Adolfo Marsillach, es lo que podría definirse como “animal escénico”. Es un todo terreno y su actividad campea por la interpretación - accedió a las tablas como actor -; la dirección - recuérdese aquel Marat Sade, y el ya mítico Tartufo -; televisión - guionista e intérpete -; director del Centro Dramático y posteriormente del Teatro Clásico, y autor.

Esta obra nos lo presenta como autor dramático. Anteriormente ya habían aparecido sus Memorias, que no gustaron a algunos por la desvelamiento de intimidades y análisis críticos de toda una época teatral y de vivencias. Ocho son el total de su obra dramática, que es publicada por la Asociación de Autores de Teatro, y que su viuda Mercedes Lezcano intenta estrenar, sucesivamente, aquellos títulos que nunca han pisado el escenario. Uno de ellos ha sido Noche de Reyes sin Shakespeare, último texto que salió de su pluma.

Es una ventaja tener publicada toda su obra, al mismo tiempo que la introducción de Pedro M. Víllora, en la que traza un lúcido perfil del autor, así como incluye una entrevista, posiblemente la última antes de su muerte, en la que Marsillach analiza su experiencia como autor dramático.