El juramento. Gaztambide-Sagi.Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 26 de Noviembre de 2012 15:14

EL JURAMENTO
ELEGANCIA, IRONÍA Y ESTILIZACIÓN POÉTICA 
 
 
 FOTO: JESÚS ALCÁNTARA
Después de 12 años vuelve al Teatro de la Zarzuela el mismo montaje que ideó Emilio Sagi como despedida de su dirección de este teatro : El juramento. Aunque el título es, prácticamente, desconocido para el fervoroso público de la Zarzuela, que sólo se mueve entre los títulos del repertorio habitual, fue un descubrimiento a nivel escénico. Volvíamos al "bel cantismo" de la Zarzuela de mitad del XIX, preferentemente recordada, en el repertorio, por Francisco A. Barbieri - Jugar con Fuego, Pan y Toros, Los diamantes de la Corona, El Barberillo de Lavapiés -, y Emilio Sagi ofrecía un sobrio espectáculo plástico de gran sugerencia poética, a nivel de escenografía y vestuario.
 
El libreto de Luis Olana se inspira en otro francés - la ópera cómica francesa La rose de Peronne (1840) de Leuven y d'Emery, musicada por Adolphe Adam -, costumbre habitual en aquellos tiempos. Tales traslaciones eran más que una simple traducción o adaptación, pues se confeccionaba un nuevo libreto y se componía nueva música.
 
La historia que nos cuenta Olana es una comedia amable y de enredo , en la que se ensalza el valor de la amistad hasta el punto de llegar al sacrificio. No se olvida  la alusión al enamoradizo vejete, tema recurrente  en muchas comedias y zarzuelas. Apurando mucho, pero no creo que sea la intención principal, hay también ingredientes para criticar la absurda diferencia de clases que impide la realización del verdadero  amor.
 
La versión que ofrece Emilio Sagi, nace de meter, con generosidad, las tijeras en el texto, aligerándolo con éxito.  Al disminuir la parte hablada crece, con ventaja para el espectador, la parte musical, que posee una gran conexión con el estilo de la época: el "bel cantismo" italiano, hasta el punto de difuminar los límites con la ópera italiana, aunque se salpique de ciertos aires más españoles, entre los que sobresale notoriamente un ritmo de "muñeira". Se trata de una partitura agradable de escuchar y con diversos concertantes, los cuales siempre son "vistosos" para el oído.
 
La puesta en escena de Emilio Sagi es de una gran elegancia rococó, llena de ironía y gracia. A ello ayuda la escenografía de Gerardo Trotti, que ha estilizado el mundo del barroco o de amables pinturas de Watteau, en líneas alejadas del realismo o naturalismo de los tradicionales telones pintados de otras épocas, pero utilizando su mismo esquema de subidas y bajadas desde el telar, y manteniendo el decorado de volumen para las entradas por los laterales. Aprovecha los interludios musicales para tales subidas y bajadas, sin que la acción se detenga, lo cual crea una continuidad de toda la narración. Los tiempos muertos han puesto pies en polvorosa, en este montaje. Son de gran belleza los bosques, el interior de la quinta, creados mediante siluetas planas que nos hacen recordar la elegante y etérea estética japonesa.
 
El vestuario de Jesús del Pozo - fallecido en agosto de 2011 - es gratamente sorprendente, original y con su punto de ironía. Capta bien el barroquismo borbónico que llega a España, marcando líneas y volúmenes deliciosamente ridículas. Consigue un poético grado de caricatura. Lo ha trabajado en blanco y negro. Combinación que parece gustarle a Emilio, especialmente, pues ya lo probó en una elegante Revoltosa con motivo del Madrid Cultural 1992 (CLIKEAR). Posteriormente su versión de Luisa Fernanda para el Teatro Real, la Scala de Milán y Los Ángeles, recurrió a la misma combinación. En esta ocasión el blanco-negro del vestuario, árboles, piano y demás "atrezzo", contrasta con el espacio tendente a una luz dorada. No sé si es rizar el rizo, pero en esa luz dorada me pareció ver la esencia del dorado rococó. Elegancia, estilización poética e ironía podrían ser las coordenadas de la plástica de este montaje.
 
A nivel de dirección escénica es de alabar el movimiento de líneas y composición entre los actores y el coro, el cual huye, con acierto, de los cánones naturalistas y se viste con evocadores rasgos del coro griego.
 
La partitura musical trata de un modo insólito la voz grave, ya que encomienda a cuatro personajes, con importante presencia escénica, la tesitura del barítono: protagonista (Marqués), amante (Don Carlos), cabo (Peralta) y el conde. Hablar de insólito por el uso de la tesitura de barítono aquí, es que, por lo regular, se suele adjudicar a personajes maduros o bien dramáticos. No es frecuente utilizarla para personajes jóvenes o bien cuando pertenecen a la comedia, como en este caso. Éstos, más bien, se encomiendan al tenor, que, aquí, interpreta un personaje un tanto bufonesco o lo que se ha dado en llamar en la zarzuela el tenor cómico, aunque no hay que identificarlo con la voz cómica de algunas zarzuelas. Barítonos y tenor obligan a una tesitura de calidad y una de las pruebas para el tenor es su dúo con María, la soprano.
 
En esta versión los cuatro barítonos muestran diversas coloraturas y, salvo el anciano Conde, tienden hacia los agudos intermedios más que a los graves profundos. Encajan muy bien en lo personajes. Tal diversidad de voces al llegar al concertante con las dos sopranos, crean un clima musical brillante, sin necesidad del coro, que cuando este interviene adquiere mayor grandiosidad.
 
La Baronesa, un personaje un tanto frívolo y alocado por "mor" de su educación y posición, lo interpretó con gracia y eficacia vocal, el 24 de noviembre, María Rey-Joly, la cual posee un amplio y seguro registro de soprano, así como una buena capacidad interpretativa, que en este caso, abunda en la comicidad, lo cual celebra el público y se confirmó, al final: los aplausos se intensificaron al salir a saludar. Llama la atención su versatilidad interpretativa, si recordamos su dramatismo en Adiós a la Bohemia (CLIKEAR), que Mario Gas dirigió hace unas temporadas en el Teatro Español de Madrid. De todos modos, ya había demostrado su lado cómico en el Candide de Voltaire, en los Teatros del Canal.
 
Silvia Vázquez encarnó a María, la joven enamorada. Es soprano con agudos limpios y seguros, de potente voz que brilla con claridad en los concertantes. Celebrada su romanza Yo me vi en el mundo.
 
Isaac Galán, como el Marqués (el protagonista), es un barítono de dicción clara y con una voz en la que los agudos suenan limpios y con precisión. Su interpretación es fresca y con un cuidado dramatismo, en los momentos más transcendentes. Su acompañante de escena, el Cabo Peralta, interpretado por otro barítono, Damián del Castillo, juega en feliz contraste con su capitán, Isaac Galán.
 
Don Carlos es Axier Sánchez, el cuarto barítono, que sigue la línea de eficacia de los anteriores.  Con menos papel, Xavier Ribera-Vall interpreta a El Conde. Barítono de voz más grave cumple bien su cometido.
 
En contraste con todos los barítonos, surge Alexandre Guerrero en el papel del aldeano Sebastián. Es un buen contrapunto de sus agudos con el resto de las tesituras. A destacar su dúo con Silvia Vázquez (María), en el que cobra mayor protagonismo.
 
La participación de los coros es contundente, matizada y notoria, sobre todo en los concertantes.
 
En esta versión de El Juramento, se hace difícil si se quiere destacar uno más que otro. Hay, en todos, un alto nivel sonoro, así como en la Orquesta que Miguel Ángel Gómez Martínez dirige con buen gusto y con una mesurada dosificación de volumen en relación con los cantantes.  A ello hay que añadir una convincente interpretación en todos. Estrenada en el 2000, los años no ha envejecido. Se mantiene viva. Volviéndola a escuchar se comprende que haya quedado relegada por las compañías de repertorio, ya que su interpretación no es fácil, puesto que requiere un conjunto abundante de solistas de calidad. El montaje de Emilio Sagi nos lleva a la curiosidad por conocer otras obras de Gaztambide, al cual ya lo pudimos escuchar en  El Estreno de un artista (CLIKEAR), obra corta, que ya apuntó su calidad musical.
 
El acudir a nuevos títulos en un teatro como en el de la Zarzuela es importante, para habituar al público a nuevos gustos, que, en general, se ha quedado anquilosado en los títulos que la Compañías de Repertorio y la Discografía han popularizado. Y esto se nota en la afluencia del público en la sala, un poco menos generoso que en los títulos míticos que obligan al No hay localidades. Todo es cuestión de insistencia y de revisar los libretos, que, muchas veces, el tiempo los ha empolvado un poco, no así la música, que nos desvela secretos musicales insólitos. Ayuda también la discografía. Cuando está no existe, el público pierde el interés por no conocer las melodías. Lo que pasa es que este asunto es como una pescadilla que se muerde la cola. Si la zarzuela no se escenifica, no se conoce y las discográficas no muestran interés, por miedo a no vender. Pero si no se ha oído la partitura, el público se retrae a la hora de enfrentarse a un título nuevo. Un dilema no fácil de resolver.
 
Título: El Juramento
Autor: Luis Olana
Música: Joaquín Gaztambide
Escenografía: Gerardo Trotti
Vestuario: Jesús del Pozo †
Iluminación: Eduardo Bravo
Asesora de vestuario: Genoveva Vidal
Maestra repetidora: Cristina Presmanes
Realización de Escenografía: Gerardo Trotti
Utilería: Gerardo Trotti y asociados
Realización de estuario: Cornejo
Ayudante de dirección: Javier Ulacia
Producción: Teatro de la Zarzuela
Figuración : Ariel Carmona, José Vijuesca, José Carlos Quirós, Luis González, Eduardo Carranza, Joseba Pinela, Sergio Herrero, Javier Crespo
Niñas: Paula González y Ana Rosselet
Intérpretes: Sabina Puértolas (23, 25, 28, 29 y 30 de noviembre; 2, 5, 7, 9, 12, 15 y 16 de diciembre), Sivia Vázquez (24 de noviembre; 1, 6, 8, 13 y 14 de diciembre) (María) - Carmen González (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 6, 8, 12, 14 y 16 de diciembre), María Rey-Joly (24 y 29 de noviembre; 1, 2, 5, 7, 9, 13 y 15 de diciembre) (La baronesa) - Gabriel Bermúdez (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 2, 5, 7, 9, 12, 13, 15 y 16 de diciembre), Isaac Galán (24 y 29 de noviembre; 1, 6, 8 y 14 de diciembre) (El marqués) - David Menéndez (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 2, 5, 7, 9, 13, 15 y 16 de diciembre), Axier Sánchez (24 y 29 de noviembre; 1, 6, 8, 12 y 14 de diciembre) (Don Carlos) - Luis Álvarez (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 2, 5, 7, 9, 13 y 15 de diciembre), Xavier Ribera-Vall (24 y 29 de noviembre; 1, 6, 8, 12, 14 y 16 de diciembre) (El conde) - Javier Galán (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 2, 5, 7, 9, 13 y 15 de diciembre), Damián del Castillo (24 y 29 de noviembre; 1, 6, 8, 12, 14 y 16 de diciembre) (Peralta)
Manuel de Diego (23, 25, 28 y 30 de noviembre; 2, 6, 8, 13, 13, 15 y 16 de diciembre), Alexandre Guerrero (24 y 29 de noviembre; 1, 5, 7, 9, 12 y 14 de diciembre) (Sebastián)
Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de La Zarzuela
Coro del Teatro de La Zarzuela
Director del coro: Antonio Fauró
Dirección musical: Miguel Ángel Gómez Martínez
Dirección de escena: Emilio Sagi
Estreno absoluto: Teatro de la Zarzuela, 20 - XII - 2012
Edición a cargo de Ramón Sobrino
Sociedad General de Autores - Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 1999
Estreno en Madrid: Teatro de la Zarzuela, 23 - XI -2012
 
 
 
 FOTOS: JESÚS ALCÁNTARA
 


José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Lunes, 26 de Noviembre de 2012 16:02