Cenizas (La Pols). Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 29 de Febrero de 2016 18:39

CENIZAS
SINCERA DESOLACIÓN

  cenizas 36 b 
  GILLEM MOTOS / MARTA ARÁN
FOTO: www.madridteatro.net 

Cenizas es el título en castellano del vocablo catalán La Pols, que así se titulaba la versión catalana. Según sus creadores la traducción literal sería El Polvo, pero no parecía oportuna ya que se prestaba a equívocos o populares chuflas eróticas.  Para evitar segundas intenciones y dejar claro que no se iba por lo erótico, sino por "el polvo eres y en polvo de convertirás" para indicar a la muerte, se prefirió el término de Cenizas, ya que en esto nos convertimos cuando queman nuestro cuerpo, al dejar esta vida.

Cenizas, pues, es obra de muerte: el tracto de tiempo que va desde la muerte hasta el entierro. Todo comienza con la anécdota del fallecimiento del padre de una familia, suceso cotidiano ante el que se reacciona de muy diversos modos a tenor de las relaciones anteriores de los miembros de esa familia con el fallecido.  En esta ocasión hay un ingrediente nuevo: al hijo, un joven "rebelde sin causa", le notifican la muerte de su padre y se olvida de comunicárselo a su hermana, que lo mantiene en su casa. Tal olvido no sólo impacta a la hermana, sino al propio espectador. Es el detonante para crear la intriga. A partir de ahí se va a desarrollar una historia familiar que viene de mucho atrás. Una familia que no solamente asiste a las cenizas de su padre, sino que la propia familia es un cúmulo de cenizas. De ahí que el propio título sea altamente connotativo y sugerente a media que la función avanza.

El hecho del olvido por parte de Jacob, que así se llama el hijo, además de desconcertar,  lleva a otro tema: el del sentimiento. Jacob no siente la muerte de su padre, o al menos así lo juzga el entorno, y como en una cadena sin fin la pregunta es "¿por qué?". Jacob es un "rebelde" o un "indignado" con la vida familiar y con la propia vida. El autor, Llàtzer García, no oculta su inspiración y así lo ha declarado: sus raíces están en el Caleb de Al este del Edén de John Steinbeck, o en el Jimmy Porter de Mirando hacia atrás con ira de John Osborne, en lo que respecta a seres frustrados y ansiados de cariño. De hecho Llàtzer ha hecho suya una frase de J. Steinbeck con motivo de Al este del Edén: "El mayor error que puede padecer un niño es no sentirse amado, y el rechazo constituye para él un verdadero infierno (…) ésta es la historia de la humanidad. Yo creo que si esa sensación de abandono pudiese ser amputada, los hombres no serían lo que son".

Cenizas es una reflexión sobre el abandono que tenemos unos con otros y, en concreto en el ámbito familiar. Ello lleva a una airada protesta, sobre todo por parte de Jacob, y se desencadenan todos los demonios familiares y caen al suelo los cortinajes que tapaban o disimulaban una vida, fundada en apariencias. Ante este acontecimiento son diversas las reacciones de los tres personajes presentes en la escena, aunque a lo largo de la historia aparecen otros personajes, como son la madre, el otro hermano, cuya novia Alba es deseada por Jacob.  Los tres presentes son: el mencionado Jacob (Guillem Motos), Ruth (Laura López) y Alba (Marta Arán). Es la relación entre ellos la que nos impacta, y la que es fuente de toda la narración, cuyo mayor valor es la intriga y el poderse liberar de los demonios interiores. Termina siendo una terapia de cada uno de ellos, sobre todo de los dos hermanos, Jacob y Ruth, sin que quede al margen un nuevo descubrimiento por parte de Alba de su relación con Jacob y su hermano.

Este texto entra en lo que el autor llama Trilogía de la Familia. El primer texto fue La tierra olvidada, el segundo Cenizas, y el tercero, aún en fase de creación literaria, Los niños desagradecidos. El que nos ocupa, se vuelca en la visión de los padres por parte de los hijos, que en esta ocasión no aparecen como positivos, pero sí, se quiera o no, son los responsables, para bien o para mal, de lo que somos. Ante esa situación Jacob con su rebeldía, con su protesta está pidiendo a gritos poder salir de su resquebrajado pozo y para ello pone sus ojos en Alba. Es también un grito de socorro.

Quien tiene mayor protagonismo es Jacob, acentuado por su dislocado carácter y su violencia verbal y física, atemperada por cierta ternura cuando Alba está con él. El personaje está bien construido, más en la línea de un adolescente que de un recalcitrante joven de cierta edad. Ello nos aporta una esperanza de que pueda salir del pozo en el que la vida lo ha metido. Resulta también cómico en ciertos momentos y, en general, nos provoca ternura. No tiene, lógicamente, toda la razón, pero empatizamos con él.  No es un personaje fácil de interpretar, pero Guillem Motos lo consigue. Su trabajo es fresco y lleno de ritmo.

Ante tanta indignación y locura está Alba. Es el contrapunto a la violencia de Jacob, pero lleno de viveza. Ante ella Jacob se transfigura y es capaz de manifestar lo que es el amor. Marta Arán da muy bien el personaje. Es actriz que modula bien los diversos matices de comicidad y ternura, y que nos atrae por su naturalidad, y por saber transmitir ese halo de esperanza.

Ruth es la hermana de Jacob, una mujer que entiende a medias a su hermano, ante el que se desespera. Es mujer de retos y de querer superarse. Los trofeos ganados, en modestas carreras deportivas, son su afán de superación y le proporcionan cierta entidad humana, aunque su vida sentimental - de nuevo el ansia de cariño - le lleva a cierta promiscuidad afectiva y sexual. No consigue entender la postura de Jacob. Probablemente ella está tan perdida en la vida como él, pero intenta agarrar la realidad, en vez de deshacerse en quejas y protestas. Muy bueno el monólogo final de ella, tanto a nivel de contenido como de interpretación. Resulta antológico.

En general el texto exuda un aroma de aquellos textos americanos a lo Williams, lo Miller y demás autores que buceaban en personajes controvertidos y relaciones familiares un tanto sinuosas.

Hay casi un tercer personajes que es The New Raemon. Se encarga de la música, que en este caso es importante, puesto que se trata de una serie de canciones de contenido, referente a la situación o a los personajes. Viene a ser una reminiscencia del coro griego o de las míticas canciones con las que Bertold Brecht sazonaba sus obras teatrales. Las letras son bellos poemas, que al haberlos mantenido en catalán se nos pierden. Para paliarlo en hoja aparte nos dan la traducción en columna bilingüe. No basta. Por declaraciones del autor, la no traducción se ha debido a la imposibilidad de mantener el rimo de las palabras y la música. Es posible, porque las canciones letra y música, nacen como un todo. No obstante, sería de desear que  se intentase la traducción.

En general toda la obra escénicamente fluye bien. El propio autor Llàtzer se ha encargado de la dirección, a la cual le proporciona ritmo. Hay una dosificaciòn de los diversos momentos cómicos y dramáticos, sin cargar las tintas sobre ellos, lo cual no resulta fácil. Hay una labor unitaria de conjunto, que proviene de un trabajo previo al ser una compañía estable.

Dicho esto, sí se nota l que la obra no progresa en algunos momentos, sobre todo, en el tema de si Jacob siente o no la muerte de su padre. Hay como una serie de reiteraciones, que desde el patio de butacas se percibe como demoras, aunque, en el conjunto, todo el espectáculo fluye bien.

Otra apostilla es el final, que, obviamente, no voy a desvelar. Es muy curioso cómo el público intuye un final y aplaude. Resulta que se ha equivocado, porque vuelven las luces y todavía nos queda una escenita, breve ella, que remata ese final. Da la sensación de que quiere dejar las cosas claras. Demasiado, pienso. Para mí, el final es el que ha marcado el público con sus aplausos. Queda un tanto más impreciso, pero más evocador. De todos modos, como la obra lleva un recorrido largo de éxitos y premios, posiblemente no he sabido ver la necesidad de ese doble final.

Hay todavía, no ya un tercer final, pero sí una nueva intervención de los tres actores que retoma aquello de los antiguos cómicos del Siglo de Oro: "Perdonen nuestros muchos errores". Aquí no imploran el perdón, sino algo que resulta entrañable. Marta Arán advierte el ser una pequeña compañía - Arcàdia - y no conocida en Madrid. Ruega que si el espectáculo nos ha gustado, avisemos a "amigos y vecinos", para que vengan.

Los aplausos fueron generosos y comunicativos.

  cenizas 11 b 
  LAURA LÓPEZ / GUILLEM MOTOS
FOTO: www.madridteatro.net 

Título:Canizas (La Pols)
Texto:Llàtzer García
Música original:The New Raemon
Producción ejecutiva:Roser Blanch y Sergio Matamala
Escenografía y vestuario:Marta Soto
Diseño de iluminación:Xavi Gardés
Fotografía:Roser Blanch
Prensa y Comunicación:Clara Cols
Ayudante de dirección:Muguet Franc
Producción:Nau Ivanow y Flyhard Produccions SL
Distribución:Iraya Producciones
Premiode la crítica Serra D’Or 2015
Premiode la Crítica de Barcelona 2014: Mejor Texto
2 nominaciones Premios Butaca2014: Mejor Texto y Mejor Actriz de Reparto
Intérpretes:Marta Aran (Alba), Laura López (Ruth), Guillem Motos (Jacob)
Dirección:Llàtzer García
Duración:95 min.
Estreno en Madrid:Teatro Fernán Gómez (Sala Jardiel Poncela), 24 - II - 2016

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 


TEATRO FERNÁN GÓMEZ
Sala II
Aforo: 316
Pz/ de Colón, s/n
28001 - Madrid
Metro: Colón, Serrano
Bus: 5/14/27/45/21/53/150/1/9/19/51/74
RENFE: cercanías.
Entradas: Caixa Catalunya en

www.telentrada.com y
Tf. 902 10 12 12
Tel-reservas grupos: 91 480 03 33 37
Email: 
Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla

 

 

Última actualización el Lunes, 29 de Febrero de 2016 19:19