El Alcalde de Zalamea.Teatro Clásico. 2010. Entrevista Imprimir
Escrito por José R. Díaz Sande   
Lunes, 18 de Octubre de 2010 13:50

EL ALCALDE DE ZALAMEA

de

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

 

 

CUATRO FATÍDICOS DÍAS DE AGOSTO

 

 

El Alcalde de Zalamea de Pedro Calderón de la Barca es uno de los títulos clásicos  más representados, tanto nacional como internacionalmente. La Compañía Nacional de Teatro Clásico abre temporada. En opinión de Eduardo Vasco – director de dicha Compañía y de esta versión – es “junto con La vida es Sueño, la obra más universalmente reconocida de nuestro teatro clásico. Es una obra que siempre he querido dirigir. Hacía ya mucho tiempo que no se representaba por esta compañía y, por otro lado, tenía al Alcalde indóneo: Joaquín Notario”.


JOAQUÍN NOTARIO
FOTO: CHICHO

Pedro Crespo, alcalde de Zalamea, se encarna en Joaquín Notario, para el que el éxito a lo largo del tiempo de esta obra se debe a que “llega con facilidad al espectador y le conmueve, porque su drama está inscrita en los genes de todos nosotros”.

El Alcalde de Zalamea es drama de labradores y se incluye en los dramas de abuso de poder como son Fuenteovejuna, Del reya abajo ninguno, Peribañez y el Comendador de Ocaña o El mejor alcalde el rey. Todas ellas narran las fuertes tensiones ente nobles (abusadores) y villanos (víctimas).

  • Calderón rentabiliza dramáticamente un problema real de su época: los tremendos desmanes que las soldadesca provocaba impunemente a los villanos, que tenía la obligación de alojar a los soldados en sus casas cuando el ejército se detenía – observa Eduardo.

VILLANOS CONTRA NOBLES,

PROPIO DE LA TRADICIÓN ESPAÑOLA TEATRAL

Esta línea de denuncia es frecuente en la tradición teatral española.

 
  PUEBLO DE ZALAMEA
FOTO: CHICHO

 

  • Las obras van desde El infamador de Juan de la Cueva hasta llegar al Don Juan Tenorio y más allá – precisa Eduardo. El público de la época tenía derecho a disfrutar cierta catarsis justiciera, aunque sea en la ficción.

La historia de un Alcalde que se toma la justicia por su mano, pero dentro de cierto marco jurídico una vez que Pedro Crespo es nombrado Alcalde, parte de hechos reales y le ha precedido la obra de Lope de Vega sobre la misma anécdota. No es temerario pensar que Calderón conoce la obra de Lope e incluso podría haber partido de ella.

  • Sin pretender que la obra tenga rigor histórico, aquí, los personajes de la ficción se miran de soslayo en el espejo de la Historia únicamente para servir para servir de referentes, y así don Álvaro de Ataide, el capitán, era un hombre que resonaba con fuerza entre los libertinos famosos de su época, tanto como Don Lope de Figueroa, el gran general prototípico que aparece en otras obras de Calderón como Amar después de la muerte, o el propio Felipe II, que, independientemente de lo cierto o falso de este pretendido viaje a Zalamea de camino a Portugal, cumple a la perfección ancestral de deus ex machina – precisa Eduardo. 
 
  ALEJANDRO SAÁ, MIGUEL CUBERO
FOTO: CHICHO

El Alcalde de Zalamea, considerada como un drama impactante y alejada de la simple comedia, no obstante bebe de diversas fuentes literarias.

  • En ella se encuentran la tradición grecolatina y llega hasta el arte nuevo de hacer comedias. Aparecen personajes a medio camino entre la novela picaresca y la realidad decadente que les rodea, una lírica efectiva que acusa cuando es menester las preciosistas tendencias poéticas en boga y un gran conocimiento del mundo. Este conocimiento le lleva a evitar toda superficialidad e ir a la esencia de cada situación, de cada individuo, y plasma con un eficaz instinto teatral, lo que necesita de la historia para el espectador de su tiempo, para el espectador de cualquier tiempo – añade Eduardo.

PERSONAJES QUE SON SERES HUMANOS

El análisis crítico que fascina a Eduardo es:

 

 
   PEDRO ALMAGRO, ERNESTO ARIAS
FOTO: CHICHO
  • Tiene una perfecta estructura, fruto del talento del gran arquitecto dramático de nuestro Siglo de oro, en la que habitan unos personajes profundos, sinceros y asombrosamente pegados a la realidad. El estilo del verso es directo, sencillo, apenas lo suficientemente barroco para no perder el sustrato lírico imprescindible que marca el culteranismo vigente; muy lejos de otras experiencias, casi puramente ornamentales, don Pedro elige aquí una forma que transmite una extraordinaria sensación de realidad. Tomando como eje fundamental el tema tan español del honor, narra una historia de tal potencia que no sigue conmoviendo, porque comprendemos y compartimos sin obstáculos el drama en su contexto.

El Alcalde de Zalamea aparece por vez primera como El garrote más bien dado en el volumen El mejor de los mejores libros que ha salido de comedias nuevas editado en Alcalá, en 1651. La fecha de composición se sitúa en torno al comienzo de los años 1640. 

 

 
   ISABEL RODES, EVA RUFO

La vigencia de la obra en nuestro tiempo se debe, según Eduardo, a que “Calderón construye unos personajes que son seres humanos. Son casi más personas que personajes y todo el mundo puede establecer vínculos con ellos”.


El Alcalde de Zalamea

  • Poseer unos diálogos paradigmáticos, al contener la belleza del verso calderoniano y parte de una filosofía popular que continúa profundamente enraizada en nuestros días, y que tiene que ver con el individuo mismo, con la honradez, la dignidad, el trabajo, la tierra, la confianza y la justicia. Nada será lo mismo después de los cuatro días de agosto en los que la familia de Pedro Crespo se ve obligada a convivir con la milicia real.
es obra de repertorio y, desde muy pronto, se tradujo a las principales lenguas europeas. La razón de ello Eduardo cree que está en:

AUSTERIDAD ESCENOGRÁFICA: EVITAR EL ARTIFICIO

 

 
   JOAQUÍN NOTARIO, DAVID BOCETA
FOTO: CHICHO

La puesta en escena deambula por la austeridad: cámara oscura, muros y paredes que localizan el pueblo, la casa y los actores esperando su turno sentados en los laterales y proporcionando al espectáculo cierto toque de distanciamiento. La sobriedad de recursos escénicos es la tónica, mientras que el vestuario de Lorenzo Caprile insiste en la ambientación de la época.

Otro de los elementos importantes es la iluminación y la música repartida entre  jácaras y zarabanda, ritmos, si me permite el vocablo, de la época. La banda sonora vienen a subrayar los sentimientos. 

Hemos querido intentar una versión lo más cercana al público, subrayando la parte humana y por ello hemos evitado todo artificio. La puesta en escena tiene la virtud, sin perder la enorme profundidad del texto,  ser muy diáfana, clara y asequible para todos los públicos.

 


José Ramón Díaz Sande
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