Tío Vania. l'om-imprebis. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Jueves, 26 de Enero de 2012 08:17

TÍO VANIA

VIDAS PERDIDAS

 

 
 FOTO: DAVID RUANO

Por lo general, a la hora de materializar sobre el escenario la descripción que el autor hace del lugar en el que transcurre la acción de Tío Vania, se tiende a la grandeza escenográfica. Las estancias de la propiedad de los Serebriakov suelen parecerse más a las de una lujosa residencia de verano aristocrática que a las propias de una acomodada casa rural rodeada de tierras de labranza. Nada que ver con la casa de los Ranévskaia de El jardín de los cerezos o la de los Sorín de La gaviota y, sin embargo, directores y escenógrafos se empeñan en que se parezca a ellas. De estas desmesuras se han salvado, en España, las puestas en escena ofrecidas en salas alternativas por Ángel Gutiérrez, Juan Pastor  e Irina Kourbeskaya, quiénes, a falta de otros recursos, o despreciándolos, lo fían todo a su talento y al de los actores. La primera virtud de la que nos ocupa es que Santiago Sánchez, alma de L’om-imprebís , y el escenógrafo Dino Ibáñez han huido, como los citados creadores, de toda pompa y alarde por innecesarios y fuera de lugar. Han resumido en un solo espacio rectangular que ocupa el centro del escenario todos los que acogen la acción y en él ha dispuesto el mobiliario imprescindible: un par de mesas y algunas sillas. No hay paredes ni puertas. Tal solo, de fondo, un bosque de abedules pintados. Por ese espacio diáfano transitan los personajes con aparente libertad de movimiento, aunque pronto se adivine que sus idas y venidas vienen determinadas por prejuicios, rutinas y esos miedos que llevan a optar por el pasado conocido, aunque poco feliz, antes que aventurarse a futuro prometedor, pero incierto. Desconfían de él y se resignan.

 

Son individuos incapaces de salir del círculo vicioso en el que se han instalado. Por eso creo que la etiqueta que Chejov puso a la obra, que la presenta como una sucesión de escenas de la vida en el campo, es equívoca, porque no son bucólicas ni amables, sino desasosegantes. Lo que contemplamos es el drama de unos seres refugiados en una falsa melancolía que aceptan con más o menos resignación su derrota. Se comportan como náufragos a la deriva que no encuentran la tabla de salvación que les rescate. Alguno la tiene al alcance de la mano y la deja pasar. Otros, después de mucho bregar por aferrarse a ella, están exhaustos y pierden su oportunidad. Tampoco son capaces de ayudarse mutuamente, aunque algunos lo intenten. La cobardía y la mediocridad presiden sus actos y acaban imponiéndose. Todos, al cabo, acaban regresando al punto de partida, suponiendo que en algún momento se hayan alejado de él.

 

Todas estas cuestiones quedan recogidas en la lectura que Santiago Sánchez ha hecho de la obra, fielmente interpretada por los actores que la representan, vinculados a la ya dilatada historía de L’Om-imprebís, los cuales realizan un trabajo minucioso en el que los personajes quedan fielmente retratados. Vicente Cuesta es el mediocre y calculador profesor Serebriakov, que, en aras de asegurar sus intereses económicos, se muestra insensible a la situación en la que pretende dejar a los que, con su trabajo, se han sacrificado por él, incluida su propia hija. Rosana Pastor es Helena, su joven esposa, involuntaria provocadora de los deseos del doctor Astrov, que, cuando tiene la oportunidad de romper su absurdo matrimonio y rehacer su anodina vida, da un inexplicable paso atrás, como si su destino estuviera ligado a la infelicidad, a la que acaban siendo arrastrados cuantos la rodean. Carlos Montoliú en el doctor Astrov, el amante de la naturaleza, el soñador de un futuro en cuya construcción quiere participar, interpreta cabalmente el papel de uno de los grandes derrotados de esta historia. Cansado de tanto esfuerzo inútil, a punto de arrojar la toalla, la aparición de Helena le da nuevos bríos, pronto apagados cuando ella pone fin a sus esperanzas. Xus Romero, en el papel de Sonia, la hija del profesor, y Sandro Cordero, en el de Vania, son los otros perdedores. Ella representa a un ser débil y enternecedor. Ignorada por su padre, enamorada silenciosa y sin esperanza, cuando todo ha vuelto a ser como siempre, regresa a su rutina, que no es otra que trabajar para los demás hasta que la muerte le proporcione el descanso definitivo. Él está hecho de otra pasta. Parece conforme con su suerte. Ha aceptado ser el administrador de  la propiedad al precio de no cultivar sus aficiones ni tener mayores aspiraciones. Su enfado y sus quejas parecen razonables y apenas delatan que la procesión va por dentro. Solo cuando el desprecio y la injusticia del profesor se hacen patentes, estalla y surge la fiera dolorida capaz de matar a quién ha abusado de su honrada fidelidad. No lo consigue, pero la tormenta que provoca, siendo breve, es devastadora. Se produce la desbandada y en la casa quedan quiénes siempre la ocuparon, haciendo lo que siempre hicieron: trabajar y trabajar sin pausa. Con ellos permanecen la anciana María Vassilevna, la abuela de Sonia y madre de la primera esposa del profesor; Marina, la vieja niñera; y Teleguín, un terrateniente venido a menos frecuentador de la casa. Personajes con hondas raíces chejovianas, muy bien interpretados por Carmen Arévalo, Paca Ojea y Carles Castillo.

 

Título: Tío Vania

Autor: Anton chéjov

Versión: Santiago Sánchez

Espacio Sonoro: Víctor Lucas

Escenografía: Dino Ibáñez

Vestuario: Elena S. Canales

Iluminación: Rafael Majas y Féliz Garma

Confección de vestuario: Cornejo S. L.

Realización de Escenografía: Jordi Castells( Pascualín S.L.

Comunicación: CULTPROJECT Elvira Giménez y Ángela de la Torre

Fotografía: David Ruano

Distribución: Emilia Yagüe Producciones 

Producción: Ana Beltrán

Ayudante de dirección: Carlos Lorenzo

Intérpretes: Rosana Pastor (Helena Andreievna), Carls Montoliu (Doctor Astrov), Sandro Cordero (tío Vania), Xus Romero (Sonia), Vicente Cuesta (Profesor Serebriakov), Paca Ojea (Marina), Carles Castillo (Teleguin, alias "Gruyere",Carmen Arévalo (María Vassilevna

Director: Santiago Sánchez

Duración del espectáculo: 2 horas (sin descanso)

Estreno en Madrid: Teatros del Canal (Sala Roja), 11- I -2012

 
 FOTO: DAVID RUANO

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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Última actualización el Miércoles, 29 de Agosto de 2012 18:28