La Gran Via. Agua, ... O. de Madrid.Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Viernes, 13 de Junio de 2014 08:18

LA GRAN VÍA
AGUA, AZUCARTILOS Y AGUARDIENTE

VITALIDAD Y JUVENTUD PARA EL GÉNERO CHICO

 

  ZARZUELAS REINA VICTORIA 004 b
  LA GRAN VÍA (EL ELISEO)
FOTO: PEDRO GATO

Ópera de Madrid ha nacido con la vocación de crear una Compañía de ópera estable, a la que añade, también, la zarzuela. Después de tres títulos operísticos: Rigoletto, El Barbero de Sevilla y La Bohème, ha seguido con el género chico: La Gran Vía y Agua, azucarillos y aguardiente. Una de las características del grupo es la profusión de cantantes jóvenes, así como de la orquesta y el equipo técnico. También joven es Susana Gómez, la directora de escena y creadora de las respectivas dramaturgias. La juventud de sus participantes no quiere decir que no hayan, ya, desarrollado una carrera artística profesional. Por referencias - no pude ver los tres montajes operísticos - esta trilogía ha gozado de éxito, y se ha valorado la calidad de los cantantes.

El formato en el que se mueve, podría calificarse de pequeño formato, si lo comparamos con los grandes montajes del Teatro de la Zarzuela. Se mueve, lógicamente, por criterios de producción en dicho formato, y en un espacio más reducido como es el escenario del Teatro Reina Victoria (Madrid). Este nuevo modelo de presentar al teatro lírico ha recurrido, en otras ocasiones, al piano como elemento orquestal como único acompañante musical en montajes como El dúo de la Africana en la versión de Emilio Sagi (CLIKEAR) y en la versión  del mismo título de Xavier Albertí y  Luisa Cunillé (CLIKEAR), o bien La Corte del Faraón de Xavier Albertí (CLIKEAR). En el caso de Ópera de Madrid, cuenta con una amplia orquesta, no alejada del número de maestros de las orquestas de la época esplendorosa de la Zarzuela.

Abundar en la nota de juventud con buenas cotas de profesionalidad, que campea por toda la Compañía es importante pues, de modo natural, comunican al género frescura y entusiasmo que se palpa sobre el escenario. Este es uno de los mayores atractivos.

En lo que respecta al espacio más reducido del escenario, no hay que olvidar que los grandes espacios actuales es un fenómeno de nuestro tiempo, heredado de los montajes operístico o de los grandes musicales. Baste recordar que, en la época dorada de la Zarzuela y del género chico los espacios eran más angostos: Teatro Alcázar, Teatro Calderón, Teatro Apolo, Teatro Fontalba, Teatro  Felipe....  Ópera de Madrid ha sabido acomodar bien su formato al espacio del Reina Victoria.

Susana Gómez se ha encargado de la dramaturgia y la dirección escénica. El bagaje que trae a cuestas es su experiencia en la dirección operística, y en lo que respecta a la zarzuela su familiaridad proviene de los cantables que oía a sus abuelas. Quiere esto decir que viene sin "preverbales" o conceptos preconcebidos. Ello le ha proporcionado libertad en la estructuración de los dos montajes. Una libertad de la que ha surgido un montaje fresco, divertido y alejado de la sospecha de un género casposo, tanto a nivel de dirección como de espacio escénico.

El género chico, proveniente de aquel Teatro por Horas - cada hora se representaba un título distinto, de modo que se llegaban a cuatro funciones (cuatro horas), a las que asistía distinto público, aunque podría repetir con tal de pagar otra localidad -, ideó un teatro lírico de historias sencillas con mucho de costumbrismo, y que había que componer como "churros", porque la demanda era enorme. La ingeniosidad de los libretistas y la sorprendente inspiración de los compositores salvaban la posible mediocridad de la precipitación. De todo ese acervo han quedado muchas joyas líricas, entre ellas La Gran Vía y Agua, azucarillos y aguardiente, a las que recurren con frecuencia toda compañía de zarzuela que se precie.

La Gran Vía tiene como título segundo Revista de Actualidad. Su estructura dramática se aparta de una historia al uso, y prefiere un desarrollo de escenas madrileñas que trazan el perfil de la ciudad. Tales escenas y todo el conjunto posee un sentido alegórico y crítico del Madrid de la época. El argumento original parte de la amenaza de construir una Gran Vía - nuestra Gran Vía actual - destruyendo todo el laberinto de callejuelas que serpenteaban por el centro de Madrid. Ello lleva a una rebelión de las calles, y la consecuencia inmediata es alborotarse y presentarse en el Ayuntamiento de Madrid. Tras la queja, el Paseante invita al Caballero de Gracia - calle - a dar una vuelta por los barrios de la ciudad, en los que conocerán a tipos representativos y castizos. De este modo, conocemos un Madrid social. Al final el comadrón asistirá al alumbramiento de la Gran Vía, que acerca Madrid al glamuroso París. Hay que recordar que cuando se escribe esta historia la Gran Vía no existía. El libreto es una ingeniosa denuncia de las dudosas gestiones municipales, la añoranza de ciertos ambientes y el anuncio del progreso.

En el original, los recorridos tienen como escenario, una Sala de paso que conduce a la alcoba de doña Municipalidad, que es quien va a dar a luz la Gran Vía; las Afueras; la Puerta del Sol; la Travesía (Baile del Eliseo), y la Gran Vía :"Una plaza de la que parte una vía inmensa, anchurosa y por todos conceptos magnífica, formada por edificios suntuosos... Todos les edificios estarán colgados (con colgaduras) e iluminados como en un día de gran fiesta"

Las representaciones posteriores a su estreno, han respetado la historia original y se fueron añadiendo situaciones y números musicales a tenor de los acontecimientos  de la vida ciudadana. La Gran Vía venía a ser como un chicle que se podía estirar y encoger . De este modo cumplía con su subtítulo de Revista de Actualidad. Saltó al extranjero con gran éxito y en algunas localidades como en Ferrol (Coruña), se adaptó el texto a las calles y problemas de aquella ciudad.

En el 2009, Paco Mir (Tricicle) montaba una nueva versión de La Gran Vía en el Teatro de la Zarzuela, que tituló La Gran  Vía.. esquina Chueca (CLIKEAR). Creaba una dramaturgia nueva: "el Ayuntamiento quiere quitar la Gran Vía para pagar la deuda y entonces los ciudadanos se rebelan, pero cada uno llevan el rumor a sus intereses personales. Lo resolvemos con 30 escenas (Paco Mir)". Recorríamos toda la Gran Vía desde la Plaza España hasta la Cibeles y, a lo largo del  recorrido, nos topábamos con los tipos que hoy podemos encontrar, en incluso con los bailes de Bollywood.

La dramaturgia que firma Susana Gómez posee cierto parentesco. Al actualizar el texto, pues se desarrolla en el 2014, tampoco se va a construir la Gran Vía, ya existe, sino que va a ser fagocitada por intereses municipales, un tanto espurios. Mantiene la idea esencial del original. Allí, con motivo de la construcción se aprovecha para una crítica sociocultural de un Madrid atrasado. En esta ocasión, nos topamos con el anverso de la moneda: De un Madrid esplendoroso, pocos años atrás, nos hemos precipitado en un Madrid que ha olvidado la cultura para lanzarse en los brazos de la especulación. Lo curioso es que, salvo algunas alusiones críticas de nueva hornada hacia la Municipalidad, muchos de los textos del original, parecen haberse escrito hoy, lo cual quiere decir que la humanidad no está por el cambio en lo que  respecta a sus torpes deseos e intrigas interesadas.  El soborno y la elegante corrupción se analizan bajo el prisma de la ironía y el humor, que el público recibe con cierto regocijo de "vendetta", por el calvario que está pasando. Se trata de una inteligente adaptación, sin caer en lo grueso de una denuncia explícita. Cumple con la máxima de "A buen entendedor, con pocas palabras basta".

La adaptación va más allá del contenido. Sin profanar las melodías musicales, ha sabido encontrar la modernización visual de los diversos números musicales, tanto en los ritmos, como en el vestuario y en las situaciones. Aquí, Doña Municipalidad (Marta Moreno) no está preñada en su alcoba par dar a luz, sino que es un cargo público sobre la que llueven las protestas de unas calles y plazas con un atractivo y colorista vestuario, emparentado con la comedia musical y con la estética "almodovariana". El Paseante (Javier Ibarz)  se encargará de acompañarla y mostrarle Madrid. El número de los "marineritos", que en el original alude a los jóvenes marineros, y muestra cierto candor - lo solían interpretar las llamadas "vicetiples", con lo cual el candor disminuía -, aquí la temperatura sube un poco más a nivel erótico y de contenido, sin alterar el texto. Los tales marineritos, han sido dibujados según el perfil de Querelle de la película de Fassbinder, y resaltan sobre un fondo rojo pasión de luz, en las alturas. En las "bajuras" las chicas , remedo de las azafatas del Un dos tres completan el cuadro. No se trata de seguir analizando el resto de los personajes, pero sí apuntar la habilidad, por parte de Susana, de adaptar los números visualmente, y comunicarles nuevos contenidos. La parte visual es muy rica, creando en el espectador nuevas imágenes y alusiones, según el grado cultural de cada uno.

Agua, azucarillos y Aguardiente, posee una historia más estructurada, aunque, en el fondo, el hilo argumental es una excusa para seguir mostrándonos Madrid, aunque en este caso es el del siglo XIX. Ya allí se encuentra el agobio de los prestamistas - léase, hoy, desahucios -; la rivalidad comercial; el amor interesado; el soborno y el aquí te pillo y aquí te mato. Tales escenas y tipos madrileños, le permiten a Susana hilvanar los dos espectáculos, tema problemático en nuestro tiempo para con el género chico, una vez que el público actual  no está preparado para el Teatro por Horas - ahora la burguesía también trabaja -, y está acostumbrado a pagar por un espectáculo que llegue, al menos, a la hora y media.

Por eso el género chico se sirve de dos en dos.  El problema surge a la hora de casar dos títulos: ¿el mismo compositor?; ¿la proximidad temática o musical?; ¿liarse la manta a la cabeza y unirlos "porque sí"?

En  esta ocasión la presentación de ambos títulos viene guiada por el compositor Chueca y Valverde para el primer título, y Chueca para el segundo. Susana ha ido más lejos, ha buscado la continuidad en Doña Municipalidad y el Paseante. Siguen recorriendo Madrid. Funciona, aunque haya que dar un salto en el tiempo hacia atrás, pero, tal salto, se digiere bien gracias al inteligente vestuario de Gabriela Salaberri que traza unos figurines con un apunte hacia el pasado: discretas enaguas de encaje, y en ellos terno a medias entre aquel pasado y el presente en Serafín (César Narbona).  En Lorenzo (Javier Ibarz)y Vicente (Enrique Sánchez-Ramos), su atuendo rezuma atemporalidad.

La unión de ambos títulos se refleja también en la acertada escenografía de Miguel Brayda. Un "fondal" de dos pisos, cuyas transparencias, gracias a la luz de Carlos Torrijos, evocan los diversos ambientes, ayudados por un discreto "atrezzo", que sirven bien a los dos títulos. La escenografía sigue los últimos criterios estéticos de la Ópera o las comedias musicales contemporáneas. Deambula por lo abstracto, lo simbólico o lo figurativo estilizado, sin olvidar cierto realismo. Esta concepción le da un aire, también, más actual. Podría decirse que funciona como un gran "collage" o un fresco de las diversas anécdotas. Ello le permite agilidad en lo que respecta a la mutación de una escena a otra. Y aquí, entramos en la concepción del ritmo del espectáculo, el cual está bien conseguido.

De este afán de modernizar la zarzuela, también se han contagiado las breves coreografías que  ofrece la partitura. Javier Sánchez, el coreógrafo, ha conseguido, sin alterar la composición musical, dotar a los movimientos bailables de nuevos ritmos corporales: Somos las calles y las plazas, los marineritos o el Baile del Eliseo. Funciona.

En lo que respecta a la parte vocal, la madre del cordero de cualquier musical que se precie, esta cuidada, así como la orquestal. Son voces jóvenes con siluetas jóvenes, lo que ayuda a la frescura y espontaneidad que rezuma todo el espectáculo. Las dos obras abundan en números corales. Sin grandes pretensiones, se ha encontrado la fórmula. Los propios solistas, casi todos son solistas, forman los coros, lo cual lleva a desdoblarse. Las escenas corales han huido, afortunadamente, del estatismo, dotándolas de una discreta coreografía adecuada a la situación. Todos muestran una capacidad interpretativa y vocal nada despreciable.

Los personajes de Doña Municipalidad y Doña Virtudes en La Gran Vía y Doña Simona en Agua, azucarillos y aguardiente, vienen interpretados por Marta Moreno, veterana en esto de la zarzuela, construye sus personajes con aplomo y simpatía. Joana Thomé ofrece una bien templada Menegilda, que se ha transformado en camarera tras la barra. María Zapata compone una Manuela de voz firme y segura, así como muestra una interpretación notable. Hevila Cardeña es el Eliseo en La Gran  Vía, y Pepa en Agua Azucarillos y Aguardiente.Es también voz de notable calidad. Ruth González sobresale por su lirismo en el personaje de Asia. En cuanto a las voces masculinas, de menos repercusión a nivel vocal en los libretos, destaca Enrique Sánchez- Ramos en la composición de su Caballero de Gracia, tanto vocalmente como interpretativamente y crea un personaje más vivaracho. César Narbona acierta, también, en su fingido amante Serafín. A Javier Ibarz le ha tocado el Paseante, de menor intervención canora, y Lorenzo, en el que, a pesar de su brevedad musical, muestra su buena capacidad.

En general se puede afirmar que la parte vocal y orquestal están aseguradas por parte de todos, lo cual es el primer valor de un musical. Si a eso se añade un buen hacer interpretativo, un ritmo acertado de todo el espectáculo, una actualización inteligente y una buena dirección de actores, la velada resulta un acierto.

El eterno problema de la zarzuela son sus costes y, sobre todo, la captación de un público joven. Experimentos como estos pueden ser más viables a nivel de coste, y atrayentes para un público joven. Es un pena que esta programación haya entrado, cuando los colegios cierran sus aulas, pues podría participar muy bien en la Campaña Escolar de Teatro. No defraudaría a los más jóvenes.

 

  ZARZUELAS REINA VICTORIA 003 B
  AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE
  ZARZUELAS REINA VICTORIA 002 c
  LA GRAN VÍA (LOS MARINERITOS)
FOTOS: PEDRO GATO

Título: La Gran Vía (Estreno en el Teatro Felipe de Madrid, 2 - VI- 1886, después temporada larga en el Teatro Apolo)

Libreto: Felipe Pérez y González

Música: Federico Chueca Y Joaquín Valverde

Intérpretes:Marta Moreno (Doña Virtudes/Sra. Municipalidad),   Enrique R. Del Portal / Javier Ibarz (Paseante), Jaime Carrasco/ Enrique Sánchez-Ramos (Caballero De Gracia),  Elvia Sánchez / Joana Thomé (Menegilda),  Hevila Cardeña / Joana Thomé (Eliseo), César Narbona (Rata 1),  Ricardo Pérez (Rata 2),  José Antonio Carril / Enrique Sánchez-Ramos (Rata 3),  Judith Pezoa (Calle de Prosperidad),  Joana Thomé (Calle de Montera),  Ricardo Pérez (Calle de la Reina), Elvia Sánchez (Calle de Válgame Dios),  César Narbona (Calle de Desengaño),  Paloma Friedhoff (Calle de la Luna),  Hevila Cardeña / María Zapata (Calle de la Libertad),  Eugenia Enguita / Ruth González (Calle de Sevilla)

 

Título: Agua, Azucarillos Y Aguardiente (Estreno en el Teatro Apolo de Madrid, 23 - VI - 1897

Libreto: Miguel Ramos Carrión

Música: Federico Chueca 

Intérpretes:Hevila Cardeña / Paloma Friedhoff (Pepa),  Elvia Sánchez / María Zapata (Manuela),  Enrique R. Del Portal / Javier Ibarz (Lorenzo),  Jaime Carrasco / Enrique Sánchez-Ramos (Vicente),  Eugenia Enguita / Ruth González (Asia),  César Narbona (Serafín),  Marta Moreno (Doña Simona),  José Antonio Carril / Ricardo Pérez (Don Aquilino),  Joana Thomé (Garibaldi)
Diseño de Iluminación: Carlos Torrijos (La Fábrica De Luz S.L.)
Diseño Escenografía: Miguel Brayda
Diseño y Realización de Vestuario: Gabriela Salaberri
Maquillaje y Peluquería: Tachi Group
Realización Escenografía: Alex Borinyuk/Jeúsn Chacon
Ayudante de Escenografía: Ascen Lopéz
Realización Utilería: En La Chácena
Jefe Técnico: José Luis Palomino
Asistente Iluminador: Jaime Martín
Coordinador de la Orquesta: Alberto Loranca
Gerente de Compañía-Subtítulos: Vicky Zazo
Ayudante de Producción: Susana Sánchez
Producción Ejecutiva: Eva Paniagua
Coreógrafo: Javier Sánchez
Maestros Correpetidores: Ana Cracium Y Rubén Sánchez-Vieco
Dirección de Orquesta: Guillermo Bautista, Borja Quintas, Mariano Rivas y Rubén Sánchez-Vieco.
Dirección Musical: Mariano Rivas
Dirección Escénica: Susana Gómez
Estreno en Madrid: Teatro Reina Vitoria, 30 - V - 2014 

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

 


TEATRO REINA VICTORIA
C(Carrera de San Jerónimo, 20
28014 - Madrid 

Tf. 91 369 22 88
Metro: Puerta del Sol
Parking: Pza. de las Cortes, Pza de Santa Ana, Sevilla

 

Última actualización el Viernes, 13 de Junio de 2014 12:14