CARMEN. MARIA CARRASCO. CRÍTICA. Imprimir
Escrito por JOSÉ R. DÍAZ SANDE.   
Lunes, 10 de Mayo de 2010 09:41

CARMEN
MARIA CARRASCO

[2005-06-01]

Carmen es siempre un tema recurrente en el mundo de la danza y se ha traducido dancísticamente a los más dispares estilos desde el clásico hasta el flamenco.

CARMEN

MARIA CARRASCO

Título: Carmen.
Autor: Próspero Merimée.
Guion adaptado, coreografía y dirección artística: María Carrasco.
Música: Bizet (Suite) y flamenco.
Iluminación: Fernando de Gabriel.
Sonido: José Luis Álvarez.
Escenografía: María Carrasco/Fernando de Gabriel.
Repetidora: Yolanda Lara.
Vestuario: París.
Producción: Espectáculos Candilejas, S.L.
Diseño de imagen: Alicia García.

Músicos: Carlso Orgaz (guitarra), Angélica Leyva, La Tremendita (Cante), Chema Uriarte (Percusión), Fernando Bravo (Viento).

Intérpretes: María Carrasco (Carmen),
Yolanda Lara (Manuela),
Juan Carlos Rodríguez Galván (Don José),
Maximiliano Rebman/Adrián Luppi (Torero),
Martín Soisa/Guillermo Henao (Zúñiga),
Jorge Alfredo Valdés (Tabacalero),
Luis Miguel Alonso (Lillac Pastia),
Carlos Molín (Gitano).


Cuerpo de Baile: Rocío Bustos,
Ester Cortés, Vanesa Domínguez,
Ruth Sánchez, Iván López, Pablo Cervantes,
Francisco Leiva, Sergio Franco.


Reposición en Madrid: Teatro de Madrid, 11- mayo – 2005


Carmen es siempre un tema recurrente en el mundo de la danza y se ha traducido dancísticamente a los más dispares estilos desde el clásico hasta el flamenco. No hace poco Antonio Canales, nos traía una peculiar Carmen. Y en el colmo de la escenificación, caballo incluido, está la Carmen de La Cuadra de Sevilla.

María Carrasco tampoco ha resistido a la tentación y a partir de nuestro Próspero Mérimée y picoteando aquí y allá de la partitura de Bizet, maridándola con sones flamencos de guitarra, percusión y cante se ha lanzado al ruedo. El guión - confeccionado por ella misma, así como la coreografía – reconstruye la historia en 14 escenas a las que les pone título: A las orillas del Guadalquivir, Encuentro, Dragones de Alcalá, Habanera, Tabacalera, Seguidilla, En la prisión, En la taberna. Así llegamos a la primera parte. Tras el descanso siguen: Fugitivos en la montaña, Presagio, Amantes, La Plaza, Corrida y Muerte. Al ser una historia de muerte, una máscara blanca, de prolongada capa aterciopelada, avanza majestuosamente a través del pasillo del patio de butacas. Sube al escenario y allí D. José, maniatado al tradicional garrote vil, espera su muerte. La tal máscara se transformará en leiv motiv a lo largo de los amores de Carmen, mujer que donde quiera que va lleva consigo amor y muerte. Un oscuro marca un flash-back, y en las luminosas orillas del río Guadalquivir en Sevilla “ellas” lavan sus enaguas y “ellos” ejercen de “voyeurs”. A partir de aquí la narración fluye linealmente hasta el trágico final en la plaza.

En esta versión se ha ido más allá de la mera coreografía. Entronca con el ballet argumental, manejando bien una estructuración dramática y aprovechando simbólicamente vestuario y atrezzo. Está la ya mencionada máscara y después la larga bata de cola que sirve para la entronización grandielocuente de Carmen en la plaza, marcar el ruedo evocando los burladeros y terminar como mortaja-sudario de Carmen. En este aspecto hay pues un bien cuidado uso de “atrezzo” como elementos dramáticos y narrativos.

Igualmente se han recreado escenográficamente las diversas escenas con discreción, sencillez y gusto, recurriendo a veces a la iluminación como único elemento (la cárcel, por ejemplo). Ello permite que la transición entre las escenas no pierda ritmo. Menos convincente son las proyecciones de Sevilla sobre el ciclorama. Una vez que actualmente se ha llegado a una gran perfección, éstas resultan modestas y son, a mi entender, innecesarias. En general, el aspecto plástico, está cuidado y funciona.

Algo similar sucede con el vestuario. Campea sobre él, el buen gusto y ambienta.

Quiere esto decir que María Carrasco (en el programa de mano se le menciona también como dirección artística), trasciende en su puesta en escena la pura danza.

Siendo necesario todo lo anterior, un ballet justifica su calidad por la danza. María Carrasco nació en la llamada Danza Española y prosiguió su carrera con el flamenco y otros estilos. Tal variedad de estilos es la que conforma la coreogría de Carmen, aplicando cada estilo a la situación dramática correspondiente. Por eso el flamenco para las escenas de mayor dramatismo, el pseudotango para la seducción, elementos de danza contemporánea contrapunteados entre los otros estilos y conatos de baile español para momentos que el ballet clásico recurría a la pantomima.

Tiene especial protagonismo el personaje de Carmen, el cual expresa sus diversos estados de ánimo y su línea narrativa acudiendo a los diversos estilos ya citados. María Carrasco – la Carmen – domina todos ellos e imagino que están concebidos a imagen y semejanza suya. Al acudir a algunos como el tango, ha sabido ser discreta. He hablado de pseudotango, porque pienso que de ello es consciente la propia María. Cuando en estos últimos años tantas parejas de tangos, bailando en solitario o formando espectáculo con otras, se han descolgado en nuestro país con un tipo de tango virtuosista, hubiera sido una temeridad pretende emularlos. Aquí los pasos, las vueltas y el alzado de pierna invitando a la sexualidad, se aleja del virtuosismo acrobático y prefiere, acertadamente, la prudencia.

La diversidad de estilos proporciona a todo el conjunto una gran variedad y puede decirse que cada situación encaja bien con el estilo elegido.

Si bien las coreografías de solos o de pasos a dos funcionan tanto eninterpretación balletística como en el tempo rítmico, no sucede lo mismo con las coreografías de conjunto. De ellas la más insulsa es la de dragones de Alcalá a las orillas del río. Se apodera de excesivo tiempo para una coreografía un tanto anodina y trabajada en líneas de formación, que no siempre son precisas. Algo similar sucede con las lavanderas en el río al principio. Esta es una coreografía más graciosa, vistosa, alegre y que transmite bien el ambiente sensual, pero también se alarga, cuando en realidad debe ser una pincelada y retarda demasiado la entrada del personaje de Carmen. A nivel de guión, incluso no es necesaria esta introducción tal cual está diseñada. Creo que resultaría más impactante y ágil la transición del garrote vil de Don José y mortaja de Carmen a la sensualidad de ella, refrescándose en la fuente. Del conjunto y luego con gran presencia y prestancia destaca el baile de Yolanda Lara (Manuela). Más proporcionado, dentro de las coreografías de conjunto, están Tabacalera, en la Taberna y la Plaza.

Resulta también menos inspirado el baile del torero y al no poseer esa chispa creativa, el tiempo lo notamos.

Esta Carmen posee un acierto en la fusión de estilos bien dosificados y en su construcción dramática interna. El personaje femenino protagonista es el que copa la mayor parte de la narración coreográfica y María Carrasco saca buen partido a un baile, que sin perder la línea balletística, le infunde una gran dosis de interpretación, huyendo de la danza vacía o virtuosa. Cada movimiento que concibe no pierde, por parte de ella, su valor narrativo dramático. María es bailarina/bailaora segura, que no pierde la fusión entre danza e interpretación, tan necesaria en un ballet de tipo argumental.

El personaje de Don José, pierde protagonismo y ofrece pocas posibilidades para un lucimiento balletístico.

En general la compañía muestra una buena formación balletística.

Siendo un espectáculo aceptable, su peor enemigo es el tiempo. Se alarga innecesariamente y ello pesa sobre el interés y ritmo de todo el conjunto.
 

Más información

           LA CARMEN DE MERIMÉE - Entrevista

 
 


José Ramón Díaz Sande
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