreografía:Yuri Grogorovich          
Escenografía y vestuario:Simon Virsaladze   
Intérpretes:
Espartaco: Ivan Vasiliev (días 5,10)/Pavel Dmitrichenko (6, 8)/Egor Khromushin (7, 9)
Craso: Alexander Volchkov (5, 10) /Yury Baranov (6, 8)Andrey Merkuriev (7, 9)
Frigia: Nina Kaptsova (5, 10) / Anna Nikulina (6, 8)/ Anna Antonicheva (7, 9)
Aegina:Ekaterina Shipulina (5, 10)/Maria Aleksandrova (6, 8)/Ekaterina Krysanova (7, 9)
Gladiador: Ruslan Pronin, Denis Savin 
Coro de la Comunidad de Madrid        
Director del Coro: Jordi Casas BayerOrquesta Titular del Teatro Real
Orquesta Sinfónica de Madrid
Dirección musical:Pavel Sorokin
Producción de 1968                    
Estrenado en el Teatro Mariinski de San Petersburgo el 27 de diciembre de 1956
Estreno de la producción de 1968 por el Ballet delTeatro Bolshoi de Rusia el 9 de abril de 1968
Duración aproximada:Acto I: 45 min./ Pausa de 25 min. /Acto II: 40 min./Pausa de 25 min. /Acto III: 45 min.
Estreno en Madrid: Teatro Real, 5, 6, 7, 8, 9 y 10, - IX - 2009
 
 
 
 
FOTOS:JAVIER DEL REAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Jueves, 13 de Mayo de 2010 08:20