Sweeney Todd. Reseña 1998. Crítica Imprimir
Escrito por Jerónimo López Mozo.   
Lunes, 05 de Abril de 2010 17:48

SWEENEY TOOD
EL BARBERO DIABÓLICO DE LA CALLE FLEET

[2008-12-12]

Estrenado con éxito en catalán, Sweeney Todd viene a Madrid en 1997 y logra igual éxito. La versión de los hermanos Mario y Manuel Gas creaba un precedente: en España era posible montar musicales anglosajones con la misma dignidad que en sus países de origen.


 

RESEÑA, 1998
NUM 291, pp. 7

SWEENEY TOOD
EL BARBERO DIABÓLICO DE LA CALLE FLEET

Estrenado con éxito en catalán, Sweeney Todd viene a Madrid en 1997 y logra igual éxito. La versión de los hermanos Mario y Manuel Gas creaba un precedente: en España era posible montar musicales anglosajones con la misma dignidad que en sus países de origen. Otra novedad es que conocíamos las cualidades interpretativas de Vicky Peña, pero aquí revelaba una nueva faceta: la de cantante.


Título: Sweeney Todd.
Música y letras: Stephen Sondheim.
Libreto: Hugh Wheeler.
Adaptación: Cristopheer Bond.
Traducción: Roger Peña y Roser Batalla.
Dirección musical: Manuel Gas.
Escenografía: Jon Berroldo.
Vestuario: María Araujo.
Dirección: Mario Gas.
Intérpretes: Joan Crosas, Vicky Peña, Pepe Molina, Teresa Vallicrosa, M." Josep Peris, Xavier Ribera, Pedro Pomares, Muntsa Rius y Esteve Ferrer.
Estreno en Madrid: Teatro Albéniz,
20 – XI 97.

VICKY PEÑA (*)

La terrible historia de Sweeney Todd, inspirada en un hecho real acaecido en la ciudad de Londres en el siglo pasado, reúne todos los ingredientes para atraer la atención de escritores y gentes del espectáculo. Buena prueba de ello es que, con diferentes títulos, ha sido presentada a lo largo de un siglo y medio en forma de novela por entregas, de melodrama al gusto victoriano, de película, de musical y hasta de ballet.
 


JOAN CROSAS
Sin embargo, el terror y la truculencia tienen, por lo general, mal acomodo en los escenarios. Resulta poco creíble la escenificación de asesinatos y mucho menos cuando se producen en cadena y de forma sangrienta. Ante esas escenas pretendidamente terroríficas, el público suele mostrarse burlón. Sorprende, por tanto, la buena fortuna teatral de las peripecias de un barbero - tal es el oficio del protagonista - injustamente castigado por un juez lascivo que no persigue otra cosa que arrebatarle a la esposa.

 

La pieza describe minuciosamente su venganza iniciada en el momento mismo en que, libre de la cárcel, pone los pies en su barrio londinense y es informado por la señora Lovett - pastelera poco escrupulosa, cómplice y beneficiaria de los crímenes - de que su esposa se envenenó y su hija ha sido adoptada por el juez causante de su desgracia.

A lo largo de casi tres horas, el diabólico barbero, que oculta su verdadera identidad, se servirá de su afilada navaja de afeitar para enviar a mejor vida a sus enemigos y a cuantos, sin serlo y para su desgracia, se cruzan en su criminal camino. Que los cuerpos de sus víctimas sirvan para que la pastelera elabore los mejores pastelillos de carne de la ciudad es la guinda del macabro relato.

La aceptación de un musical de estas características debe mucho al  perfil humano de los personajes - en este caso, al del barbero protagonista, un buen hombre arruinado por la maldad de un mal juez, que despierta las simpatías de los espectadores -, pero sobre todo al tratamiento dado al tema, que parece extraído de las páginas más sensacionalistas de los periódicos de sucesos, por los responsables de su versión escénica. El equipo de dirección -Manuel y Mario Gas - considera, con acierto, que, en lo escénico, estamos ante una muestra de gran guiñol y, en lo musical, ante un thriller que conjuga lo dramático con el humor más desenfadado a través de una vertiginosa sucesión de arias, dúos y escenas corales.

En consonancia con ello, los hermanos Gas sacan el mayor provecho del libreto y de la partitura de este curioso y logrado musical. Su espectáculo tiene una gran dignidad y está, cuando menos, a la altura de otras versiones conocidas, como la dirigida por Declas Donnellan para el Nacional Theatre de Londres (RESEÑA, Nº 246, p. 23).

La escenografía de Jon Berrondo reproduce el sórdido ambiente de la londinense calle Fleet y de sus aledaños. Trata de resolver con las fórmulas habituales en el género los numerosos cambios de escenario y supera, hasta donde le es posible, las limitaciones que presentan, para acogerle, no pocos de los escenarios españoles. El recurso a decorados montados sobre plataformas móviles, a muros que se abren para mostrar lo que se esconde en su interior, a estrechas escaleras que unen distintos planos y a las transparencias, le permiten mostrar, con desigual fortuna, el sinnúmero de espacios en que se desarrolla la acción.


VICKY PEÑA/JOAN CROSAS
Elementos esenciales para el éxito del espectáculo son los actores. Cierto que Sondheim, en su partitura, tuvo en cuenta que sus intérpretes eran, antes que cantantes, actores. Así, su música resulta adecuada a las posibilidades de unos profesionales que abundan en Estados Unidos y en otros países en que el musical se representa de forma habitual. En España no existe tal tradición y las dificultades para cerrar un reparto a base de actores capaces de cantar son mayores. En este caso no sólo se ha logrado, sino que se han alcanzado unas elevadas cotas de calidad. A todos brinda la obra ocasiones de lucimiento y todos las aprovechan, siendo merecedores de elogios. Pero los mayores recaen en la pareja protagonista. Joan Crosas hace un impecable y sobrio barbero. Vicky Peña, por su parte, se convierte en el alma de este espectáculo por el complicado papel que re presenta, el de la pastelera, para el que echa mano de una rica gama de recursos interpretativos, disfrutados muchas veces en otros trabajos suyos, pero que pocas veces había sacado a relucir en uno sólo. Vicky Peña es, sin duda, una de las grandes actrices de la escena española.



(*)
Las fotos que ilustran esta crítica de la versión de 1997 son de la versión de 2008 en el Teatro Español.


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
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TEATRO ALBÉNIZ
Teatro de la Comunidad de Madrid
Dirección: Cristina Santolaria
C/ de la Paz, 11
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Tf. 91 531 83 11
Metro: Sol
Autobuses: 3,515,50,51,52,53,150
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Última actualización el Sábado, 08 de Mayo de 2010 08:41