A cielo abierto. Crítica Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla   
Viernes, 22 de Marzo de 2013 15:23
 
A CIELO ABIERTO
FALTA VERDAD

A CIELO ABIERTO
FALTA VERDAD
 
FOTO: DAVID RUANO
A cielo abierto se construye sobre  una fórmula que ha proporcionado réditos notables en la historia del teatro desde hace muchas décadas: El reencuentro entre una pareja que mantuvo una relación y que ésta hubo de ser abruptamente interrumpida. Es la hora del ajuste de cuentas y también la de enfrentarse a un futuro inmediato. Los personajes de Tom y Kyra están apasionadamente entregados a sus trabajos respectivos, pero no pueden evadirse de una insatisfacción emocional profunda. La noche que, después de algunos años de separación, vuelven a pasar juntos revela la atracción mutua que continúan sintiendo, pero también el abismo insalvable que se abre entre ellos. Cada uno ve las cosas desde perspectivas irreconciliables, como constatan a lo largo de una velada en  la que se entremezclan el amor y la discusión sobre temas íntimos y también sobre cuestiones políticas, sociales y económicas.
 
La principal virtud escénica de una historia como la de A cielo abierto es que proporciona una magnífica ocasión de lucimiento a los dos actores convocados a esta suerte de torneo. Desde esta perspectiva, la obra está escrita con indudable inteligencia. Para dos buenos actores – Nathalie Poza y José María Pou lo son -  la tarea de dar vida a dos personajes como los que se enfrentan en A cielo abierto, con su necesidad acuciante de revisar un pasado a un tiempo hermoso e incómodo, y con su urgencia de dilucidar la posibilidad de juntar sus vidas, supone un reto que debe de ser muy difícil de rehusar.  Y para el público la propuesta ofrece ingredientes de inequívoca naturaleza teatral. El espectador se mantiene en tensión a la espera de conocer cómo se resolverá la situación entre estos dos personajes en su hora decisiva, en la que acometen el desvelamiento –y la ocultación - de unos sentimientos complejos hacia el otro, determinados por el deseo y el amor, pero también por el reproche y por la sensación de heridas no restañadas. La discusión se salpica con el debate sobre el papel que cada uno debe desempeñar ante la sociedad, y, así A cielo abierto ha funcionado, y funciona, como espectáculo técnicamente virtuoso, que apela a diferentes registros emocionales del espectador.
 
Sin embargo, y a pesar de estas cualidades a las que me he referido, A cielo abierto me produce una sensación de artificiosidad, como si todo estuviera calculado para producir el efecto escénico oportuno. Lo encuentro  carente de verdad. No me refiero a la siempre discutible verosimilitud, sino al   interesado esquematismo con que está construido el conflicto entre los personajes, como si se buscara un perfecto equilibrio entre las virtudes y los defectos, y entre los logros y las carencias de cada uno, para que el combate no resultara desigual. Y, si bien la proporcionalidad dramática entre los personajes antagónicos es una obligación que debe aceptar un dramaturgo,  esta debe configurarse desde la acción de los personajes mismos. Y en A cielo abierto, la sutura entre los dos motivos que vertebran el conflicto entre Kyra y Tom parece impostada. Por lo que vamos sabiendo a lo largo de la noche, la ruptura entre ellos no se debió a razón ideológica alguna, sino a lo que Kyra estimó como obligación moral inmediatamente después de la revelación que Tom hizo, indirecta y cobardemente a su esposa, del amor entre Kyra y él. Atribuir la inviabilidad de su relación a una concepción política diferente me parece desmesurado, cuando no arbitrario. Su enfrentamiento en este terreno carece de hondura y sus argumentos están contaminados siempre por los reproches personales. Pero reducir el compromiso social y ético de Kyra a una forma de resentimiento o de compensación por vía de castigo que se aplica a sí misma por haber abandonado el equívoco paraíso familiar en que vivía, supone, de hecho, descalificarla como personaje, convertirla en un ser desvalido y desesperado, negarla como mujer.
 
Tal vez para atenuar al espectador el trago supuestamente amargo de la despedida, el dramaturgo  introduce a un tercer personaje, el hijo de Tom, que irrumpe en una primera escena tan inopinada como prescindible y que retorna oportunamente para endulzar el desenlace con un desayuno que, si bien se presume suculento, resulta dramáticamente empalagoso.
 
La atractiva escenografía de Llorenç Corbella no suscita, sin embargo, la sensación de desapacibilidad e incómoda pobreza a que se refieren una y otra vez las palabras de Tom y también la de Edward. Pero dejando a salvo esta circunstancia, el espacio escénico resulta adecuado para la acción dramática. Toda obra de teatro es una obra de y para actores, pero algunas están escritas para poner singularmente de relieve esta verdad axiomática.  A cielo abierto es una de esas obras. Como ha quedado dicho, un texto como este solo puede pensarse para dos grandes actores y, aquí, el trabajo actoral es comprometido e intenso, brillante en algunos tramos. Nathalie Poza realiza una interpretación contenida, matizada y hermosa, apoyada en una amplia variedad de registros. José María Pou, seguro y desbordante, resulta a veces excesivo y, por momentos, histriónico. Se ha acentuado la dimensión humorística que cabe advertir en la conducta del personaje, pero la comicidad resulta a veces desmesurada o innecesariamente explícita,  pero proporciona también interesantes hallazgos. Mucho más discutible me pareció el trabajo de Sergi Torrecilla, gesticulante y gritón, sobre todo en la escena primera. En su descargo habría que aducir, no obstante, la inoportunidad de su personaje.
 
 
Título: A cielo abierto.
Autor: David Hare.
Traducción: José María Pou.
Escenografía: Llorenç Corbella.
Vestuario:Maria Araujo
Iluminación:Txema Orriols
Caracterización:Toni Santos
Ayudante de dirección:Martí Torras
Dirección de producción: Amparo Martínez
Jefa de producción:Maite Pijuan
Producción ejecutiva:Noemí Díaz
Dirección técnica:Miguel Montes
Personal técnico en gira:Focus
Construcción escenografía:Centre Cultural de Sant Cugat
Marketing y comunicación:Publiespec
Reportaje fotográfico:David Ruano
Diseño gráfico:sSB
Es una producción de FOCUS
Intérpretes: Nathalie Poza (Kyra Hollis), Sergi Torrecilla (Edward Sergeant), José María Pou (Tom Sergeant).
Estreno en Madrid: Teatro Español, 7.III.2013.
JOSÉ MARÍA POU
JOSÉ MARÍA POU / NATHALIE POZA
FOTOS: DAVID RUANO
 

Eduardo Pérez – Rasilla
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Última actualización el Viernes, 22 de Marzo de 2013 15:37