Trigo sucio. A propósito de David Mamet. Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Viernes, 14 de Mayo de 2021 14:24

A PROPÓSITO DE DAVID MAMET

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FERNANDO RAMALLO / NANCHO NOVO
FOTO: www.madridteatro.net

YO ME ENFADÉ CON MAMET

Trigo sucio  es la primera obra Mamet que  Fernando Ramallo interpreta

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  FERNANDO RAMALLO
FOTO: www.madridteatro.net

Yo me enfadé con Mamet porque cuando estaba muy metido en interpretación con Corazza, leí un libro que era Verdadero y  falso: Herejía y sentido común para el actor de David Mamet. Tira por tierra todo lo que yo había pensado. Prácticamente te decía que tenías que ir a la marca, decir bien el texto, ser dúctil y poco más. Me enfrenté a todas mis creencias como actor. Yo pensaba que ser actor es ser James Dean, el método o ser  John Malcovich o Daniel Day-Lewis. Mamet parecía estar un poco en contra de eso, y yo lo tenía atravesado, pero luego es verdad que los textos que escribe son muy rápidos, diálogos cortos y muy eficaces. Al final, Mamet creo que es comercial y que es muy eficaz lo que hace y es muy directo.

Fernando está habituado al trabajo televisivo y cinematográfico donde las marcas espaciales son fundamentales y encima hay que aportar un alto nivel interpretativo

La televisión es algo más técnico. Tienes que ir a dos, tres marcas, esperar al de sonido, estar  desenfocado y esperar a que te enfoquen, mantener la emoción, cortar la toma cuando hay que cortar y  retomar cuando hay que retomar. Yo soy más feliz en el teatro, pero el problema de este país o haces televisión o no existes. Entonces hay que hacer televisión. Ahora me gusta más la televisión que el cine, porque  la calidad ahora va a las plataformas digitales y claramente  mucha gente de cine está haciendo series, y hay muy buenas series españolas, pero, al final, en el teatro es cuando se ve si eres actor, porque no hay truco, no le puedes montar, cortar. Es el momento, el presente y eso es lo que yo creo que destaca de un actor. Creo que un buen actor es el actor que hace teatro.

Actualmente, por regla general, los actores en teatro mantienen los mismos movimientos, situaciones espaciales e incluso el raccord

Para eso ayuda la televisión. En esta obra todos los que estamos hemos hecho mucho audiovisual. Nancho ha hecho mucho teatro, pero tanto Eva, Candela  como yo hemos hecho audiovisuales, por lo tanto es algo innato. Además comenzamos muy jovencitos en el audiovisual.      

OLVIDARNOS DEL EGO Y PENSAR QUE
SOMOS MUÑECOS AL SERVICIO DE UNA HISTORIA

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CANDELA SERRAT / NANCHO NOVO
FOTO: www.madridteatro.net
 

FOTO:La carrera interpretativa de Fernando no es nada despreciable, incluidos premios. No obstante lo que destaca de su curriculum produce cierto desconcierto.

Lo que yo destaco es cuando peor me ha ido, porque tenía cosas que hacer para poder comer y vivir de actor y dejar de lado otros trabajos. He tenido que hacer mucho teatro: teatro infantil o familiar porque es para todo el público. Ahí entendí lo que era la energía, porque con los niños es el público más difícil, ya que como no estés al mismo nivel de energía, no captas su atención. Es algo que me decían en el teatro, y no sabía cómo sacarla. Yo gritaba, proyectaba, me movía más, pero no sabía qué era eso. Lo pude aprender ahí.  Entonces por la necesidad de hacer distintos tipos de proyectos para poder comer, incluso he hecho monólogos, ahora puedo hacer cualquier cosa. He hecho teatro de calle…Todo eso cuando pasé mi momento de cine de no parar de hacer películas, a posteriori, que es más complicado. Aprendí, sobre todo, a saber que un actor cuenta una historia. Tenemos que olvidarnos del Ego y pensar que el actor está al servicio de lo que el director quiere contar y punto. Somos muñecos. Nos guste o no, somos muñecos.          

Fernando Chinarro, batallador en diversas lides teatrales y formado en múltiples cursos y cursillos advierte a la profesión:

Quiero decir a todos los actores y actrices que no nos pongamos pesados, que somos muñecos al servicio de una historia. Cuanto mejor manejemos el instrumento de nuestro cuerpo, de nuestra dicción, pues mejor estaremos y que ¡ojo! a los cursillistas. Hay muchos actores y actrices que no podemos interpretar y acabamos haciendo cursos. Hay cursos muy buenos y otros que no valen para nada.

 

REFLEXIONES DE DAVID MAMET
A PROPÓSITO DE LA TEMÁTICA DE
TRIGO SUCIO

Tolstoy escribió una vez que leemos el periódico por la misma razón que fumamos: por la agradable sensación de aturdimiento que nos provoca. El negocio de la prensa sensacionalista consiste en vender crímenes y sexo. Por desgracia su análoga más elevada opera de forma similar, enalteciendo la gravedad de la noticia en lugar de simplemente comunicarla.

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  EVA ISANTA
FOTO: www.madridtetro.net

Los escándalos en las altas esferas siempre han sido la principal fuente de ingresos de la prensa. Los seres humanos nos deleitamos en el hundimiento del poderoso. La alegría o tristeza que sentimos por la revelación de sus pecados excusan y por lo tanto validan nuestros propios sueños de grandeza. Pero ya lo dice el proverbio británico: “Un hombre puede robar un caballo mientras que a otro no se le deja mirar por encima de la cerca”. Acusados de los mismos delitos, algunos ​​serán absueltos o levemente castigados y otros serán masacrados solo porque “no caen bien”.

La falta de conciencia, de vergüenza o de cuidado puede llevar a muchos a complacerse en conductas abusivas y delictivas. Los poderosos o favorecidos, que además no suelen preocuparse por ser descubiertos, se exponen sin tapujos ante aquellos que están bajo su poder (o deseando tenerlo). En ningún sector es esto más cierto que en el cine. La inmediata y profunda transformación del poderoso es, naturalmente, la esencia de la Tragedia. Aristóteles en La poética nos enseñó que el protagonista, al final de la Tragedia, debe pasar por la aceptación y el restablecimiento de la situación.

Esto, dicen, despierta en nosotros los espectadores lástima y temor. Lástima por el pobre necio, único ser en todo el teatro que no supo discernir el destino que se le venía encima; y temor, al reconocer en lo más profundo de nuestros corazones el mismo grado de ofuscación e ingenuidad.

Una Comedia no es más que una Tragedia rotada noventa grados. Otelo podría reescribirse como farsa en una mañana; estructuralmente es una farsa de alcoba. Una Tragedia nos permite experimentar sin riesgo el concepto de que todos somos pecadores; la Comedia, de que todos somos necios.

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  CANDELA  SERRAT / NANCHO NOVO
FOTO: www.madridteatro.net

La Tragedia termina con el orden restaurado al reconocer el protagonista su propia culpa. La Comedia tradicionalmente termina en matrimonio, es decir, con un “fueron felices y comieron perdices” donde el Deus Ex Machina nos asegura, mientras rescata al ingenuo héroe, que ya somos libres de volver a intentarlo (y de nuevo fracasar).

En la Tragedia el público se siente aliviado por su moraleja; en la Comedia ocurre a través de la liberación fisiológica de la risa.

Siempre he sospechado que el teatro está más cercano a las observancias religiosas de las que procede que lo que nos gustaría admitir. Es por eso que todos llegamos igualmente tarde al teatro que a la Iglesia o la Sinagoga; tarde y preocupados por si aún nos dejarán entrar. De modo que el hecho teatral conlleva ansiedad. Quizás esta sea fruto del temor primario causado por la revelación de nuestra propia naturaleza humana. En cualquier caso, la aceptación de esa premisa me ha proveído sustento durante un gran número de años. 

Trigo sucio es una Comedia

 


 
Más información
     Trigo sucio- Mamet-Rico-Rubio
             
 
José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Sábado, 15 de Mayo de 2021 16:16