Alfonso Vallejo. Entrevista Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Domingo, 04 de Marzo de 2012 14:46

RESEÑA 1980
NUM. 125, pp.17-18

ARRIBA EL TELON

PARA UN NUEVO AUTOR

ALFONSO VALLEJO:


LA FUNCION DEL TEATRO

NO ES SOLO DESVELAR LA VIDA

SINO REVELARLA

 

En los años 80 el nombre de Alfonso Vallejo, neurólogo, como autor dramático comenzó a onocerse en España a través de grupos de teatro alternativos. El TEC (Teatro Estable Castellano) montó El Cero Transparente que posteriormente pasó a llamrs Kiu en versión operística. Alfonso Valejo, fotográficamente era una incógnita y tampoco se prodigaba mucho en entrevistas. Sus textos eran más conocidos en el extranjero que en España. Además de neurólogo, dramturgo ha desarrollado una amplia actividad como poeta y pintor. 

 

ALFONSO VALLEJO

En nuestro número anterior (enero-febrero 1980), con motive de la 'entrevista a William Layton - preparaba el montaje de "EI Cero Transparente"- esbozábamos la personalidad literaria de Alfonso e Vallejo. Datos tornados de aquí y allí por lo que decían otros. Obtener palabras suyas parecía un imposible. Comenzaba a pensar si Vallejo sería un fantasma y necesitaba del "medium" para dejar oír su pensamiento.

 

En esta reflexión mía. había una intuición. Vallejo es reacio a manifestarse en público. Su mismo rostro se ha ocultado tras unas gafas oscuras y disimulado con una gorra.

 

Nacido en Santander, en 1943, desde 1960 escribe teatro. cuando la Neurología, su profesn, le deja tiempo libre.

 

- Casi diecinueve arios sin es­trenar: ¿por qué?

- No estrenar en España en el período anterior era más la con­firmación que la excepción a la regla. Es posible que las obras escritas entre mil novecientos setenta y mil novecientos se­tenta y tres no mereciesen subir a un escenario, al menos co­mercial. Lo tomé como un en­trenamiento. Pero es posible que hubieran podido subir a un escenario más experimental, pera tampoco subieron.

 

- ¿Por qué?

- Faltan teatros con un mínimo de riesgo económico. Tea­tros profesionales. subvencio­nados por el Estado o por com­pañías particulares, en los que el riesgo artístico tenga tanto o más peso que el económico. Es un problema de continente y contenido. "Para aprender a es­cribir hay que estrenar", dicen unos. "Para estrenar hay que saber escribir", dicen otros. ¿No se podría estrenar en algún lugar donde no significara para unos la gloria o la lapidación de por vida, y para otros la opulencia o la bancarrota? Para saber qué le falta a una función basta un director inteligente y buenos actores. Al cabo de doce funcio­nes se puede tener una visión exacta de lo que  se ha escrito y de la respuesta del público y la crítica. La ley del todo o del na­da no beneficia a nadie. De he­cho. en Biología sólo se produ­ce excepcionalmente.

 

- ¿No te frenó la censura oficial del momento?

- De cuatro obras presenta­das, dos fueron prohibidas. Pero tampoco se hubieran montado. La censura no ha sido más que un síntoma dentro de un síndro­me mucho más complejo. Exis­ten otras formas de censura más graves que la oficial como son la negligencia, la incompe­tencia, el mal gusto.

 

- ¿Por que escribes teatro?

- Porque en el teatro la palabra alcanza su culmen: estar vi­va. Emitida por una garganta vi­va se dirige a seres vivos (los espectadores) por seres vivos (los actores). Adquiere su mi­sión concreta, precisa y perecedera: servir sólo para esa cir­cunstancia irrepetible. Además. el teatro tiene algo de tóxico, contagioso, sibilino y exuberan­te. Precisa de una comunidad en comunión. Involucra, conec­ta, perturba, pero en grupo y a una hora fija. Sin saber para qué. Casi para nada, y también casi para todo. EI teatro es un aquí y ahora. En esto consiste el reto teatral para mí, y es este reto el que hace del teatro, a ve­ces, casi un milagro.

 

- ¿Cuál es tu temática y tu con­cepcn formal?

- Temas y forma están en co­nexión con ese concepto de rea­lidad viva que para mí es la esencia del teatro. Una realidad con interrogantes. y, por lo tan­to, de desafío. Responder refle­jamente a una circunstancia. pero también atacarla. No quie­ro limitar el teatro a un sistema de exploración, sino también de adelantamiento. diferenciación y procesamiento de dicha reali­dad. No se trata de imitarla o remedarla "como lo que es", si­no "como lo que no es". "como lo que podría ser". con lo que de "irrealidad" tiene. Conceptúo al hombre, no como un conglome­rado de reflejos programados, un "tipo", sino como un ser vivo con absoluta capacidad de fic­ción y posibilidades. Como ser capaz de infinitos significados a sus preguntas. EI espectador, creo, no sólo espera verse imi­tado sobre el escenario, sino que quiere conocerse en profun­didad donde casi ni se conoce ni reconoce. Busca desconocerse. Quiere pensar: "Yo he podido estar ahí arriba en ese escena­rio, y, de alguna forma, me han demostrado que he estado. Y así sé algo más de mí y también sé que me queda mucho más por saber de mi y de lo que me rodea." Una vez más, también, el hombre escapa a su propia definición. La función del teatro no sólo es desvelar la vida, si no revelarla.

 

- ¿Qué influencias crees tener?

- La observación de la realidad, la vida misma. Admiro a Shakespeare, pero su influencia no me llega, para mi desgracia, leyendo Macbeth, sino a través de los "Macbeths" que hay sueltos por el mundo.

 

- ¿Tienes alguna teoría dramá­tica?

- Soy un obseso de ella. La considero vital e imprescindible para un escritor. Pero ninguna regla es válida de por sí. Todas son válidas. Hay que conocer­las, pero en un momento dado no sirven para nada. Solo sirven para saber que no sirven. El ser humano desborda cualquier re­gia. Y el teatro también, porque están vivos, y las reglas no. El teatro puede ser lo que se quie­ra, lo que cada uno diga, ex­traordinario e imposible. Lo que no puede suceder es el estar muerto. Hay que poseer un lenguaje vivo para seres vivos, con fórmulas vivas. ¿Cuáles?  Hay que inventarlas. El teatro o está vivo o está muerto. Nadie sabe cómo ni por qué. Y todo el mun­do lo sabe. Es un misterio. Un misterio que no admite recetas.

 

- ¿Por qué escribiste "El Cero Transparente" ?

- Me encontré con él. En un tren ante mi estaba Holmes. al menos su cara. Carol no estaba, pero podía haber estado. Foster ocupaba su asiento. Simón pasó por la puerta. Babinski tampoco estaba y pensé que no había nadie. Igual habían desviado el tren. Yo estaba allí para dar referencias, incluso contra­dictorias tal vez, de aquellos seres después de haber pasado dolorosas experiencias.  ¿Qué pasaba si el tren descarrilaba? Cantaban los pájaros fuera. Tal vez, si alguien supiese interpre­tarlos, ellos nos avisaban del peligro. Veníamos de un sitio que había quedado en el pasa­do. Ese desplazamiento era casi un salto en el vacío, doloroso sin duda. pero también cargado de esperanza.

 

- ¿Cómo ves el montaje del TEC?

- El TEC - Teatro Estable Castellano - ha sido el primer grupo que se ha interesado por mi teatro. Y antes de obtener el Premio Lope de Vega - 1976, "accesit" del Premio Lope de Vega por Ácido sulfúrico: 1977, Premio Lope de Vega por El Desguace; 1978, Premio Tirso de Molina por A tumba abierta - El ahínco y férrea dedicación que he visto en el montaje de El Cero Transparente a lo lar­go de estos últimos cinco me­ses ha sido admirable y desde luego muy superior al de las compañías que me han estrena­do fuera.

 

- ¿Tu último trabajo?

- He terminado hace unos meses Cangrejos de pared. Preparo un montaje en EE. UU. Estoy explorando tres áreas que me interesan mucho: el conta­gio, los terrores nocturnos y la psicología de los resucitados.

 

Alfonso Vallejo, un nuevo autor teatral español. El Cero Transpa­rente ha tenido, en general, bue­na acogida de crítica. Vallejo tendrá que esperar las reacciones del público. Se quiera o no, ese público dará su última palabra.



José Ramón Díaz Sande
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Última actualización el Lunes, 05 de Marzo de 2012 09:12