BALLET TEATRO ESPAÑOL.CRÍTICA. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande.   
Lunes, 10 de Mayo de 2010 09:04

 

BALLET TEATRO ESPAÑOL
RAFAEL AGUILAR

[2005-04-10]

Bolero, que dio título a todo el espectáculo se estrenaba la víspera del fallecimiento de Rafael Aguilar. A todos nos cogió por sorpresa. Carmen era la siguiente programación.


RESEÑA (MAYO 1995)
(Nº 261, pp. 22)

BALLET TEATRO ESPAÑOL
RAFAEL AGUILAR

(Bolero, que dio título a todo el espectáculo se estrenaba
la víspera del fallecimiento de Rafael Aguilar.
A todos nos cogió por sorpresa.
Carmen
era la siguiente programación)


Título genérico: Bolero.
Concepción y coreografía: Rafael Aguilar.
Vestuario: Manuela Aguilar.

Tíulo: Aires de ida y vuelta.
Música: Alberto Ginaatera.
Bailarines: toda la compañía.
Solo: Eva Moreno.
Flauta: Ezequiel corta- barría.
Guitarra: Juan Soto, Lorenzo viraeda.

Título: Bolero.
Música: Maurice Ravel.
Bailarines: toda la compañía.
Solistas: Víctor Muro o Javier Palacios y Fernando Solano.

Título: Suite Flamenca,
Bailarines: toda la compañía.
Cantaores: M. Luisa Mateos, Yaya de Cádiz.
Guitarra: Juan Soto, Juan Riquena.

Estreno en Madrid: Teatro Madrid, 2 - III - 95.

El 3 de marzo de 1995 se anunciaba la muerte de Rafael Aguilar. El día antes presentaba en Madrid su espectáculo flamenco Bolero, para continuar en la semana siguiente con Carmen (La imposibilidad de combinar fechas para asistir a Carmen, explica el que no se haga la crítica)

Aguilar, a través de sus coreografías, aparece como un intelectual del flamenco. Manteniéndose dentro de esa tradición española de estilizar el baile flamenco y buscar argumentos, como lo hicieron Antonio Ruiz, Pilar López, Mariemma y Gades, hay en Aguilar una preocupación que le caracteriza: asociar el baile flamenco a nombres de literatos cultos, pintores, escultores y músicos. No le basta recurrir a Lorca, habitual en las lides coreográficas, como hizo en Rango (La casa de Bernarda Alba) o en Yerma, sino que acude a Unamuno en Amor, Eternidad (El sentimiento trágico de la vida), Vicente Alexaindre en Llanto con música de Luis de Pablo, a Cristóbal Halffter para Manuela Vargas en Retrato de mujer, o a Berrocal para su inmenso torso escultórico desnudo en Yerma.

Pero no sólo se trata de un recurrir externo a argumentos o autores no habituales en el flamenco o baile español, sino que en todas sus coreografías siempre se nota una obsesión por encontrar un nuevo vocabulario tanto a nivel de pasos de danza como de una concepción nueva del vestuario.

Por regla general los vestidos de sus bailarines sólo son reminiscencias sugerentes de la tradición. Huye, con acierto, del tópico vestido y posee una capacidad pictórica en las telas, que termina por ser escenografía. En su afán de búsqueda ha llegado a semidesnudar a sus bailarines de flamenco. Así como el cuerpo desnudo es frecuente en la danza actual — la malla clásica no era sino un modo de resaltar la escultura del cuerpo en movimiento, como es la danza—, casi venía a ser una profanación en el terreno del baile español o del flamenco. Pero así como el cuerpo desnudo del bailarín, por lo general, trata de esculpir el cuerpo humano mediante las líneas y composiciones, en Aguilar la desnudez prefiere la sensualidad, cuando el tema lo exige. La semidesnudez del macho y hembra de Yerma, y los torsos desnudos de los dos protagonistas en Bolero, son fieles a esta filosofía. Tanto en uno como en otro ballet funcionan. Ello le obliga a repensar pasos, aireo de brazos y composiciones desligados de los faralaes, las batas de cola o el ajustado pantalón.

En este Bolero de 1995 hay una creación nueva con respecto al estrenado en 1989, en el Teatro Albéniz. Sustancialmente es el mismo. Pero si la memoria no me falla, hay un nuevo ingrediente que cambia totalmente la historia. En 1995 el torso adorado por el conjunto era el de un bailarín. En esta ocasión son dos los bailarines, casi clónicos. Si en 1989, Bolero transmitía la sensualidad humana varonil en solitario, en 1995 la historia es a dúo. Hay un continuo juego entre la imagen reflejada en un espejo con una gran carga del mito de Narciso o la historia de los llamados amores prohibidos. Este dúo obliga a un paso a dos de gran elegancia.

Aguilar fue formado en el ballet clásico y de ahí pasó al ballet español y flamenco. Esta doble educación siempre se refleja en sus coreografías, inquietas por ampliar los horizontes del baile español.

Sus Aires de ida y vuelta no son sino una investigación del folklore español reciclado en Sudamérica. Poseen gracia, frescura y es un apetitoso abrir boca del espectáculo.
 

Más información

           GRANÁ, FLAMENCO PAL POETA - Crítica Danza

           RAFAEL AGUILAR - RESURRECCIÓN - Entrevista
           YERMA, BOLERO, RANGO - SÍNTESIS DE RAFAEL AGUILAR - Crítica Danza
 
 


José Ramón Díaz Sande
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