Le songe. Ballets de Montecarlo. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Sábado, 14 de Enero de 2012 10:55

LE SONGE

EL BUEN HACER DE LOS BAILARINES

Y UN DUENDE CAUTIVADOR

 

 
FOTO: MARIE LAURE BRIANE

 

Le Songe está inspirado en El Sueño de una Noche de verano de William Shakespeare, y sobre las razones del cambio de título se puede consultar www.madridteatro.net Le songe. En la dramaturgia de Jean-Christophe Maillot - coreógrafo de Le songe - se mantienen las situaciones y personajes principales de la alambicada historia del propio Shakespeare.

 

De partida, conviene informar - al menos en la noche del  estreno en los Teatros del Canal - del fervor de un público que con prolongados y reiterados aplausos, y bravos, agradeció la presencia de esta compañía. El buen pedigrí de los Ballets de Montecarlo lo habíamos constatado en el Teatro Real de Madrid con La Belle (CLIKEAR)- otra vez el título cambiado para La bella Durmiente - que abría temporada. El público de los Teatros del Canal ya había conocido a Les Ballets de Montecarlo, con una versión balletística de Fausto. Todo esto viene a cuento para indicar que la "troupe" de Jean-Christophe Maillot es como de la familia.

 

A través de estos tres montajes comenzamos a conocer la estética de Maillot, que gusta del minimalismo escenográfico expresado con buen gusto, delicadeza y creatividad. También es marca de fábrica el concebir el ballet - no es él el único - como un "totum continuum" sin interrumpir la historia con virtuosismos vacuos. A nivel danzístico se apoya en el clásico, tendente al noeclasicismo, pero que no es óbice para echar mano de la danza contemporánea - discreta - cuando lo exige la dramaturgia.

 

La obra de Shakespeare juega con tres mundos, en principio irreconciliables por su clase social y esfera creativa, que en esa "noche mágica de San Juan", se fusionan, creando una auténtica locura para todos los personajes. Locura, que ,ya, en la obra original de Shakespeare, se capta y confunde al espectador. En esta versión balletística la comprensión de la historia obliga a un mayor esfuerzo por parte del público, si no se conoce bien la historia de antemano. La mayor confusión está en las dos parejas de enamorados, cuyo vestuario no posee la suficiente  diversidad de hechura y color. Y lo que queda más confuso son los motivos de tales atracciones y rechazos. Balletísticamente esto queda muy desvaído, hasta el punto de que la historia de los enamorados pasa muy a segundo plano.

 

Apuntado este lunar, globalmente, se trata de un buen espectáculo plástico y balletístico sin que nos llegue a entusiasmar desaforadamente como lo fue La Belle.

 

Maillot mantiene los tres planos sociales: la historia de los enamorados (los atenienses), los cómicos y el mundo de las hadas y elfos. Cada mundo posee una estética, música y danza diversos, aunque en los cómicos sólo se apuntan discretos pasos de danza abundando más en la tradicional pantomima - remozada - del ballet clásico.

 

Los enamorados y su entorno - padres y corte reducida - optan por la danza clásica. Limpia y discreta no llega a fascinar o a emocionar. Muy distinto es el mundo de las hadas, en el que sobresalen los pasos a dos y sobre todo la figura del duendecillo Puck, que está muy bien construido dramatúrgicamente y danzísticamente, con movimientos pícaros y deformantes que transmiten muy bien la psicología del personaje. Jeroen Vebruggen, que lo encarna, impregna al personaje gran simpatía y picardía, y nos subyuga. Igualmente cabe destacar al belleza y  sensualidad de los pasos a dos de Titania (Bernice Coppieters) y Oberón (Jérôme Marchand), así como los de Titania y Botton (el asno) (Gaétan Morlotti). La maestría balletística está en concebir una danza con ribetes de contemporáneo y clásico, muy bien fusionados. A ello contribuye la interpretación de Berenci Coppieters    - día 6 de enero - que vuelve a ofrecer, como en Fausto, su gracilidad, elasticidad y sentido de lo etéreo espiritual.

 

Si en el mundo de las hadas las figuras protagonistas están muy bien concebidas y, casi se podría decir que "balletísticamente" es la parte más interesante de Le songe, el cuerpo de baile - elfos y demás seres fantasiosos - están olvidados. Se intuyen al fondo entre la penumbra con ciertos movimientos y sólo cobran protagonismo en un recorrido marcial de puntas. Ese mundo de vasallos en torno a Oberón y Titania se ha obviado, y es pena porque el bosque y habitantes cobrarían mayor riqueza ya que si algo puede aportar la danza a la palabra de un texto, es lo volátil y etéreo de ambientes más allá del craso realismo.

 

Los cómicos optan por un tratamiento más cercano a la discreta recitación de un texto y se mueven histriónicamente con pequeños y discretos apunte de danza. En el mismo texto de Shakespeare quedan bien integrados en lo que respecta a la relación amorosa entre Titania y el Asno. Esa es su motivación. La justificación posterior viene dada por una preceptiva sobre el arte escénico y la representación ante la corte, ya tranquilizada y alejada de los sueños del bosque. Si en el texto original lo relativo a la preceptiva ya es dudoso, aquí se hace más evidente tal duda, al tener que confiar la preceptiva - a pesar de se utilizan algunos textos - a una danza un tanto "clownesca". Imagino que Shakespeare concibió a esos ingenuos  cómicos, enamorados de su arte, en clave de lo que hoy llamaríamos los payasos de circo. Por lo general, en las representaciones habituales esto no se da y no suscita la hilaridad. Aquí sucede lo mismo.

 

Si balletísticamente Le Songe acumula ciertos reparos, no es así su parte plástica de Ernest-Pignon Ernest en la escenografía y Dominique Drillot en la iluminación. Es fascinante y los elementos escenográficos juegan de modo muy sugerente al ser impactados por la luz en diversas tonalidades. Tanto las telas elipsoides del techo como las semiesferas del suelo cumplen su función de evocación de los distintos ambiente, así como la funcionalidad de poder ser transportada y cambiada sin perder el ritmo del espectáculo. A destacar la Flor que produce los efluvios para trastocar los amores en esa noche. Gran imaginación, ingenio y comicidad para esa flor cuya concepción conviene no desvelar. De igual modo es de gran originalidad la concepción del Asno, que huye de la tradicional cabeza de burro y lo construye con otros elementos de gran eficacia para la imaginación y la danza. Philippe Guillotel es el responsable de ese Asno y del acertado del vestuario, plagado de imaginación en los cómicos.  

 

La música procede de tres compositores: Felix Mendelssohn (El sueño de una noche de Verano), la electrónica del joven argentino Daniel Teruggi y la llamada, por el propio Maillot, "artesanal" de su hermano Bertrand Maillot. Cada una de ellas arropa bien a los tres mundos - atenienses, hadas y cómicos respectivamente -, y la fusión entre ellas no daña al continuum musical. Sorprende el que no se le haya dado más presencia a la conocidísima Marcha Nupcial de El Sueño de una noche de verano de Mendelssohn. Sólo recuerdo una especie de apunte, pero nada más. Imagino que  Maillot ha considerado que al haberse apoderado de este fragmento las bodas de todos los días, ha terminado por ser banal, aunque no deje de ser inspirada, y conlleva el  peligro de que la imaginación del espectador vuele hacia otros mundos más allá de Le Songe.


Le Songe es un buen espectáculo en el que la plástica a todos los niveles fascina, pero que muestra cierta timidez en lo referente a la danza, salvo momentos sublimes. En el recuerdo queda como mejor concepción balletística el mundo de las hadas y los Elfos, y, a nivel individual, Jergen Verbruggen con su Puck.

 

A pesar de los reparos expuestos, se sale satisfecho de la sala por el buen hacer de "todos" los bailarines. Esto es lo que más impacta. Se constata una calidad corporativa, no muy habitual en otros conjuntos. 

   

Título: Le Song (inspirada en El Sueño de una noche de verano de W. Shakespeare)

Coreografía: Jean-Christophe Maillot

Colaboración a la puesta en escena: Nicolas Lomeau de la Comedie-FranÇaise

Músicas: Feliz Mendelssohn (El sueño de una noche de verrano), Daniel Teruggi y Bertrand Maillot.

Escenografía: Ernesy-Pignon Ernest

Vestuario: Phipilppe Guillotel

Luces: Dominique Drillot

Construcción y realización de la estructura aérea: La linea, Cassi FranÇois Derobert, Pierre Guillaume Letestu, Antoine Petitrenaud.

Realización de los accesorios: Les Ateliers des Ballets des Monte-CArlo

Vestuarios realizados por: Les Ateliers des Ballets de Monte-Carlo bajo la dirección de Jean-Michel Lainé

Video: Gilles Papain

Maestros de ballet: Giovanna Lorenzoni, Gaby Baars, Gerard Le Bours, Glen Tuggle

Pianistas: Elzbieta Ziomek, Imelda Hamilton Cartwright

Coreógrafos y repetidores invitados: Marco Goecke, Petr Zuska, Marie Chouinard, Jeroen Verbruggen

Profesores invitados: Stefania Di Cosmo, Lucia Geppi, Yoko Ichino, Marc Ribaud, Trinidad Vives

Intérpretes: Ballets de Montecarlo.   
Reparto del 6 de enero de 2012:

LOS ARTESANOS ATENIENSES: Gioia Masala (Quince), Gaétan Morlotti (Nick Bottom), Rodolphe Lucas (Robin Starvelling), Asier Edeso ( Francis Flute), Chris Roelandt (Tom Snout), Ramon Gomes Reis (Snug)

LOS ATENIENSES: Sarah Jane Medley (Hippolyte), Leart Duraku (Thésée), April Ball (Helena), Anja Behrend (Hermia), Alexis Oliveira (Lysandre), Asier Uriagereka (Démétrius), Stephan Bourgond (Égée)

LAS HADAS Y LOS ELFOS: Bernice Coppieters (Titania), Jérôme Marchand (Oberon), Jeroen Verbruggen (Puck), Anjara Ballesteros Cilla (Le page)

LAS DIEZ HADAS : Caroline Rose, Sivan Blitzova, Francesca Dolci, Vanessa Henriques,  Maude Sabourin,  Beatriz Uhalte,  Quinn Pendleton, Katarzyna Kucharska,  Lenneke Vos,  Simone Webster

Director musical: Nicolas Brochot

Dirección:  Jean-Christophe Maillot

Puesta en escena: Jean-Christophe Maillot

Duración espectáculo: 55' (1ª parte) 20' de descanso, 50' (2ª parte)

Estreno en Madrid: Teatros del Canal (Sala Roja), 6 - I - 2012

 
 FOTOS: MARIE LAURE BRIANE

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande


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Le Songe es un buen espectáculo en el que la plástica a todos los niveles fascina, pero que muestra cierta timidez en lo referente a la danza, salvo momentos sublimes. En el recuerdo queda como mejor concepción balletística el mundo de las hadas y los Elfos, y, a nivel individual, Jergen Verbruggen con su Puck.

 

Última actualización el Domingo, 15 de Enero de 2012 18:08