Zoo. Crítica Imprimir
Escrito por Eduardo Pérez Rasilla   
Martes, 05 de Enero de 2010 16:39

  ZOO

HUMOR IMAGINATIVO E INGENUO

 

La imaginería de las películas de aventuras en las selvas africanas es la que configura el paisaje de este nuevo espectáculo de esta compañía que, bajo la orientación de Yllana, viene ofreciendo regularmente sus montajes en el Teatro Alfil. Antes lo fueron la mitología de las Olimpíadas (Olimplaff) u otros eventos o anécdotas populares susceptibles de ser parodiados o tratados desde una desenfadad perspectiva humorística (Buuu, Splash). Porque Zoo presenta una visión jocosa y dislocada de los tópicos cinematográficos sobre las expediciones a parajes exóticos y hostiles, desde un humor sencillo y eficaz, inmediato en ocasiones, desmitificador e hilarante casi siempre, que pretende la complicidad de un público amplio mediante recursos que han de buscar la respuesta de los diferentes segmentos que lo componen. Si el espectador adulto puede reconocer las parodias o los guiños a algunas películas y motivos clásicos, los niños celebran los ‘gags’ amablemente irreverentes con los que  se burlan de aquellos modelos de referencia. El siempre difícil terreno de “espectáculo para todos los públicos” se ve oportunamente invadido por esta  propuesta llena de frescura y de buen humor.

Pero, sobre todo ello,  merece destacarse el hecho de que nos encontramos ante una compañía con lenguaje teatral propio, un lenguaje reconocible, que se va afianzando en cada espectáculo, pero que renuncia a la repetición, al regreso a lo ya experimentado. La compañía trabaja un humor basado en el ‘gag’, en el ritmo rápido, en la utilización de efectos sonoros y visuales muy precisos e integrados en la  acción dramática y, sobre todo, en el gesto, el trabajo corporal y la profusión de las onomatopeyas,  procedimiento que manejan con singular destreza y con notable eficacia.

La finalidad  es buscar una comicidad eficiente, a través de un elaborado trabajo físico y actoral  y de una cuidada relación con los objetos,  capaces de transformarse ante nuestros ojos mediante la aplicación de limpios e imaginativos procedimientos teatrales o de juegos de magia pertinentemente incorporados a la escena. El  resultado es un humor transparente y al alcance de todos, que no rehúye en ocasiones lo elemental o incluso lo burdo, pero que, con más frecuencia, se eleva desde la fantasía y la capacidad de sorprender. Los modelos son reconocibles en determinadas fórmulas del humor clásico o popular y, sobre todo, en el lenguaje de Yllana, pero esta joven compañía aporta una singular frescura, un tono entrañable y una asunción deliberada de la ingenuidad un tanto ‘naïf’,  notas a las que habría que añadir un mayor grado de espontaneidad y hasta de exposición  personal de los componentes del elenco, y, como queda dicho, la exploración de los recursos de la onomatopeya.

Aunque el efecto o el ‘gag’ son los elementos que imponen el desarrollo del espectáculo,  en esta producción se advierte una tentativa de construir sencillos esbozos de personajes. Naturalmente se trata de personajes supeditados no sólo a la situación, sino al logro de los efectos previstos, pero se advierten perfiles  de personajes que remedan o parodian algunos de los héroes de las películas a que nos referíamos o, al menos,  que pertenecen al ámbito de su imaginario, y cuyo dibujo logra también una comunicación más personal con el espectador.

Es una obviedad insistir en que este tipo de espectáculo se identifica casi plenamente con el trabajo de los intérpretes (y del técnico, habría que añadir, quizás) con las ventajas y acaso también con las limitaciones que pudiera llevar consigo, como consecuencia de que Zoo está hecho a la medida estricta de sus posibilidades y de sus gustos. Pero las virtudes son superiores a las constricciones. El compromiso de los actores es absoluto, como lo son su dedicación y su entrega física, pero, además se muestran dueños de una técnica adecuada y, sobre ella, de una capacidad de transmitir simpatía y humor.

Título: Zoo

Idea original,  dirección y espacio escénico: Yllana

Creación: Yllana, César Maroto, Juan Francisco Dorado, Susana Cortés, Rubén Hernández

Dirección artística: Juan Francisco Dorado y David Ottone

Vestuario: Gabriela Salaverri

Diseño de luces: Juan A. González  

Intérpretes: César Maroto, Juan Francisco Dorado, Susana Cortés, Rubén Hernández 

Estreno en Madrid: Teatro Alfil, 24 – VI – 2009


Eduardo Pérez – Rasilla
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Última actualización el Lunes, 03 de Mayo de 2010 15:01