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Escrito por José R. Díaz Sande.   
Miércoles, 14 de Abril de 2010 14:02
LOS CUATRO ELEMENTOS (DANZA)
UN BUEN RECITAL

[2004-10-30]

Hay una buena idea, en el programa de mano, que remite a la fusión y descomposición de lo que es el ser humano y que desde el inicio del pensamiento ya se había barajado: los cuatro elementos que forman el cosmos y al humano: Agua, Aire, Tierra y Fuego.

 

XXI FESTIVAL DE OTOÑO DE MADRID
2004


LOS CUATRO ELEMENTOS
(DANZA)

UN BUEN RECITAL

Título: Los cuatro elementos.
Coreografías e interpretación: Rocío Molina (El agua, guajira), Carlos Rodríguez y Daniel Doña (El Aire, fandango), Alejandro Granados (La Tierra, seguiriya), Carmen Cortés (El fuego, soleá).
Música: Gerardo Núñez, Paco Cruz, Perico Sambeat.
Cante: Rafael Jiménez “Falo”, Jesús Méndez, Luis Moneo, Eva Durán.
Guitarras: Gerardo Núñez (artista invitado), Paco Cruz, Rafael Jiménez.
Saxo: Perico Sambeat (artista invitado).
Percusión: Nacho Arimany.
Dirección musical: Gerardo Núñez.
Vestuario: Miguel Adrover.
Realización de vestuario: Aiako Numata.
Iluminación: Clifton Taylor.
Producción: Miguel Martín Productions.
Espectáculo encargado por el Festival Flamenco USA.
Fotografía: Javier Suárez.
Dirección escénica: Jacqulyn Buglisi.
País: España (Comunidad de Madrid).
Duración aproximada: 1 hora y 20 min. (sin intermedio).
Fotografías: J. Suárez.
Estreno en Madrid: (Estreno absoluto), Teatro Albéniz, 21–X-04

Hay una buena idea, en el programa de mano, que remite a la fusión y descomposición de lo que es el ser humano y que desde el inicio del pensamiento ya se había barajado: los cuatro elementos que forman el cosmos y al humano: Agua, Aire, Tierra y Fuego. La literatura mitológica y el mundo de la pintura lo han expresado en varias ocasiones. Ahora, cuatro bailaores flamencos – Carmen Cortés, Alejandro Granados, Rocío Molina, Carlos Rodríguez o Daniel Doña - bajo la dirección de la coreógrafa Jacqulyn Buglisi lo llevan al mundo de la danza flamenca. Se trata de un encargo del Festival Flamenco USA, cuyo estreno absoluto se da en este Festival de Otoño de Madrid.

He dicho que es una buena idea, lo que sucede es que terminado el espectáculo, con bastante de positivo, no queda tan claro que las sucesivas coreografías reflejen la tal idea, salvo la plástica de un acertado vestuario y de la discreta proyección virtual.

Si intentamos considerarlo como un “ballet” unitario su estructura consta de un principio – los que serán cuatro elementos, sentados, parecen invocar un conjuro mediante un baile de pies flamencos rociados de un toque expresionista americano – y los sucesivos solos – casi de recital – de cada uno de los elementos, a los que se le aplica un estilo de flamenco (palo) que parece ser el adecuado al elemento que representa. La fusión de los cuatro llega al final. Los cuatro bailan a su aire, enhebrándose unos con otros.
 


Rocío Molina

 
He dicho con “bastante de positivo”. Lo positivo está en las coreografías individuales y no tanto en la transmisión de esa idea de la que se nos habla. Si no fuera por el programa de mano, es posible que no captásemos nada de lo que se nos quiere decir. Olvidándonos de este aspecto argumental el espectáculo tiene una gran virtud: la duración del tiempo. Se ha conseguido buscarle il tempo adecuado. Esto quiere decir que se ha encontrado el ritmo al espectáculo. También otra de las virtudes – una vez que sabemos que se trata de tales elementos – se ha sabido aplicar el “palo” que puede venir mejor al espíritu del elemento elegido. Una virtud más es el que cada coreografía viene construida por el propio bailaor/a. Ello le proporciona una dimensión de mayor autenticidad y de fuerza, hasta el punto que – imagino – permite una improvisación si viene al caso o una nueva creación sobre la marcha.

El agua es Rocío Molina y su tonada una guajira, que interpreta como bailaora dentro de cierta pureza del estilo. Brega elegantemente con una bata de cola que transmite al personaje, amén del oleaje, la evocación de la sirena. Tiene gracia y seducción. Su baile nos remonta a un flamenco tradicional lleno de fuerza y que entusiasmó al público.
 

Alejandro Granados
Daniel Doña (día 23), es el aire. Su baile, pautado por el nostálgico saxo de Perico Sambeat, prefiere el fandango, pero un fandango “sui generis” en el que se mezclan movimientos y desplazamientos como apuntes de danza contemporánea. Sobresale una depurada técnica y una gran elegancia.

El zapateado y el plante de flamenco puro aparece con Alejandro Granados - enfundado en un terno marrón – y él es la tierra que se expresa mediante una seguiriya. Es bailaor de gran pureza de líneas y de una sobriedad admirable. Serenidad y firmeza es lo que mejor le definen, sin alardes acrobáticos en su zapateado, como sucede con otros bailaores cuando la borrachera del entusiasmo y la pasión les invaden.
 

Carmen Cortés
El fuego es Carmen Cortés. Enfundada en un dudoso vestuario – flecos rojos sobre fondo amarillo – se lía con una soleá, en la que lo que más reluce son el exquisito enhebrado de sus brazos de ritmo lento, pero de gran sugerencia. Hay momentos de gran expresividad, al que ayuda la percusión de Nacho Arimany. La introducción de este elemento es de gran evocación, al combinar una serie de voces con dejes árabes o aroma de saeta.

La dirección escénica corre a cargo de Jacqulyn Buglisi – codirectora y coreógrafa de la Compañía Buglisi/Foreman – cuyo mayor mérito está en haber conseguido un espectáculo muy bien ritmado en todas sus partes.

El público – no día de estreno y con gran afluencia – aplaudió con gran entusiasmo.

 

 


José Ramón Díaz Sande
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TEATRO ALBÉNIZ
Teatro de la Comunidad de Madrid
Dirección: Cristina Santolaria
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Tf. 91 531 83 11
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Autobuses: 3,515,50,51,52,53,150
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Última actualización el Domingo, 09 de Mayo de 2010 20:02