Celos y agravios. Compañía Mesfisto Teatro. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Martes, 25 de Junio de 2013 09:32

 CELOS Y AGRAVIOS
(DONDE HAY AGRAVIOS NO HAY CELOS)
 

CELOS Y AGRAVIOS DIVERTIDOS Y POÉTICOS

VLADIMIR CRUZ /JUSTO SALAS / CLAUDIA LÓPEZ / CRITINA ARRANZ
FOTO:
www.madridteatro.net

Al Teatro Fígaro de Madrid ha llegado la Compañía Mefisto Teatro (Cuba-España) formada por actores cubanos residentes en Madrid, y con una actividad teatral va más allá de las representaciones. 

Propone Celos y Agravios, cuyo título original es Donde hay agravios no hay celos de Francisco de Rojas Zorrilla. Es comedia de enredo amoroso. El concierto matrimonial viene de arriba sin consultar a los matrimoniados. Cuando se levanta el telón asistimos al momento en que los futuros cónyuges van a conocerse. Tema familiar en las comedias del Siglo de Oro. Hay un aporte nuevo: la equivocación al enviar un retrato-dibujo. El retrato de Sancho (Justo Salas), el criado ramplón y que nada tiene que agradecer a la naturaleza, es el que recibe Doña Inés de Rojas (Claudia López), la futura a matrimoniar, en vez del de Don Juan de Alvarado (Vladimir Cruz), quien sí tiene mucho que agradecer a la naturaleza. Es apuesto y bello.
 
Entretejida con esta historia, existe una segunda. Tras Doña Inés mariposea Don Lope de Rojas (Rey Montesinos), sobrino de Don Fernando de Rojas (Luis Castellanos) y primo de la finada. Don Lope carga con la muerte del hermano de Don Juan, su amigo del alma, y con el retozo entre sábanas de Doña Ana de Alvarado (Yolanda Ruiz), hermana de Don Juan, y con ella aparece el tema del honor, que no cobra los tintes dramáticos de otras comedias de honor de la época.
 
Esta versión de Liuba Cid ha optado por el tono de comedia, barnizándola de farsa y con una cierta pátina de guiñol. Ello ha llevado a una interpretación en la que se exageran las acciones y emociones, pero que resultan eficaces escénicamente. El teatro de verso ha pasado por muchos modos de interpretación escénica, y la comedia se ha entendido de muchas maneras. Esta es una de ellas, en la que el lado cómico se subraya de modo especial, pero se salva el modo de decir el verso con dos virtudes: la intelección hasta el punto de acercarlo al espectador, sin perder la musicalidad, y otra el ritmo del propio verso. A este ritmo verbal se le suma el ritmo del movimiento escénico, sin que decaiga en ningún momento. El resultado es un divertido espectáculo lleno de vida e interés.
 
Una ingeniosa originalidad está en el vestuario de Tony Díaz. Está fabricado en papel y con elementos tan sencillos como que la "casoleta" (empuñadura)de los floretes son flaneras. No parece ser un esnobismo o un capricho sin razón de ser. Dentro de unos cánones realistas teatrales que reproducen la época, va más allá, pues posee la virtud de no ser una reproducción mimética, con lo cual evoca bien los caracteres de los personajes y la ambientación de la época. Además de la eficacia escénica, revela la ingeniosidad de Tony Díaz al utilizar los materiales para otro significado de lo que fueron hechas. Esto supone inteligencia, ya que rompe los esquemas espacios temporales. Contemplar toda esta ambientación, nos traslada a esos pintores que sobre temas tradicionales los reelaboran de un modo más abocetado, pero igualmente eficaz. Prevalece el atractivo colorismo que recuerda el colorido de allende los mares.
 
Interpretación y ambientación plástica, las caras en blanco con los obligados coloretes en las mejillas, poseen un aroma de lo que podrían ser ciertas puestas en escena de aquel Siglo de Oro. Nos sumergen en aquellos años. por declaraciones de Liuba Cid, la directora de esta puesta en escena, tal maquillaje se inspira en las máscaras teatrales de la época colonial cubana.
 
Hay una buena interpretación coral y dirección, en el que los movimientos están medidos, así como las composiciones grupales que sugieren la pintura española de la época.  En los apartes se recurre a la congelación del resto de los personajes. No es nuevo, y muchos directores han acudido a ello, pero funciona bien.
 
Un divertido y poético espectáculo lleno de vida y ritmo.
 
 
Título: Celos y agravios (Done hay agravios no hay celos)
Autor: Francisco de Rojas Zorrilla
Versión: Liuba Cid
Vestuario: Tony Díaz
Iluminación: Alain Tomás Lloret
Espacio sonoro: Pilar Ordóñez
Sonido: David Garrido
Regiduría: Carmen Miranda
Realización de vestuario: Sara Díaz Álvarez, Edgar Hechavarría Ricardo, Leonardo Venega Ortiz
Diseño Digital: Eduardo A. González Carmona
Producción: Leonardo Buenaventura Baby Castellanos
Gráficas: Carril Bustamante
Carpintería: Yasmani Izaguirre, Jorge Luis Díaz.
Road Manager: Mercedes Pais.
Compañía: Mefisto Teatro (Cuba-España)
Intérpretes: Vladimir Cruz (Don Juan de Alvarado), Justo Salas (Sancho, su criado), Claudia López ( doña Inés de Rojas), Dayana Contreras (Beatriz, su criada), Luis Castellanos (Don Fernando, padre de Doña INés), Cristina Arranz (19 de junio - 7 de julio)/Yolanda Ruiz (8 - 28 de julio) (Doña Ana de Alvarado, hermana de Don Juan), Rey Montesinos (Don Lope de Rojas), Gabriel Buenaventura (Bernardo, criado suyo), Joana González (Músico de la corte)
Dirección: Liuba Cid
Duración: 90 minutos (sin descanso)
Estreno en Madrid: Teatro Fígaro, 19 - VI - 2013
 
 CLAUDIA LÓPEZ / JUSTO SALAS / DAYANA CONTRERAS /
GABRIEL BUENAVENTURA
FOTO:
www.madridteatro.net
 
 

 


José Ramón Díaz Sande
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