La del Manojo de Rosas. Tempolirico. Crítica Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Jueves, 29 de Julio de 2010 08:10
 
 LA DEL MANOJO DE ROSAS
 Hemos visto un Manojo de Rosas en competencia con Plácido Domingo que ese 25 de julio – domingo y noche de estreno de El manojo – cantaba el Simón Bocanegra...

LA DEL MANOJO DE ROSAS

 

Hemos visto un Manojo de Rosas en competencia con Plácido Domingo que ese 25 de julio – domingo y noche de estreno de El manojo – cantaba el Simón Bocanegra de Verdi , el cual se retransmitía a través de la Gran pantalla digital de la Plaza de Oriente. A la Plaza Delquevenga de la de El Manojo de Rosas – lugar donde se desarrolla la acción – se colaban los ecos del Bocanegra.  Terminada la ópera, pensábamos que llegaba la bonanza, pero nos olvidábamos del “happening” de Plácido en la balaustrada del Real ante el público de la Plaza. Su voz se disparó hacia el “¡Oe,oe, campeones, campeones!”, se marcó el chotis de Madrid, Madrid y volvió al ¡Oé, oé y su “Campeones, Campeones”!!! Los asistentes de la Plaza de Oriente lo vitorearon y los habitantes de la Plaza Delquevenga aludieron, cómicamente, al vitoreo de los de Oriente. Este incidente le dio un sabor especial a la velada y a este Manojo. Quedará  en los anales: efectos especiales de lujo gratis y la unión de dos Plazas con dos madriles el de 1934 y el de 2010.

La del Manojo de Rosas ha quedado en el repertorio y con asiduidad las compañías de Zarzuela acuden a ella. Tiene una ventaja: no posee coro, en el sentido estricto de la palabra, aunque podría introducirse en algunos momentos. Tiene una desventaja: la partitura orquestal no es fácil en algunas piezas y hay números musicales como el dúo de Ascensión y Ricardo  “Es que tú te has creído…” que tiene un ritmo endiablado. Por otro lado, están los cambios escenográficos, que en la época recurría al consabido telón corto, pero que hoy, olvidados los telones, se hace más engorroso.

    AURORA FRÍAS / ENRIQUE R. DEL PORTAL
  FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

   SIMÓN BOCANEGRA
   PLÁCIDO DOMINGO

 

Se ha hablado mucho de las circunstancias en que se creó, de su paralelismo con La Chulapona de Moreno Torroba y su innovación en el mundo de la Zarzuela, al musicar en dos actos un sainete y convertirlo, en cuanto al tiempo, en zarzuela grande. Para todo esto me remito a esta misma página en la sección de entrevista.

 

La versión que nos ofrece Tempolírico convence, tanto a nivel musical como a nivel interpretativo. La dirección de Carlos Fernández de Castro y la versatilidad de los intérpretes nos proporcionan una historia creíble. Y esto nos sorprende, sobre todo en la parte interpretativa, pues no es fácil, en el mundo de la zarzuela, que todos muestren una gran capacidad cuando llegan los textos hablados. A ello se añade un fluido movimiento escénico.

 

A nivel escenográfico se ha ido a un cierto esquematismo, comprensible en estas representaciones al aire libre. Los edificios han sido sustituidos por andamiajes recubiertos de lonas verdes (material de plástico, pero al efecto es lo mismo). La idea de recurrir a las lonas, viene dada – según testimonio de sus creadores - por estar en tiempo de preguerra. Esto ya se entiende menos, puesto que en el año 1934 los edificios en Madrid, todavía no poseían tal recubrimiento. Otra cosa es que, saltándonos las reglas del realismo en el decorado, las tales lonas sirvan, simbólicamente, de preanuncio de la hecatombe civil. Dudo de que el ´publico lo capte. Por otro lado, desde el punto de vista de economía de medios es una buena solución y como en el teatro según Querubini, el empresario de una Compañía de ópera barata de El Dúo de la Africana, “nel teatro tutto è convenzionale”, pues eso...

 

Este tema de la preguerra está muy discretamente tocado en la obra  por los libretistas. Sólo algunas alusiones: Mussolini, el republicanismo, la aversión a los colores de la bandera nacional y por ello evitar un ramo de rosas amarillas y rojas, etc… pinceladas aquí y allá de la situación social. También es verdad que el género del sainete no es una obra de compromiso social y no tiene  por qué ir por otros vericuetos. Sí en cambio se detiene, en forma irónica, en las modas culturales nacientes: espiritismo, psicoterapias, freudismo, nuevos ritmos bailables, así como el uso de la jerga del momento. En este sentido retrata una sociedad, la urbana madrileña, desde la óptica irónica.

 

Mucho se ha dicho de las posibilidades musicales y bailables de la obra. Posibilidades que gozan de parabienes. Si ya en versiones anteriores, como la de Emilio Sagi en el teatro de la Zarzuela, el foxtrot del dueto cómico se aprovechaba para un baile al estilo Broadway, aquí también se explota esta insinuación danzístíca que brinda la partitura. Se le encomienda a Chevi Muraday, el cual, inteligentemente, no se limita a reproducir un foxtrot o una farruca, sino a partir de ciertos trazos de esos ritmos, introduce otros movimientos de danza contemporánea, disciplina que el domina. Esta aportación proporciona novedad y vitalidad al baile, que se aparta de lo trillado. Cabe valorar la destreza de todos –  en las bailarinas se supone – pero es un alarde en los dos cantantes Enrique R. Del Portal y Aurora Frías (aunque Aurora es diplomada en danza) y sobre todo la integración perfecta en todos. Alabanzas para Chevi por su creación y para el conjunto.

 

Siguiendo con esto del baile, punto y aparte es  que éste entra un poco como con calzador. A lo mejor es malicia mía, por conocer de antemano la obra, pero convendría integrarlas de un modo más fluido. Es cierto que, ya, desde el comienzo de la obra nos familiarizamos con unas muchachas, vecinas del barrio, suponemos, pero sin una identidad muy definida. Sería necesario buscarles algún tipo de personaje y evitar su entrada en grupo, que denuncia demasiado  la preparación para su posterior intervención.

 

Como es lógico en un espectáculo al aire libre, todo va a través de la electrónica, los consabidos micros que inventaron los americanos en sus comedias musicales. Ello tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja es que la audición nos llega muy bien y, probablemente, eso, en las partes habladas, permite mayor naturalidad y credibilidad al no tener que esforzarse en proyectar la voz. En la parte musical, no cabe preguntarse si el cantante tiene potencia o no. Se tiene en todo momento, siempre que el técnico de sonido suba a tiempo el “bus” de su regleta. Lo mismo sucede con la orquesta.

 

El inconveniente es, sobre todo en la parte cantada y orquestal, que pierde matices. De este fenómeno se da uno cuenta cuando asiste a una representación operística o de zarzuela en teatros como el Real. Las voces y la orquesta encuentran la pureza de sus sonidos.

 

Una de las virtudes de todos los solistas  es que se entiende, perfectamente,  el texto cantado, algo no frecuente en el mundo de la lírica.

 

Amanda Serna es soprano de voz nítida. Sabe dar expresividad a la parte cantada y supera la mera técnica vocal. Yo la había oído cantar en La Eterna Canción, también de Sorozábal, y creo que ha dado un salto notable desde entonces. Ha unido técnica vocal, segura en sus agudos, y expresión dramática. Construye una Ascensión verosímil, alejada de los trasnochados clichés castizos y con un toque de humor.

 

Antonio Torres  - Joaquín - impacta por su chorro de voz, que la electrónica potencia. Su voz de barítono está bien controlada. En su interpretación, se palpa una experiencia o lo que antes se llamaba “tener tablas”. Sorozábal ha trabajado al galán en la tesitura de barítono, que por lo regular, en la lírica, se dedica a los personajes mayores (padres) o malvados. Funciona muy bien. Si Sorozábal ha partido de La Revoltosa, como inspiración en la frase “la del manojo de Rosas”, en done el Felipe también es un barítono, es posible que quira ser un homenaje a dicho personaje.   

 

Francisco Javier Sánchez encarna a Ricardo, de tesitura tenor. El personaje campea entre la pedantería y la comicidad. Francisco despliega seguridad interpretativa y vocal y proporciona a su personaje la nota de humor y ridiculez que requiere.. Hace unos años le oí interpretar la romanza “No puede ser, esa mujer es buena” de La Tabernera del Puerto. Se trataba, creo, de un concurso. Al final, se permitió el virtuosismo de alargar el agudo en modo inconmesurable y casi efectista. Impactaba ese final, aunque el desarrollo anterior de la romanza poseía algo de frialdad. En esta interpretación, de corte distinto, nuestra una mayor madurez vocal y, sobre todo, una gran distensión interpretativa.

 

De Enrique R. del Portal hay que decir que una vez más muestra su veteranía, no de edad, sino de múltiple experiencia. Con él, siempre nos sentimos seguros y hasta el momento no nos ha defraudado. Tampoco aquí.

 

A Aurora Frías, no la conocía. Es Clarita, la pizpireta manicura. Derrocha simpatía y naturalidad, así como una voz clara, precisa y segura. A todo esto une su destreza como bailarina. A lo mejor digo una “inconveniencia”, pero, aunque no conocí a Enriqueta Serrano en escena,  por referencias se me ha creado una imagen de simpática actriz y cantante solvente. Creo que el propio Sorozábal no pondría muchos reparos en la interpretación de esta tesitura que había compuesto para Enriqueta, su mujer.

 

José Luis Gago, en su papel de Espasa, aporta una comicidad que el público celebra con satisfacción.

 

Resumiendo: una velada agradable, con unos intérpretes  y orquesta solventes, y un texto que no ha perdido frescura. Volviendo a verla otra vez, y, aunque suene a  tópico, La del manojo de Rosas podría haber sido una prolongación del género lírico español y esa parecía ser la ilusión y creencia de Sorozábal. No obstante, y a pesar de sus posteriores creaciones en la década de los años 40 y 50, la zarzuela comenzaba a ser un género de repertorio y como tal ha quedado. La labor es recuperarla con ojos nuevos, una vez superados muchos “sanbenitos”.

Título: La del manojo de Rosas
Libreto: Francisco Ramos de Castro y Anselmo Cuadrado Carreño

Música: Pablo Sorozábal

Estreno: Teatro Fuencarral, 13 – XI -1934

Escenografía y vestuario: Carlos Fernández de Castro

Diseño de luces: José Manuel Guerra

Coreografía: Chevi Muraday

 

Maestra repetidora: Cristina Alonso
Diseño imagen: Enfero Carulo

 

 

Producción ejecutiva: Pilar Rubio (Tiempolirico S.L.)

Producción y Distribución: Lola López

Producción y Gerencia: Chema Martín

Regidor: Vicente Del Val

Sastra: Isabel Fernández

Maquinista: Antonio Pinelo

Realización Escenografía: Egc Andamios

Realización Vestuario: Cornejo

Utilería y Atrezzo Mateos: Pepe Sialer
Compañía: Tempolírico

Coro: Rodrigo Mendiola, Eduardo López, Bernardino Gómez, Marcelo Aguilar
Ballet: Paloma Sainz-Aja, Sara Manzano, Mercedes del Castillo, Judit Rodrigo
Orquesta Acusticalírica: Antonio Lapaz Lombardo, Jesus Domingo García, Juan Ramon Domingo García, Krasimir Georgiev Popov, Juan Manuel Gutierrez Prieto, Luis Aldir Conde, Veselin Todorov Roev, Jesus Solis Hernandez, Javier Escribano Redondo, Elías Porras Montesino, Ivan Sanchez Pérez, Mercedes Villarino Ponce, Valentín Ioan Casap, Salvador Aguado Tronchoni, Juan Muro Martínez, Francisco Aparici Llopis, Elena Demyanenko, Yuri Rapoport Dubatowka, Neus Fontestad Fontestad, Luis Miguel Llorente Sevilla, Pedro Luis Garcia Casarrubios, Laurentiu Lucian Grigorescu, Alejandro Dominguez, Luminita Nenita, Andres Moreno Toledano, Aram Asatryan, Alberto Vidal Borrella, Ludovic Murja, Ioana Cosman, Armando Toledo Aribu, Maria Isabel Valero Gomez, Zhanna Guevska, Raluca Mihaela Berbec Ghinea, Pedro Barberan Solar, Emilia Balan, Angel Paunov García, Bistra Cristova Vladimirova, Romeo Liviu Balan, Virgil Popa, Paloma Romero Soriano

Mario Perez Civera..

Intérpretes: Amanda Serna (Ascensión, florista enamorada de Joaquín, soprano), Aurora Frías (Clarita, manicura ayudante de Ascensión y novia de Capó, soprano cómica), Resu Morales (Doña Mariana, madre de Joaquín, papel hablado), Antonio Torres (Joaquín, mecánico de automóviles, barítono), Francisco Javier Sánchez (Ricardo, aviador presuntuoso, pretendiente de Ascensión, tenor), Enrique R. del Portal (Capó, ayudante de Joaquín, simpático y despistado, tenor cómico), José Luis Gago (El Espasa, camarero castizo y sentencioso, cantante cómico), paco Lahoz (Don Daniel, padre de Ascensión, barítono), Javier Román (Don Pedro Botero, chatarrero, padre de Joaquín, actor), Eduardo López (El del Mantecao, tenor), Marcelo Aguilar (Parroquiano 1, barítono), Rodrigo Mendiola (Parroquiano 2, barítono), Bernardino Gómez (Inglés, tenor)

Dirección musical y de orquesta: Lorenzo Ramos

Dirección de Escena: Carlos Fernández de Castro

País: España

Idioma: español

Duración aproximada: 2h (intermedio de 15 minutos)

Estreno en Madrid: Jardines de Sabatini, 25 – VII - 2010

 
  AMANDA SERNA
    ENRIQUE R. DEL PORTAL / JOSÉ LUIS GAGO
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL
   ENRIQUE R. DEL PORTAL / AURORA FRÍAS
FOTO: ANDRÉS DE GABRIEL

 

 

 

 


José Ramón Díaz Sande
Copyright©diazsande

JARDINES SABATINI
Bailén,C/Vicente de la Cuesta
Madrid
Metro: Plaza de España, Ópera
Autobuses: 25, 46, 39, 75, 138, Circular

 

  

 

Última actualización el Domingo, 16 de Septiembre de 2012 18:28