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La Crazy Class.Crítica PDF Imprimir E-mail
Escrito por Jerónimo López Mozo   
Lunes, 13 de Junio de 2016 08:44

LA CRAZY CLASS
LA TRASTIENDA DEL TEATRO 

  grupo crazy 
  ELENA LOMBAO / SANTIAGO SÁNCHEZ / CARLES MONTOLIÚ / CARLES CASTILLO / ALBERT BOADELLA
FOTO: www.madridteatro.net 

Hay talleres y talleres. Me refiero a los de teatro. Pero, en la mayoría, es frecuente que no todos los alumnos aspiren a ser profesionales de la escena. Los hay que acuden a ellos por curiosidad, por diversión, como terapia de males diversos, por mejorar su autoestima, por hacer amigos o porque están convencidos de que lo que aprendan puede serles útil en su profesión. A veces sucede que a alguno de esos transeúntes le pica el gusanillo del teatro y acaba metido de hoz y coz en el mundo de la farándula.  El taller que imparte Antonio en una escuela municipal de teatro no es una excepción. En efecto, a medida que van llegando los que se han inscrito, nos enteramos de que solo tres tienen algún interés por la materia que allí se estudia. La que más es la hija de la dueña de una academia de danza, muchacha tímida que sueña con interpretar el papel de Nora, la protagonista de Casa de muñecas. Más relativo es el de un torero conocido como el Hijo del Niño de la Montera, quien ante el negro futuro que tienen las corridas de toros por el respaldo que las autoridades dan a sus detractores, ha decidido cortarse la coleta y tomar la alternativa en otro oficio. Ha optado por el de participante en concursos de televisión y, en el que ha de intervenir, aspira a alzarse con el triunfo recitando el ser o no ser de Hamlet. Preparar el papel a fondo, es su único objetivo. El tercer caso es distinto. El alumno no viene a aprender el oficio de actor, pues lo fue de cine, cuando los americanos rodaban sus superproducciones en España. Ahora, olvidado y arruinado, dice querer volver para mostrar en los escenarios el dudoso magisterio que ejerció en las pantallas.

De los demás alumnos,uno trabaja en el puerto y está pasando un mal momento personal. Alguien le ha dicho que la mejor receta para superarlo es el teatro. Y allí está. Otro es coronel, viudo reciente, al que su hija le ha apuntado en el taller para que se relacione con la gente, algo que se antoja difícil en un ambiente tan distinto al que frecuenta un militar. Una mujer que regenta un bar cree que el taller le brinda la oportunidad de aprender a cantar y bailar, lo que le permitiría dejar la cocina en manos del camarero y sustituirle en el servicio de las mesas, eso sí en plan cabaretera, y así hasta completar las doce plazas disponibles para hacer el taller. Además del público, testigo de las clases y de la evolución artística y personal que van experimentando los alumnos, guiados por la sabiduría teatral y la franciscana paciencia de Antonio, es la mujer de la limpieza, que acabará mostrando que su habilidad no es el manejo de la fregona, sino el de las luces y que, además, es una profunda conocedora de lo que esconden los personajes de Ibsen. El espectáculo, concebido a partir de una idea de Michel López, viene a sumarse a la larga lista de los llamados “teatro dentro del teatro”. En esta ocasión, tiene el desenfado habitual de las producciones de L’Om Imprebis y, entre sonrisas, risas francas y alguna emoción contenida, deja un mensaje tan claro como que vida y teatro van de la mano. Desde tal perspectiva, solo cabe un desenlace feliz. El taller concluye con una muestra del trabajo desarrollado, consistente en la representación de Hamlet. En unos minutos, esos comediantes de andar por casa despachan la tragedia y nos gusta como la han resumido y como la hacen. Comediantes de andar por casa, sí, con un poquito más de técnica actoral encima si acaso, pero, sobre todo, transformados, gracias al poder mágico del teatro, en mejores personas y más preparadas para afrontar el futuro. Solo he de formular un reproche: que el profesor se llame Antonio y no Santiago, porque en la persona de Santiago Sánchez confluyen el personaje de ficción y el director real del espectáculo. Santiago Sánchez no tiene necesidad de meterse en la piel de su personaje. Para interpretarlo le ha bastado con ser él mismo. No en vano, en sus principios, fue durante varios años profesor de una escuela municipal de teatro, en la que muy probablemente tendría alumnos hechos de la misma pasta que estos.

La obra es, sin duda, un homenaje al teatro, pero, dentro de él, lo es también a los actores que, en una función, asumen varios papeles. No tienen la oportunidad de concentrarse en uno solo, sino que, a veces en vertiginosas mudanzas, va pasando de uno a otro, sin apenas tiempo para identificarse con cada personaje. No es una práctica nueva en el teatro, pues es vieja la expresión “Hacer doblete”, que alude a que un solo actor hace dos papeles en la misma función. Pero sí mucho más frecuente ahora, cuando el dramatis personae es largo y el presupuesto no da para demasiadas nóminas. No es el caso de La crazy class, en la que dos actores – Carles Castillo y Carles Montoliu-  se reparten los papeles de los doce alumnos. La pretensión aquí, no es economizar gastos. El ejercicio de transformismo que presenciamos es deliberado y, la lección que se nos ofrece, magistral. No hay maquillaje ni máscaras, sino gestos. Aunque alguna prenda les define, en realidad estamos ante actores a cuerpo descubierto que se divierten mostrando su desnudez. Para Elena Lombao, que es la mujer de la limpieza y no alumna del taller, lo que está viendo parece ser el estímulo para echar fuera el talento que esconde su personaje y el suyo propio, pues bien avanzada la función deja de ser una intrusa en el escenario para compartir protagonismo con sus compañeros de reparto. 

  CRAZY 2 B 
  CARLES MONTOLIU / CARLES CASTILLO
FOTO: L'OM IMPR3BIS

Título: La Crazy Class
Idea original: Michel López
Textos: Michel López, Santiago Sánchez, Carles Castillo y Carles Montoliu
Creación: Santiago Sánchez y Michel López
Coreografía: Paloma Díaz
Coach de Canto: Ángel Ruiz
Diseño de escenografía: Dino Ibáñez
Diseño de iluminación: Rafael Mojas
Diseño de sonido: José Luis Álvarez
Vestuario: Gabriela Salaverri
Construcción escénica: Pascualín, S.L. /Jordi Castilla
Realización de Vestuario: Gabriela Salaverri
Diseño gráfico: MINIM Comunicación
Fotografía: Nacho Arias, Xavi Capafons, Gerard Kiernan
Registro Audiovisual: Xavi Capafons
Taller de Literatura Creativa: Juan José Millás
Dirección de Producción: Ana Beltrán
Ayudantía de Producción: Paca Mayordomo
Prensa y Comunicación:María Díaz
Distribución: Emilia Yagüe Producciones
Compañía: L'OM IMPRЗBIS
Intérpretes: 
Carles Castillo, Carles Montoliu, Santiago Sánchez, Elena Lombao
Dirección: Santiago Sánchez y Michel López
Reestreno en Madrid:Teatro Calderón, 28 - V - 2016

 


JERÓNIMO LÓPEZ MOZO
Copyright©lópezmozo

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Última actualización el Lunes, 13 de Junio de 2016 13:22
 
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